El conductor de Pasapalabra recuerda que no aceptó cargos de Rodríguez Larreta y evoca a Gerardo Sofovich.
Comenzó como modelo y pronto quedó asociado como una de las bellezas nacionales –si bien nació en Madrid, en 1977, de madre argentina– con proyección entre las principales pasarelas de Europa.
Luego, se convirtió en sinónimo de conductor de programas televisivos sobre viajes; con Resto del mundo arrancó en 2011 y en 2016 continúa. Pero desde que en 2005 ganó la sección “El imbatible” del programa de Susana Giménez, y en 2014 pasó a formar parte de Los 8 escalones –haciendo con Gerardo Sofovich algunos de los equipos fuertes a los que Guido Kaczka enfrenta al participante de cada emisión–, Iván de Pineda fue ganando imagen de sabelotodo, la que explota en el formato internacional que actualmente guía, Pasapalabra, los jueves a la noche por El Trece.
—¿Te percibís como un intelectual?
—No, no. Soy curioso. Aprendí a leer desde muy chico. La lectura siempre fue un arma para pasar el tiempo, aprender y como un refugio personal. No sé si me puedo catalogar como un tipo intelectual, ni culto. De chico, leí El conde de Montecristo y las novelas protagonizadas por D’Artagnan –no sólo Los tres mosqueteros, sino otros cuatro libros más; el último, separado en tres tomos–, Sandokán, Sherlock Holmes, Tolstoi, Julio Verne, Dostoievski, [Rafael] Sabatini, Salgari, novela negra. Ahora leo mucha historia y
biografías también. Soy bastante ecléctico en mi lectura [a la entrevista, llega con un ejemplar de Sociología de la cultura, del marxista Raymond Williams]. Además, siempre me han gustado los juegos de cartas y de ingenio, como Carrera de mente. Viviendo afuera, vi muchos programas de preguntas y respuestas, como Passaparola en Italia; en España,
Saber y ganar…
—¿A qué personas admirás?
—A las que se dedican a sus oficios. Los que se han dedicado a una rama son los que saben, cambian las realidades y tienen injerencia efectiva en la sociedad. Lo mío es lúdico, de curioso.
—¿Qué pasó con tu convocatoria a sumarte al Ministerio de Turismo porteño?
—(Con un gesto de “no”) Mirá, acá estoy. Yo trabajo en televisión, soy conductor, viajo con un programa de televisión. Uno puede involucrarse, si quiere y tiene el tiempo, con el servicio público, cada uno desde el lugar que le corresponde. No, no, [ese cargo] es una responsabilidad. Es muy importante que cuando uno toma una responsabilidad… Si uno hace una cosa, hace una cosa. Si me llaman para colaborar, si me llaman para algo de lo que sé… Me parece que el servicio público no es moco de pavo. Es una cosa muy importante porque compete a la res publica. Es algo serio.
—Pero en la última semana, aparecieron publicaciones que daban por hecho que habías aceptado el puesto…
—No, no, nada que ver. No sé de dónde lo sacaron…
—¿Cómo ves al nuevo gobierno nacional?
—En estos dos meses y medio, ya hice cinco viajes: he estado poco tiempo en la Argentina. Me gusta mucho empaparme en las cosas para poder opinar. Si me pusiera a opinar, sería un hipócrita. Entonces, salir a decir algo, con tantas cosas que pasan, con la gente que sale y se rompe el lomo… Hay que tratar de mirar para adelante con una visión esperanzadora.
Gerardo y Mirtha
Gerardo Sofovich: “Antes de Los 8 escalones, no lo conocía. Me lo había cruzado en eventos: la mano, cómo le va, y ni siquiera tutearlo. Hasta el día en que me tocó sentarme y participar del programa. Pero sólo nos veíamos en el programa, y después de grabar, era sólo: “Gracias y hasta la semana que viene”. Más allá de nuestra diferencia etaria, pudimos interactuar y siempre terminamos en anécdotas de viaje”.
Mirtha Legrand, de quien estuvo cerca en 1998, cuando el conductor fue novio de (nada menos que) su nieta, la polémica Juana Viale: “Mirtha Legrand siempre ha sido muy generosa en el trato, muy amable, muy simpática. Me encanta que compartimos comidas a beneficio. [Pero], ¿voy a comer con ella? No. ¿Voy a tomar el té a la casa? No”.