Desde el 29 de junio de 1815, en Entre Ríos, se comenzó a reunir el denominado Congreso de “los Pueblos Libres” o “de Oriente”. De esta forma, surgió lo que debería ser considerada como la Primer Declaración de Independencia del Río de la Plata, sin embargo, este suceso sigue siendo negado por parte de la historia incluso 208 años después.
La historia oficial y conocida de Argentina, fue escrita por los vencedores de las guerras civiles del siglo XIX. Con cierta direccionalidad politizada, hacia la zona del actual Buenos Aires, fueron escritos muchos sucesos que pueden tener datos a revisar nuevamente en la actualidad.
El denominado Congreso “de los Pueblos Libres” también conocido como Congreso “de Oriente”, reunido a partir del 29 de junio de 1815 en la ciudad de Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos, constituyó un acontecimiento de gran importancia histórica, debiendo ser considerada como la Primera Declaración de Independencia del Río de la Plata.
Al destacar el congreso entrerriano, convocado por el caudillo José Gervasio Artigas, no intenta menospreciar al del 9 de julio de 1816 en Tucumán. A la vista de los historiadores son complementarios, ya que, el primero reunió a las provincias andinas, las cuyanas, las del noroeste y las altoperuanas, a las que se sumó Buenos Aires luego de su intención de organizar uno en su territorio haya fallado.
Mientras que el congreso de Concepción del Uruguay convocó a las provincias litorales como la Banda Oriental, Misiones, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe, a las que se agregó parte de Córdoba.
Los reunidos en el Congreso “de los Pueblos Libres” eran federalistas, razón por la cual, nuestra historia oficial escrita por sus vencedores unitarios y porteñistas, decidió no validarlo.
Los que se oponen a reconocer esta declaración independentista, argumentan que no hay actas que den pruebas del mismo. Hay que recordar, que eran tiempos de guerra, donde se ganaba o eran destruídos.
Las actas originales del Congreso de Tucumán, las cuales fueron portadas hacia Buenos Aires por el ayudante mayor del Regimiento 8, Cayetano Grimau, quien fue asaltado en el camino, perdiendo así su encomienda la cual nunca fue encontrada. Tiempo después, pudieron ser reconstruidas por una copia que estaba en manos del Secretario Serrano.
Además de esto, en Concepción del Uruguay, los participantes del Congreso tenían una identidad más popular, gauchesca y originaria, poco cercanos a los actos formales y con escasa cantidad de hombres de leyes.
Otro argumento cuestionador es que en la correspondencia de Artigas de esos días no hay referencia a la declaración independentista. El motivo de ellos, es que, en ese momento, la principal preocupación de del caudillo era lograr un acuerdo con Buenos Aires, para lograr fortalecerse ante la inminente invasión del imperio portugués proveniente de Brasil.
Es por eso que sus menciones se referían a la formación de una delegación que saliera del Congreso para una mediación, ya casi condenada al fracaso, debido a que, el deseo de los políticos porteños era justamente la destrucción de Artigas con la ayuda de los brasileros que se acercaban.
Por otra parte, el oriental y sus seguidores, no necesitaban declarar la independencia, ya que, estaban convencidos de que esa había sido la intención de los acontecimientos en mayo de 1810, ajenos a las especulaciones políticas de los porteños.
Así lo evidenciaron, las Instrucciones artiguistas para la Asamblea del Año XIII, en las que, ya en su encabezamiento, antes del articulado, se leía: “Primeramente pedirá la declaración de la independencia absoluta de estas colonias, que ellas están absueltas de toda obligación de fidelidad a la corona de España y familia de los Borbones, y que toda conexión política entre ellas y el Estado de España deber ser totalmente disuelta”.
Esta posición se afirmó en la memorable oración inaugural al Congreso “de Tres Cruces”, celebrado tres años antes del de Concepción del Uruguay, cuando el caudillo oriental expresó: “La soberanía particular de los pueblos será precisamente declarada y ostentada, como objeto único de nuestra revolución; la unidad federal de todos los pueblos e independencia no sólo de España sino de todo poder extranjero”.
Si bien, como queda escrito, Artigas y la Banda Oriental no debían declarar lo que ya habían declarado, el Congreso de los Pueblos Libres fue la oportunidad para que lo hicieran las otras provincias federalistas.
Así, el Cabildo de Corrientes, dejó asentadas las conclusiones de los debates sostenidos en Concepción del Uruguay: “Viéndose penetrado de la utilidad y necesidad de convenir, consultando la beneficencia del pueblo, su representado, con las benéficas y liberales ideas con que el señor General (Artigas) promueve la santa causa de los pueblos, para colocarlos en el goce pacífico de sus primeros derechos, las cuales ni son opuestas al sistema esencial de la América, ni distintas de las que se adoptaron en la primera época de la instalación del gobierno provisorio de la capital de Buenos Aires, se resolvió declarar la independencia bajo el sistema federativo y al General Don José de Artigas por Protector”.
A su vez, las instrucciones que llevó el delegado santafesino, reproducían casi literalmente las enviadas en 1813 a la Asamblea reunida en Buenos Aires: “1º Pedirán la declaración absoluta de la independencia de la Corona de España y familia de los Borbones”. Pocas dudas quedan, que las demás provincias habrán propuesto y votado iniciativas similares, ya que, la declaración de la independencia era un eje clave de la unión federal.
Otro de los aspectos notables del Congreso “de los Pueblos Libres” que lo diferencia claramente del tucumano de 1816 es que, mientras éste fue conformado por delegados elegidos “a dedo” por las respectivas oligarquías dominantes en las provincias concurrentes, en el entrerriano el sistema de elección de representantes fue por voto popular en asambleas de amplia convocatoria.
Otra diferencia es que, mientras en Tucumán los debates estuvieron centrados en la forma de gobierno, consensuándose que la monarquía constitucional era la mejor, fuese con soberano europeo o americano, también en cómo negociar, no oponerse, con el invasor brasilero que acababa de irrumpir en la Banda Oriental. Mientras que, en Concepción del Uruguay, se trató la política agraria y el comercio interprovincial y con el extranjero.
Se resolvió que, se confeccionaría un Reglamento para el fomento de la campaña, poblada por inmensos latifundios que despoblaban y no explotaban las feraces pampas litorales. El mismo, aprobado el 10 de septiembre de 1815, constituyó la primera reforma agraria de Latinoamérica. Consistía en la confiscación de propiedades de “malos europeos y peores americanos”, adversarios de la revolución patriota, para distribuirlas y así ser leales con las bases populares que constituían la fuerza del artiguismo. En su artículo 6º. podía leerse que “los más infelices serán los más privilegiados. En consecuencia, los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suertes de estancia”. El artículo 7º establecía que “serán igualmente agraciadas las viudas pobres si tuvieran hijos. Serán igualmente preferidos los casados a los americanos solteros, y éstos a cualquier extranjero”.
Cuando Artigas tomó conocimiento de la Declaración de Independencia en San Miguel de Tucumán el 9 de julio de 1816, escribió al Director Supremo en Buenos Aires, Juan Martín de Pueyrredón el 24 de ese mes: “Ha más de un año que la Banda Oriental enarboló su estandarte tricolor y juró su independencia absoluta y respectiva. Lo hará V.E. presente al Soberano Congreso para su Superior conocimiento”.
El hecho de que ninguna de las provincias que asistieron al “Congreso de Oriente” o “de los Pueblos Libres” concurriera al de Tucumán es evidencia de que ya consideraban cumplido el trámite independentista.
Por otra parte, eran las que propugnaban una organización y constitución federal, republicana, popular y americanista, lo que no coincidía, salvo excepciones, con las concurrentes a Tucumán. La presencia de los delegados porteños en ésta tampoco era un incentivo, ya que la liga federal de los “Pueblos Libres” se encontraba en guerra con el puerto y no ignoraba que, la invasión portuguesa desde el Brasil era alentada desde allí.
Es por eso que, no es erróneo reconocer que en un pasado hubo otra Declaración de Independencia con un proyecto constitucional federal y popular, con variadas diferencias a las de Tucumán en 1816.