Hoy, viernes de la vigésima séptima semana durante el año, se lee el libro de Joel (1,13-15;2,1-2) donde el profeta llama a hacer penitencia porque está próximo «el día del Señor»; y el evangelio de San Lucas (11,15-26) donde se narra el episodio en que Jesús expulsa a un demonio del cuerpo de un hombre, y a los comentarios de la gente responde: «Si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces el Reino de Dios ha llegado».
San Felipe, diácono Gracias a su ejemplar vida y amor a la Iglesia naciente, los mismos apóstoles lo eligieron para el Diaconado. Cuando los discípulos de Jesús se dispersaron tras el martirio de San Esteban, Felipe llevó el Evangelio a Samaria. Entre los hechos más notables de su vida se recuerda la instrucción en la fe cristiana a un alto funcionario de Candace, la reina de Etiopía, quien fue el primer bautizado no judío, según relata el libro de los Hechos de los Apóstoles. Murió en Cesarea, donde vivía con sus cuatro hijos, pero se ignora la fecha de su muerte.
San Bruno, obispo Fue canciller del Sacro Imperio Germánico y arzobispo de Colonia. Mantuvo viva en su hermano, el emperador Otón el Grande, la primacía del espíritu sobre la fuerza. Contrariamente a Otón, que no sabía latín, Bruno recibió una educación esmerada, y por ello rodeó al emperador de sabios y poetas, tanto que Otón, ayudado por Bruno, inició un movimiento por un renacimiento literario europeo. De San Bruno fue escrito: «Sabio y protector de los sabios; gobernante y dechado de políticos cristianos, era, sobre todo, un hombre de Dios, un santo».
Así murió en Colonia, Alemania, el año 965. Santa María Soledad Torres Acosta, fundadora Nació en Madrid en 1826. El 15 de agosto de 1851, con el párroco de Chamberí, fundó la Congregación de las Siervas de María, Ministras de los Enfermos, dedicadas a la asistencia de enfermos a domicilio. Murió el 11 de octubre de 1887 en Madrid. Fue canonizada por Pablo VI el 25 de marzo de 1970.