Edinson Cavani escribió una nueva página a su lista de noches inolvidables con un hat-trick para Boca ante Belgrano por Copa de la Liga, con el que le retribuyó el cariño al pueblo xeneize, que le tuvo una paciencia milenaria.
Si hay algo difícil es medir el humor social, y camino a La Bombonera muchos como yo se habrán preguntado qué opinión tenía el hincha de Boca sobre Cavani, que regresaba después de 112 días a La Boca y con 557 minutos sin marcar en su espalda.
Pero la sorpresa fue grande, porque la banca también lo fue. Si uno se abstrae del contexto podría haber pensado que era el primer partido de Cavani con la azul y oro. Desde los hinchas que le festejaban los goles en el calentamiento al premonitorio cántico de que sus goles ya iban a venir (no dejen de aplaudir) la respuesta fue clara.
Sin embargo, la historia pudo haber sido otra. Luego del 1-0 de Belgrano Cavani tuvo una chance muy clara típica de lo mostrado en Boca hasta esta mágica tarde de fútbol. Una diagonal perfecta para conectar un centro de Advíncula que lo encontró en el área chica y que parecía alegrarle el comienzo de semana al hincha. Pero no. Fiel a la pólvora mojada con la que venía el Matador, el arquero Losada le sacó el cabezazo con la cara y quedó sentido. Los hinchas de Boca, incrédulos, buscaban la pantalla más cercana para ver si en la repetición quizás ese cabezazo entraba. Y al uruguayo lo carcomía la ansiedad.
Para peor, la impaciencia con el funcionamiento reinaba. El equipo fallaba muchos pases y controles, le costaba, y se iba 0-1 al vestuario. El murmullo parecía conspirar contra los intentos xeneizes, pero eso la historia sería otra en los segundos 45′.
La redención vendría con mucho suspenso, como no podía ser de otra forma. Un penal sobre Cristian Medina en el comienzo del complemento le dio la oportunidad de redimirse desde los doce pasos, pero con una pelota que pesaba mil kilos y 620 minutos sin festejar. Y el Matador la pidió, la tomó y la acomodó. La historia pudo haber sido distinta, porque si erraba esa chance no sabemos qué hubiera sido de su partido, pero el remate fue con mucha decisión, fuerte, al ángulo, lejos del alcance del arquero, para desahogo de él y de la gente de Boca, que con mucho envión empujaba al equipo a ir por la remontada.
Y los futbolistas se contagiaron, con más actitud que juego, pero avasallando al Pirata cordobés. Prácticamente apenas ejecutó ese penal, Cavani se preparó para hacer el segundo. Y lo hizo, picando nuevamente con una diagonal de la muerte y definiendo por encima de Losada en la salida. Pero giró su cabeza y vio como el lineman levantaba la bandera, ante la indignación del hincha de Boca que tomaba temperatura. La repetición, igual, era clara. El VAR chequeó y convalidó. Y, por la anulación, fue el tercer grito de gol de Cavani en la noche para llenarse de confianza.
Pero, por supuesto, hubo más. Cavani apareció nuevamente en su área de influencia, el área, y le ganó el mano a mano a Losada tras un rechazo corto, y una asistencia de Langoni que lo encontró solo. El arco ahora medía más. Y eso prácticamente fue lo último, porque pocos minutos después se iría reemplazado por Vicente Taborda y nuevamente ovacionado en La Bombonera, al grito de ¡u-ru-guayo!, el hit de la tarde-noche en La Boca, que en 16 minutos gritó la misma cantidad de conquistas que las que Cavani había marcado en los 20 partidos anteriores.
El hincha xeneize se vio retribuido y podrá dormir tranquilo después de haber bancado a Edinson. Y cuando se iba incluso tuvo una chance más de ovacionarlo, porque fue el último futbolista en dejar el campo de juego tras darle una nota a ESPN Premium. Mientras se llevaba la pelota y saludaba a las cuatro esquinas de La Bombonera, otra vez bajó el ¡uruguayo, uruguayo! Y otra vez quedó claro que Edin tiene banca. Porque el hincha nunca se convenció de que este Cavani era un impostor y continuó apostando, como quien juega al mismo número en la ruleta. Ahora Cavani, sin esa mochila, tendrá la oportunidad de escribir su etapa goleadora en Boca.