En la ciudad de Paraná el río descendió los últimos 7 días de 26 centímetros a 0; y el INA espera que descienda 12 centímetros a mediados de enero, pero podría alcanzar los 40 centímetros por debajo del nivel del mar.
El Instituto Nacional del Agua (INA) advirtió que prevalecerá una disminución de los caudales entrantes en el río Paraná, por lo que seguirá en bajante hasta al menos el 28 de febrero próximo, a la vez que subrayó que el curso puede llegar a niveles por debajo del nivel mar, una situación que no ocurre en la zona desde 1944
En la ciudad de Paraná el río descendió los últimos siete días de 26 centímetros a 0, muy por debajo de su nivel de aguas bajas (2,30 metros) y de su altura promedio para diciembre (3,07 metros).
Allí, el INA espera que descienda 12 centímetros a mediados de enero, pero podría alcanzar los 40 centímetros por debajo del nivel del mar.
La bajante histórica del Paraná comenzó en marzo del 2021 y provocó cambios en la vida ambiental, económica, productiva y social de ciudades que están en la ribera.
En La Paz, el río Paraná bajó de 93 a 31 centímetros la última semana, lejos de los 3,20 metros de límite de aguas bajas y de los 4,02 que la Prefectura Naval Argentina (PNA) registró como promedio entre 1996 y 2020.
En el puerto de Diamante, más al sur de la costa entrerriana, el río mantiene un descenso desde mediados de noviembre y hoy permanece con 20 centímetros de altura, 28 centímetros menos que la semana pasada y por debajo de los 2,40 metros del límite de aguas bajas.
En tanto, en Victoria también baja desde noviembre y permanece con 92 centímetros, por debajo de aguas bajas (2,60), de sus 3,41 registrados como promedio este mes.
Hay que remontarse a 1944 para registrar una situación peor que la actual.
La bajante afectó la fauna íctica al dejar seco el valle de inundación (donde los peces se refugian, alimentan, reproducen y crecen); produjo inconvenientes en el riego de cultivos y complicó las producciones industriales que necesitan captar agua.
También acrecentó los problemas de incendios en las islas, ya que en otras situaciones el agua funcionaba como cortafuego natural; y los de contaminación del agua, ya que se redujo la capacidad del río de dilución de los afluentes crudos o industriales.
El secretario de Agricultura y Ganadería de Entre Ríos, Lucio Amavet, dijo a Télam que la bajante «impactó fuertemente en acopiadores, fileteadores, transportistas y más de 3.000 familias de pescadores».
En ese sentido, recordó que las barcazas comerciales «tuvieron que adecuarse a transportar mucha menor cantidad», lo que ralentizó la navegación y «ha encarecido enormemente el transporte fluvial».
«Es una situación histórica particular que nos enfrentó a una situación compleja desde lo ambiental que seguirá hasta 2025, se puso en crisis la producción, tuvimos serios problemas con incendios y destruyendo el hábitat de la fauna», dijo a secretaria de Ambiente de Entre Ríos, Daniela García.
El gobierno entrerriano busca crear un plan provincial de adaptación y mitigación del cambio climático con diferentes obras y una red de municipios que «establecerán metas de reducción», en la gestión de afluentes para reducir los efectos de gases invernaderos pero principalmente «en la educación y prevención de daños al ambiente».