La periodista dice que fue muy crítica con C5N, y sostiene que los colegas que reciben pauta oficial de los gobiernos trabajan condicionados. Afirma que Intratables es un espectáculo.
Desde hace cuatro años María O’Donnell vive en Palermo. Una casa discreta por fuera, que se asemeja más a una de las tantas fachadas de las productoras de la zona más snob de Capital. En el primer piso, sobre la parte posterior, está su hogar, mientras que en el extremo que da a la calle Cabrera se encuentra su guarida, su búnker, el lugar donde O’Donnell escribió Born, su último libro, y donde piensa y analiza su programa radial, María O’Donnell Continental, y el ciclo televisivo 50 minutos, que sale por la señal C5N.
—En enero de 2010 Continental tenía 471.800 oyentes, y en febrero de este año tocó el piso de 272 mil. En febrero de 2010, Víctor Hugo pasó de criticar al entonces gobierno a ser un defensor de los K. ¿Creés que ese cambio influyó en la pérdida de audiencia?
—Continental siempre ha sido una marca de enorme credibilidad, que tiene una relación bastante sólida con sus oyentes, y lamentablemente han sido años de caída de audiencia, y creo que lo pasó es que los que escuchaban a uno no toleraba al otro y viceversa, y eso es muy perjudicial para la radio, la gente de radio no hace zapping, se queda, es un público fiel, pero había una radio partida, y es algo que un programador no quiere. Buscan una uniformidad para que el que entre se quede, se siente a gusto.
—“Página/12” publicó con la firma de Cynthia García que Majul recibió 14 millones de pauta oficial del gobierno de la Ciudad. Por otra parte, Roberto Navarro recibió la misma cifra millonaria para sus programas en C5N pero del gobierno de Cristina. ¿Es ético como periodista?
—Tiene que ver con el modelo de periodista empresario, los dos tienen sus productoras. Navarro, desde 2007, cuando hice mi libro Propaganda K, estaba dentro de los cien que más pauta oficial tenían en el cable. Es mucho dinero. ¿Cuál es tu independencia si te ponen tres o cuatro palos al año? Y… eso te condiciona. Hadad, por ejemplo, dejó de ser la cara e hizo una evolución de empresario.
—El 10 de marzo empezaste en el Grupo Indalo. ¿Conocés a Cristóbal López?
—No. Lo vi una sola vez hace siete años. El empezó a hacer rondas con periodistas en 2009, yo era columnista de Magdalena y me invitaron a un almuerzo en Libertad y Libertador, y él contaba a qué se dedicaba, decía que no era un empresario nuevo, resaltaba su experiencia. Fue poco tiempo después de la publicación del libro de Majul (El dueño) y tenía ganas de contar quién era.
—¿A De Sousa?
—Nunca lo conocí.
—¿Qué creés que sucederá con Cristóbal López y la deuda con la AFIP?
—Yo no trabajo en medios de comunicación o espacios que se convierten en guerra de otros. No lo hice, no lo voy a hacer ni lo haría, en la medida en que yo tenga total libertad para hacer mi trabajo y que eso no esté condicionado y tomado por una guerra que no es mía. El problema es un problema de las empresas con los gobiernos. Me gusta estar en una señal como C5N, es un desafío ocupar ese lugar, ahora no me quedaría ni un solo segundo si me condicionan mi libertad de hacer los programas. La circunstancia es muy especial, fui muy crítica de C5N el año pasado, estaba muy lejos de lo que yo consideraba que era el periodismo, estaban buscando hacer una pantalla distinta este año, con todo el pluralismo, y espero que esta situación no tiña la cuestión periodística.
—¿Hasta cuándo firmaste contrato con Indalo?
—Todo este año.
—El video de La Rosadita fue muy comentado. (Nancy) Dupláa cree que “es gente contando plata”, y Víctor Hugo dijo que “cuentan plata como en una panadería cuentan panes”.
—Es una cosa de una inmoralidad… No es mi manera de mirar el video… Lo que se ve es un esquema de corrupción que le da mucha razón a Lanata… Sigue siendo noticia. Es un video fantástico, de la hostia, es muy contundente. Me parece genial que el kirchnerismo le haga creer a alguien que Lázaro Báez cuenta plata de esa manera y que de ninguna manera eso roza el gobierno de Cristina en términos de corrupción, me parece tierno, les creo, ¿qué otro interés oculto tendrían?
—¿Mirás “Intratables”?
—Poco. Fui el año pasado un par de veces. Es un debate que es un espectáculo, Intratables es básicamente un espectáculo. El gran mérito, sí, es que abrió la amplitud a otras audiencias, y Del Moro es, sin dudas, el programa, hace que no vuelque y sabe qué líneas no debe cruzar.
—¿Cómo analizás el fenómeno Longobardi?
—Creo que Longobardi se transformó, se convirtió y trabajó muy exitosamente en ser un hombre de radio. Alguien que te edita la realidad según su mirada. Yo no coincido con él, tengo otra manera de hacer periodismo.