Alicia Agüero Confituras Artesanales: un negocio emblemático de La Histórica

En una pequeña cocina de Concepción del Uruguay, Alicia Agüero comenzó a moldear lo que se convertiría en una exitosa empresa de confituras artesanales. Sin experiencia previa ni formación en el rubro, logró consolidar un negocio basado en la intuición, el esfuerzo y la calidad. Hoy, más de 30 años después, sigue siendo un referente en su comunidad, conservando recetas tradicionales y adaptándose a los desafíos de los nuevos tiempos. En esta edición de MIRADAS, dialogamos con la reconocida Alicia Agüero.

Primeros pasos en el mundo de las confituras artesanales

En el año 1992, Alicia Agüero tomaba una decisión que cambiaría el rumbo de su vida y la de su familia para siempre. En aquel entonces, como profesora de Matemática en el Colegio Nacional, encontró una nueva pasión que, inesperadamente, la llevaría a construir un negocio que perduraría por más de tres décadas.

Todo comenzó casi por casualidad. Alicia no tenía formación académica en gastronomía, pero sí una gran curiosidad y amor por los sabores dulces.

Un día, decidió preparar chocolates para sus hijos como un gesto de cariño. La respuesta fue tan positiva que pronto familiares y amigos comenzaron a pedirle más. Lo que inició como un gesto desinteresado, rápidamente se convirtió en una actividad que la absorbió por completo. Con la intuición como su mejor guía y el esfuerzo diario como aliado, Alicia transformó su cocina y el garage de su casa en el epicentro de un negocio artesanal.

“La Fábrica”

A medida que las solicitudes crecían, Alicia y su familia decidieron que era momento de dar un paso adelante. En 1996, construyeron «La Fábrica» en la terraza de su hogar, un espacio donde podían hornear, armar, decorar y envasar sus productos, todo separado de la vida hogareña.

Este lugar no solo era el corazón de su negocio, sino también el sitio donde la creatividad y el esfuerzo conjunto se materializaban en delicias que la comunidad entera comenzó a apreciar.

Sin embargo, la expansión no se detuvo allí. Tres años más tarde, en 1999, Alicia y su familia decidieron hacer una modificación definitiva: construyeron un local de ventas justo debajo de «La Fábrica», consolidando así el crecimiento de su emprendimiento.

Además, abrieron un anexo al lado, llamado «Pensiero», dedicado a la venta de regalos. Estos pasos no solo representaban el crecimiento físico del negocio, sino también el fortalecimiento de su presencia en la comunidad.

Un negocio familiar

El negocio familiar pronto se volvió una tradición en la región, participando año tras año en la Feria de Artesanía de Colón y en la Fiesta de la Colonización en San José. Cada feria y evento era una oportunidad para compartir el amor por las confituras artesanales, y también un momento para que la familia disfrutara trabajando junta.

Entre los productos más queridos por sus clientes se encuentran los bombones y el brownie.

Asimismo, Alicia junto a su equipo, se encuentran creando las «Bacci San Martino», unas masitas de nuez italianas que su nieto trajo directamente de Italia y que han sido muy bien recibidas por los clientes.

La esencia de Alicia Agüero

Cabe señalar, que, aunque han añadido nuevos productos con el tiempo, Alicia siempre ha procurado mantener la esencia y la calidad de lo que la hizo conocida.

«Queremos que la gente que vino una vez y encontró algo que le gustó, cuando vuelva encuentre el mismo producto», explicó Alicia Agüero a la revista MIRADAS.

Por otro lado, parte del encanto de su negocio son las recetas familiares que ha preservado con tanto cuidado.

El Chajá, por ejemplo, sigue la receta original de un tío político que tenía una confitería, mientras que el pan dulce proviene de una receta transmitida por su suegro.

También conserva la receta de alfajores que le dio un tío de su esposo. Estas herencias culinarias han sido registradas por Alicia y siguen vivas en cada bocado, con el mismo respeto y cariño con el que se las enseñaron.

Los desafíos del presente y del futuro

A pesar de los desafíos que presenta el mercado actual, Alicia sigue firme en su compromiso con la calidad. Sabe que mantener la esencia de sus productos es lo que le permitirá seguir adelante, incluso en tiempos difíciles.

En una ocasión, tuvo que cambiar el dulce de leche que utilizaba en sus recetas porque la marca que usaba dejó de fabricarse. No fue una decisión fácil, pero después de muchas pruebas, logró encontrar un reemplazo que estuviera a la altura de sus estándares.

Para Alicia, el secreto de su éxito no solo reside en la calidad de sus productos, sino también en su capacidad para adaptarse sin perder de vista lo que verdaderamente importa: el esfuerzo y la dedicación.

«Este mundo es maravilloso, pero requiere mucha dedicación. Sin esfuerzo, no haces nada. No todo es color de rosas; es un trabajo día a día, pensar, decidir y crear».

Los planes a futuro de Alicia son claros: continuar, resistir y seguir ofreciendo esos sabores que tanto han marcado a su comunidad. Porque, como bien dice ella: “Mientras mantengamos la calidad de los productos, el negocio seguirá estando en cartelera”.

Consejo para los amantes de las confituras

“A aquellas personas que se quieran involucrar en el mundo de las confituras artesanales, les digo que es maravilloso pero que se necesita mucha energía, mucho trabajo, sin esfuerzo no haces nada. Tenes que dedicarle todo el esfuerzo, tanto físico, creativo y económico”, indicó Alicia Agüero.

Cabe destacar, que las delicias de Alicia Agüero Confituras Artesanales se encuentran en su local que está ubicado en Sarmiento 552, entre Artigas y Tibiletti.

El mismo abre sus puertas de lunes a sábado de 09:00 a 12:30 horas y de 16:30 a 20:00 horas, además, los domingos y feriados se encuentra abierto de 11:00 a 12:30 horas.

También cuentan con la red social Instagram @aliciaagueroconfiturasartes donde pueden observarse sus productos y demás particularidades.

Finalmente, aunque su familia ya no participa activamente en el negocio, Alicia sigue adelante con la ayuda de sus empleadas, manteniendo viva la esencia de lo que empezó como un simple juego en la cocina de su casa. Su historia es un testimonio de cómo, con pasión, dedicación y un poco de intuición, los sueños pueden transformarse en realidad y en un legado que perdura en el tiempo de Concepción del Uruguay.