Barros Schelotto busca ser tan ganador como cuando jugaba en Boca. Leé la columna.
“Encontrarán elogios a Guillermo por su habilidad, por el atrevimiento, por la improvisación, por la pegada precisa o por su inteligencia, y si bien son todas cualidades creo que eso no es lo más importante: Guillermo no sería Guillermo si no fuese por su orgullo, su principal motor, un tipo tremendamente ganador gracias a su amor propio”, Carlos Bianchi en Guillermo, el terrible de Pablo Vicente y Sergio Maffei.
Guillermo Barros Schelotto fue un futbolista diferente. Partió cerca de la raya como un típico delantero encarador y asistidor pero con el tiempo se fue volcando hacia el centro y terminó haciéndose más goleador: hizo 171 goles en 628 partidos. Su juego fue tan intuitivo como inteligente, su accionar fue picaresco y sincero en dosis similares. Comenzó en el baby fútbol del Club For Ever, debutó en Primera con Gimnasia y Esgrima de La Plata (ganó la Copa Centenario) después pasó a Boca Juniors (ganó 6 Ligas, 4 Libertadores, 2 Intercontinentales, 2 Sudamericanas y 2 Recopas Sudamericanas), emigró al Columbus Crew de la MLS (ganó la Liga y el Premio al Jugador más valioso del 2008) y finalizó su carrera profesional en el Lobo, donde la había iniciado.
Actualmente, en Lanús, Guillermo Barros Schelotto está haciendo su debut en la dirección técnica. Su ayudante de campo es su hermano mellizo, Gustavo, quien ya tuviera experiencia en el cargo como asistente de Gregorio Pérez. Casualmente, el entrenador uruguayo fue quien, en su momento, hizo debutar al mellizo en la Primera de Gimnasia, a comienzos de los 90. Ya lleva tres torneos al frente del equipo: en el primero finalizó 4° con 34 puntos (diez victorias, cuatro empates y cinco derrotas); en el segundo finalizó 3° con 33 puntos (ocho victorias, nueve empates y dos derrotas); en el actual también se ubica en la tercera posición, a dos puntos del líder (con ocho victorias, cinco empates y cuatro derrotas) y con chances ciertas de lograr el campeonato.
El Lanús de los Barros Schelotto es un equipo estructurado pero versátil. De la mitad de cancha hacia atrás sale casi de memoria: Marchesin de arquero, cuatro defensores (Araujo/Ayala, Goltz, Izquierdoz y Velázquez) y tres volantes (González, Somoza y Barrientos). Es en el ataque, donde el equipo tiene más variantes. En los últimos tiempos, fue habitual verlo jugar con tres delanteros (Silva o Blanco como centrodelanteros y Melano, Pereyra Díaz, Acosta o Romero como extremos) aunque en algunas oportunidades ha jugado sólo con dos atacantes y con Chávez como enganche.
Para Ramón Cabrero, manager del club, único entrenador campeón con Lanús en Primera División (Apertura 2007) y palabra de peso en la institución granate, el actual cuerpo técnico ha sido una grata sorpresa. Al ser consultado sobre cómo era Barros Schelotto como entrenador, comparado con aquella imagen que brindaba como futbolista díscolo, dijo: “El Guillermo jugador tenía su fama pero me habían dado buenas referencias sobre él como persona. Ellos (por Guillermo y Gustavo) son dos jóvenes muy abiertos a escuchar y muy preparados, tienen todo planificado pero preguntan de manera frecuente, pidiendo opinión, para ver si hay algo que se pueda aportar para mejorar”.
El juego ofensivo y seductor que practica, la actualidad esperanzadora que tiene su equipo (con chances en el campeonato y en la Copa Sudamericana) y el respeto que se ha ganado como entrenador por el manejo del grupo y por la “rehabilitación futbolística” de ciertos jugadores que venían de capa caída tras su paso por Boca, lo puso en el candelero. Mauricio Macri, en una entrevista en Tierra de locos en Rock and Pop, lo mencionó como uno de los sucesores de Bianchi, cuando al Virrey se le termine su contrato. Su pasado glorioso, también lo potencia como aspirante.
“Esta es mi historia, la que vieron reflejada en estas páginas. Es la historia de alguien que tuvo sueños de fútbol, que los persiguió con perseverancia hasta cumplirlos y que cada vez que sale a la cancha busca nuevos desafíos”, escribió Guillermo en la carta abierta que cierra el libro de Vicente y Maffei. Ahora, en la búsqueda de un nuevo desafío, su equipo enfrentará a Libertad (Paraguay) con el objetivo de llegar por tercera vez en su historia a la final de un torneo sudamericano. El niño terrible ya es un entrenador respetado, ahora persigue ser tan ganador como cuando jugaba.