El psicólogo y autor del libro Desventuras del autoestima adolescente reflexiona sobre lo que significa estar en la piel de Cande Tinelli.
Por Marcelo Cao | Publicado en la edición impresa de Diario Perfil
Las personas se hacen tatuajes cuando les ocurre algún hecho en particular y significativo. Y los tatuajes representan esos momentos. Puede ser un éxito, una pérdida, un cambio de vida, terminar un ciclo.
Por otro lado, en este caso particular, surge la curiosidad de que su padre, Marcelo Tinelli, también está muy tatuado. Entonces, por un lado, se puede decir que ella se identifica con su padre porque hace lo mismo que él, pero por otro lado, ella expresó públicamente que a su papá no le gusta que se tatúe y ella sigue. Entonces, lo imita, y al mismo tiempo lo desafía tratando de desprenderse de la autoridad paternal. Y a eso hay que sumarle que no se trata de cualquier padre, sino de uno de los hombres más influyentes.
Se supone que una generación debe superar a la anterior. Pero cuando se trata de personas influyentes el desafío para el que le sigue es mayor. Entonces, Candelaria como hija busca apoyarse en algo parecido al padre, pero a su vez desprenderse para crear su propia identidad.
El marco sociocultural no puede dejarse de lado. Con la llegada de la posmodernidad se fueron cayendo algunos valores simbólicos que regían en la sociedad. Antes, uno ante una determinada situación reaccionaba yendo a la peluquería cambiándose el color del pelo. Era algo transitorio. Hoy muchos se tatúan, algo que es definitivo. Y esto tiene que ver con la pérdida del valor del símbolo. Y hoy adornamos el cuerpo como si fuese un objeto.