Durante la semana pasada el Papa dio a conocer una “Exhortación Apostólica”, que es un documento importante de los Papas que generalmente se promulga después de un Sínodo, como el realizado el año pasado, y forma parte del magisterio de la Iglesia. Estos documentos son de contenido más pastoral, a diferencia de las Encíclicas que suelen abordar cuestiones doctrinales. El título es “La alegría del Evangelio” y trata acerca del anuncio del evangelio en el mundo actual. Se la va a citar como EG, que son las dos primeras letras de las palabras con las que comienza en latín “Evangelii Gaudium”.
Empieza con una afirmación que brota de la experiencia del Papa como hombre de fe: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”. Y es así. La palabra “evangelio” viene del griego, y significa “buena noticia”.
Te recomiendo la leas y medites. En este artículo dominical quiero compartirte unos pocos párrafos para incentivarte a gustar de este texto de Francisco.
Hasta hace algunas décadas se pensaba que la tarea misionera era responsabilidad de religiosos y sacerdotes. Pero sabemos que es vocación de todos los bautizados, e implica salir del encierro personal y comunitario: “Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio”. (EG 20)
Por eso dirá también Francisco que “La Iglesia «en salida» es una Iglesia con las puertas abiertas. Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo y sin sentido. Muchas veces es más bien detener el paso, dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del camino. A veces es como el padre del hijo pródigo, que se queda con las puertas abiertas para que, cuando regrese, pueda entrar sin dificultad”. (EG 46)
Les decía que es tarea de todos. Pero no es cuestión de predicar solamente con palabras. Por eso “la comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. Los evangelizadores tienen así «olor a oveja» y éstas escuchan su voz. Luego, la comunidad evangelizadora se dispone a «acompañar». Acompaña a la humanidad en todos sus procesos, por más duros y prolongados que sean. Sabe de esperas largas y de aguante apostólico. La evangelización tiene mucho de paciencia, y evita maltratar límites”. (EG 24). En este contexto debemos ubicar la tarea que se despliega en nuestras comunidades por medio de Caritas, Grávida, la atención a los adictos, a los enfermos…
Nos repite lo que ha dicho en otras oportunidades: “prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos”. (EG 49)
Hermoso y contundente. Seguiremos rumiando su contenido.
Hoy comenzamos el tiempo del Adviento, que nos pone en camino hacia la Navidad. Las lecturas bíblicas de las celebraciones nos alientan en la esperanza y nos mueven al compromiso misionero y solidario. Dios se hace cercano por medios humildes y sencillos. Escuchemos su invitación.
El sábado próximo, 7 de diciembre, hemos convocado a una Jornada de ayuno y oración para hacernos cercanos a quienes sufren por el drama de la droga y el narcotráfico, alentar el trabajo que se desarrolla en muchos lugares, y sensibilizarnos para que haya más compromiso. Acercate a la Parroquia o Capilla que te quede más a mano y sumate a la oración. Dios escucha a sus hijos.