El actor confiesa que interpretar a Liberace lo hizo olvidar el dolor. Dice estar feliz de que se hayan equivocado al pensar que era un film que sólo verían los gays y disfruta del éxito.
La vida personal y profesional no siempre pueden separarse y, en esta ocasión, Michael Douglas reconoce que haber hecho el rol protagónico de la más reciente (¿o última?) película de Steven Soderbergh le queda asociado al fin de tratamiento contra el cáncer. En la actualidad, a sus 69 años, este talentosísimo actor se ha curado. Y disfrutando de su renovada salud, festeja los éxitos de Behind the candelabra: my life with Liberace (Detrás del candelabro: mi vida con Liberace). Se trata de la película de HBO para televisión, dirigida por Steven Soderbergh, ganadora de 11 premios Emmy, entre ellos, Douglas como mejor actor. El film –que ya lleva más de dos millones y medio de televidentes desde el Festival de Cannes–, está basado en el libro homónimo de Scott Thorson.
¿Quién es Scott Thorson? Este blondo muchacho, que todavía hoy sigue dando materia para la polémica, difícilmente hubiera sido famoso si no fuera por su romance, apasionado y tormentoso, con el excéntrico y glamoroso pianista estadounidense Wladziu Valentino Liberace (1919-1987), conocido como Liberace o Lee, quien con sus dedos ágiles, tocaba clásicos, jazz, rock and roll, mientras desplegaba comentarios y, más que conciertos, hacía un show de sí mismo. La película cuenta la historia de cinco años de amor entre el músico, quien fuera una de las primeras víctimas del Sida, y el joven efebo de quien se enamoró. Se habían conocido en 1977 por un amigo, y a las pocas semanas Thorson se mudó a la mansión de Liberace y fue declarado como el chofer que conducía al pianista en un Rolls Royce, uno de sus muchos lujos.
En el film, Matt Damon en Thorson. En el papel de Liberace, está Michael Douglas, quien se ve notablemente transformado a través de recursos de máscaras, peluca, maquillaje y vestuario. De eso y más, habla aquí:
—¿En qué momento de su vida llegó esta película?
—Steven me dio el guión cuando yo estaba recuperándome del cáncer y de repente me sucedió una de las mejores cosas de mi carrera con esta oportunidad de trabajar con gente que amo. Este trabajo me significó mucho. Fue importante para mí, realmente fue catártico. Si bien la filmación se había pensado para 2011, se pospuso para 2012 por cuestiones de agenda de Damon. En ese momento, yo estaba fuera del trabajo por un rato; estaba concentrado en estar feliz por estar vivo. Además, me doy cuenta de que ellos sabían que no estaba listo para empezar. Estaba demasiado débil y flaco. Pero es algo que no ves, porque después de lo que pasás, sólo estás feliz por estar vivo. Pero ellos tenían razón. Ahora me doy cuenta de que no estaba en condiciones todavía.
—¿Cómo evalúa los resultados de la película?
—Vi la película un par de veces y no nos veo a Matt y a mí, sino a dos tipos. Y después, ya no veo dos tipos, sino a una pareja. Las discusiones que tienen son el tipo de discusiones que pueden tener marido y mujer, son los mismos debates y peleas que tienen las parejas. El film dio vueltas por varios estudios que temían: “Bueno, sólo los gays van a querer ver esta película”, y me da gusto probar que estaban equivocados.
—¿Cómo evalúa el tratamiento de la homosexualidad en la actualidad, respecto de la época de Liberace?
—Afortunadamente vivimos en tiempos diferentes. Las cosas cambiaron muy rápido. Alcanza con mirar en Estados Unidos el debate sobre matrimonio entre personas del mismo sexo. Es un tema que cambió drásticamente en los últimos cinco años.
—¿Qué características tenía el Liberace real?
—No tenía ni un pelo fuera de lugar y ahora sé por qué: es que era una peluca. Por otra parte, no podría haber sido más divino. Una de las cosas que más me gustan de esto, además de lo divertido de interpretar a un tipo gay, es el hecho de que estaba interpretando a alguien agradable, algo que no me pasa muy a menudo. Era generoso, simpático, tenía gran sentido del humor, y si uno habla con la gente que lo acompañó detrás de escena, todos dicen que era un tipo adorable.
—¿Lo conoció personalmente?
—Sí. Yo tenía unos 11 o 12 años y estaba visitando a mi padre en Plam Springs, donde estaba mi segundo hogar. Cruzaba la calle cuando vi a Lee viniendo en el sentido contrario, en un Rolls Royce o Bentley convertible, y bajo el sol de Palm Springs, me acuerdo que el destello que salía de sus anillos en sus dedos y del oro alrededor de su cuello me encegueció. Era un centelleo bajo el sol del desierto.
—¿De qué manera abordó la composición del personaje?
—Era una alegría interpretar a una persona real pero también era intimidante porque él era un tipo de ascendencia polaca, grandote, con el pecho como un barril; sus muslos eran el doble de los míos. Por eso, la cuestión era sentirme físicamente cómodo con el rol. O por otra parte, estaba el aspecto de crear un personaje versus hacer una imitación.
—¿Usted toca el piano?
—No, yo no toco el piano. La verdad, trabajé muchas horas sobre eso. Liberace era un gran pianista que encontró la manera de agrandar su audiencia. Era un showman genial. Una de las primeras personas que miraba a la cámara en televisión para hablarle. Me acuerdo de verlo en televisión , y no nos poníamos a pensar si era gay o no, porque era muy divertido. Tenía una actitud muy contagiosa. Y cuando estaba en los escenarios, la gente lo amaba.
—¿Catherine [Zeta-Jones, su esposa] vio la película?
—Sí, quedó impactada. Realmente la hizo reír. Dijo que le parecía un gran trabajo.
—¿En qué otros proyectos está involucrado?
—Acabo de hacer una película con Robert De Niro, Morgan Freeman y Kevin Kline llamada Last Vegas, con dirección de John Turtletaub, a estrenarse en noviembre. No habíamos trabajado todos nosotros juntos antes pero estuvo muy bien. El tiempo de grabación puede parecerse a un beso de la muerte, pero sabe muy bien. Además estoy hacienda una película (And so it goes), con Diane Keaton, que dirige Rob Reiner, y también estoy produciendo un thriller llamado The reach in the fall.
*Cortesía HBO.