Luego de dar un concierto juntos en La Usina del Arte, los prestigiosos músicos harán una gira por Europa. Cuacci trabajará además con Paloma San Basilio.
Los jovencitos que hoy son parte de la Orquesta Escuela Infanto-Juvenil de Dolores tienen un sueño: fundar la primera Orquesta Sinfónica de esa ciudad de la provincia de Buenos Aires. Con ese objetivo se preparan con músicos experimentados como Juan Esteban Cuacci y Pablo Agri. Pianista, arreglista y compositor de música popular argentina y latinoamericana, Cuacci es músico autodidacta y multiinstrumentista. Trabajó con Susana Rinaldi (durante diez años), Raúl Lavié y Rubén Juárez. Prepara para el año que viene una gira latinoamericana con Paloma San Basilio y una orquesta sinfónica, la escritura de un musical de tango que se estrenará en marzo en Madrid y una gira con Agri que tiene presentaciones programadas en la capital española, París, Zurich y Liechtenstein. Agri es hijo de Antonio, eximio violinista que colaboró con Piazzolla durante más de quince años. Estudió en el conservatorio Edgard Varese, en Francia, con el maestro Ami Flammer, violinista quien, entre otras cosas, trabajó con el cineasta Eric Rohmer. Tocó con Mariano Mores, Néstor Marconi, Horacio Salgán, Julián Plaza y Susana Rinaldi. En 2016, se concentrará sobre todo en los conciertos que la Camerata Argentina hará con jóvenes de todo el país. El bagaje y la experiencia de estos dos músicos fueron al mismo tiempo un aval y una exigencia para los incipientes músicos de Dolores, que interpretaron composiciones del dúo y clásicos del tango en un espectáculo muy emotivo que tuvo lugar el 18 de diciembre en La Usina del Arte. “Fue un concierto especial porque esta orquesta de Dolores surgió del Programa de Orquestas Infanto-Juveniles de la provincia de Buenos Aires y los que la integran saben muy bien qué significa ‘tocar y luchar’. También porque estuvieron presentes mis hijos, que nunca habían estado en un concierto mío en Argentina”, explica Cuacci, Admiradores incondicionales de Astor Piazzolla, Cuacci y Agri argumentan con entusiasmo su devoción por el artista marplatense: “Como todo revolucionario, escribió para el futuro –dice Cuacci–. Eso hizo que fuera un incomprendido en su tiempo. Mi viejo, en el primer viaje a Europa que hizo con Astor, durmió en el piso. Y Piazzolla también. Eso fue a fines de los 60. Piazzolla la remaba, pero siempre trabajando en su música. Es un artista simplemente único”. Agri suma otra apreciación sobre el creador de Adiós Nonino: “Yo agregaría que no tuvo acompañantes. Así como en el jazz Miles Davis tuvo gente que acompañó su transformación, en el tango a Piazzolla lo dejaron solo. Y así se cortó solito y se fue a miles de años luz más adelante que el resto. Cuando yo empecé a tocar tango, Piazzolla todavía estaba vivo y daba conciertos. Y el resto de músicos de tango lo miraba con desprecio. Los jóvenes lo adorábamos. Pero no tuvo cómplices. Tal vez por eso van a pasar muchos años hasta que las cosas vuelvan a cambiar y Piazzolla nos suene como ahora nos suena Troilo. Mientras tanto, sigue siendo la música del mañana”.