El río en el puerto de la capital entrerriana medía este miércoles a la madrugada 96 centímetros, es decir, seis más que en la víspera. Al respecto, el subgerente de Sistemas de Información y Alerta Hidrológico del Instituto Nacional del Agua (INA), Juan Borús, señaló que “estamos 1,30 metro mejor de lo que estuvimos el 20 de julio de 2021”.
Sostuvo que esta condición de “estar mejor se va a mantener, pero estamos dos metros por debajo del valor normal para esta época del año”.
La perspectiva climática sigue siendo desfavorable, ya que prevé que “al menos hasta el 30 de septiembre tendremos lluvias inferiores a las normales o, a lo sumo, normales, en toda la cuenda formadora del río Paraná”, dijo el ingeniero.
No obstante, insistió: “Estamos a distancia de los valores extremadamente bajo que hemos tenido”.
Enseguida adelantó que “el nivel en Paraná seguirá bajando y a mediados de agosto se ubicaría entre los 50 y 60 centímetros, aunque una lluvia que se dé en la cuenca del Iguazú, en el este de Paraguay o Misiones, puede atenuar la bajante o si continuara la condición de cero precipitaciones, se podría acentuar más” el descenso de las aguas, manifestó Borús.
Tomas de agua
“Hoy la atención está puesta en menor medida en las tomas de agua, que era la mayor preocupación, porque se han hecho avances y estamos mejor preparados en todo el Litoral argentino para proveer de agua las áreas urbanas con menos problemas”, opinó el especialista.
Sobre esto, hizo hincapié en que “al captar agua de niveles tan bajos, la concentración de contaminantes es mayor, por lo que el costo de bombeo y el de tratamiento es mayor”, por lo que insistió en la necesidad de un «uso racional”.
La bajante más persistente en casi 140 años
“Es la bajante más persistente en casi 140 años. Quedará en la historia y aún tenemos por delante varios meses, porque no me sorprendería que se mantuviera hasta febrero del año que viene”, recalcó el funcionario del INA.
Y continuó: “La perspectiva no indica un retorno a la normalidad medianamente rápido, sino que sería gradual y podría alcanzarse recién a principios del año venidero, aunque es muy difícil fijar una evolución con precisión”.
Finalmente, advirtió que para sacar conclusiones sobre esto, habrá que seguir analizando la información “una vez que este escenario termine para decantar qué parte tiene que ver con la variabilidad climática natural y qué con el cambio climático. Y el otro punto es qué parte de los cambios de los usos de los suelos y los trabajos del hombre en la cuenca tienen razonabilidad para considerarlos como agravantes de la condición de bajante”.