El lunes 11 arrancan por Telefe con Educando a Nina, con música de la Mona Jiménez y Palito Ortega. Ella sostiene que está dispuesta a ganarles a las latas, y él celebra el rol de galán. Su referente es Arnaldo André.
Si bien las grabaciones de Educando a Nina comenzaron hace algo más de dos meses, las ganas de trabajar juntos las traen desde mucho antes. A partir de coincidir en Farsantes, comenzaron a llamarse. Querían hacer cualquier cosa, hasta tuvieron una película proyectada que por ahora está suspendida. “Queríamos cargarnos algo al hombro. Me encanta hacer comedia y esta tira encaja perfecto con nuestro deseo”, dice Griselda Siciliani de la ficción de ochenta capítulos que Telefe estrenará el 11 de abril a las 21.15. Ella compone a gemelas separadas al nacer. Mara tuvo como destino una familia millonaria, Nina es corista de un cuartetero que emula a Rodrigo. La primera es una villana de comedia: un poco mala, bruta y astuta; también racista, homofóbica, xenófoba. “Para mí es un banquete, una oportunidad y una responsabilidad enorme. Con el humor se puede decir cualquier cosa. El límite es personal. Por ahí, con lo que yo bromeo, otro no, y viceversa”, explica la mujer de Adrián Suar, con quien por primera vez competirá mano a mano. Renzo, el personaje de Lamothe, no sabe mucho de sí mismo porque estuvo dos años en coma. “Cuando despierta conoce a Mara, la mujer de su hermano, con la que tiene un encuentro muy fallido. Cuando aparece Nina, es amor a primera vista”, cuenta.
—¿Cuál es el desafío de componer a un galán?
LAMOTHE: Hay que habitar ese momento, porque es un rol que en general está bastante desprestigiado en cuanto a la actuación. No por los actores que lo han hecho, sino por las propias novelas. El galán nunca gana premios…Quiero hacer uno muy bueno, y es dificilísimo. Ahora que me toca hacer uno, respeto mucho más a los galanes que vi en la tele. No vengo a “salvar” el rol, sino todo lo contrario.
—¿Tomaste alguna referencia?
L: Pensé en lo que veía cuando era más chico, en Arnaldo André, por ejemplo. No para imitarlo, sino para ver cómo sostenía el personaje.
—¿Sorprende la cantidad de culebrones extranjeros que domina la TV?
SICILIANI: Sí, pero también pasará lo mismo con las nuestras en otros países. Ahí nosotros somos Moisés y los Diez Mandamientos. Lo que pasa es que tenemos tantos actores, que decís ojalá sean todas novelas nacionales.
—Hoy lo nuestro no viaja tanto.
S: Es cierto… Pasa que ves algunas extranjeras y entendés perfectamente por qué funcionan. Son buenísimas. Otras no, y decís: “¿Esto quién lo ve?”. Después mirás los números y hacen más rating que nosotros. Es muy difícil analizarlo.
L: No entiendo el fenómeno y le deseo lo peor. Conozco actores buenísimos y productores que están sin trabajo, esperando una oportunidad. La cuestión es que les vaya mal a los de afuera y bien a los de acá… Ojo, hace poco vi unos capítulos de Avenida Brasil y era excelente. Se invierte mucho dinero bien gastado y la historia está buena, es mejor que las de acá. También hay que mirar para ese lado, ver qué están haciendo ellos que nosotros no.
—¿Le decís a Suar que programe más ficción local?
S: Nunca me metería en un tema que no conozco.
—¿Le creés cuando dice que por primera vez no le molestaría perder en el rating?
S: No creo que quiera perder. Sí tiene mucha esperanza con nuestro programa y me tira la mejor onda. Yo le quiero ganar por veinte puntos. Vamos a ganar, vamos a hacer más rating que las extranjeras (ríe).
—Igual, casi trabajás con él…
S: Me ofrecieron laburar en Los ricos no piden permiso, aunque Adrián mismo me dijo que me luciría más en comedia. Pese a que Educando a Nina se pospuso y tenía la posibilidad de hacer otra cosa, quería quedarme con esta oportunidad de estar por primera vez al frente de un programa.
—Con una industria que se achica, ¿podrían hacer otra cosa que no fuera actuar?
L: Yo organizo festivales de rock, quiero ser director y por ahora practico haciendo videos musicales, pero si no tuviera laburo me voy a mi pueblo de vuelta (N. de R.: Florentino Ameghino). ¿Qué voy a hacer acá? También en este contexto se da otra cosa: la diferencia entre querer ser actor y desear la fama. Si termina una tira y lo que te gustaba era esto último, te vas a querer matar. Lo mismo si sos un boludo que lo que te gusta es saludar gente en la calle… La fama es lo que menos me interesa en la vida.
S: Antes de hacer otra cosa me mato. Tengo mis proyectos independientes desde los 18 años y los sigo manteniendo. Incluso, ahora voy a hacer Sputza, con Carlos Casella, en La Trastienda. Si un día no existiera la tele, ni las grandes productoras que me llaman, estaría en un teatrito mirando el borderó y viviendo más austeramente. No tengo la capacidad de hacer otra cosa. Si me quedo sin nada, vuelvo a dar clases de danza.
—Esteban, siendo fan de Stallone, ¿cómo te cae su apoyo a Donald Trump?
L: No me importa lo que opine, yo amo sus películas.
—¿Acá nos cuesta separar lo que opinan los actores de su trabajo?
S: El público no elige a nadie por sus ideas. Si te quieren ver, te van a ver. A Adrián lo fueron a ver más de un millón de personas que pagaron su entrada y seguro que no coinciden todas con él. Por ejemplo, el supuesto boicot a La Leona no fue tal, porque la tira arrancó espectacular y el rating bajó después… Escuché actores que creen que no los llaman por distintas cuestiones (no ligadas a la política) y tal vez debieran pensar que no los convocan porque no gusta lo que hacen.
L: Yo no tengo por qué coincidir con nadie. Hace poco un amigo me estaba por regalar un cuadro de Manny Pacquiao, pero antes de mandármelo me dijo: “¿Viste que declaró que los animales son mejores que los homosexuales?”. Obvio que es una aberración, pero a él lo juzgo por cómo boxea.
S: A mí me pasa eso con Diego. De chica, tenía mi habitación llena de fotos suyas, y aún hoy me siento “maradoniana”, a pesar de que diga cosas con las que no coincido o rechace hijos, algo que me parece un espanto. El tema es que veo el gol contra los ingleses y lloro de la emoción. Cuando vos tenés una exposición mediática muy grande, ya sea por hablar de política o de tu vida privada, lo que hacés como artista tiene que superar eso