Por Federico Luna Dambrine
Una de las víctimas del cura Justo José Ilarraz, condenado a 25 años de prisión por abuso de menores, le envió una carta al Papa Francisco en la que explicó que «existen y existieron sobradas pruebas acerca de la perversidad» del cura, por lo que pidió que la Iglesia «actúe, sentencie y expulse» de la institución católica a quienes cometieron esos delitos.
Ilarraz «debería dejar de pertenecer -hablo en nombre de muchos hermanos de Cristo- por respeto a la gente y a su fe, que ya están cuestionando el tibio actuar de quienes nos representan», le resaltó Hernán Rausch, primer denunciante del cura.
En el escrito, Rausch le recordó al Papa que en una primera investigación dentro de la Iglesia, en 1995, se lo encontró culpable de delitos de abuso sexual a menores, pero sólo fue removido del Seminario de Paraná.
Allí había «chicos con pequeñas inquietudes vocacionales de sacerdocio que hubieran sido, tal vez, grandes sacerdotes, bendiciendo y salvando almas que hoy se están condenando por el mediocre, defectuoso, insensible e insignificante actuar de algunos altos prelados», agregó.
«Esos mismos que minimizaron los hechos cuidando su reputación -continuó- ocupaban importantes cargos, incluso nacionales, y su de proceder era sacarlos del lugar de residencia y llevarlos lejos, total las víctimas, los niños, eran manipulados y no se atreverían a hablar».
Ilarraz fue condenado a 25 años de prisión efectiva por abuso y corrupción de niños y adolescentes de entre 10 y 14 años por un tribunal de primera instancia el 21 de mayo de 2018, acusación agravada por ser el encargado de la educación de las víctimas en cinco de los siete casos denunciados.
Actualmente, el aún sacerdote cumple prisión domiciliaria en un departamento ubicado en la calle Corrientes de Paraná, por encima de una agencia de viajes de menores y frente a una escuela primaria y secundaria.
Esa situación puede cambiar cuando la Corte Suprema de Justicia de la Nación se expida sobre el pedido que hizo para considerar prescritos los delitos, y Rausch también pide que la Iglesia revea su estado clerical.
Los encargados eclesiásticos «dejaron pasar el tiempo, tratando de echar al olvido y buscando la prescripción, y además bajo el lema de ‘poner todo en manos de Dios’, sin poner herramientas humanas a la hora de impartir justicia y recomendando ‘perdonar al autor y mirar hacia adelante'», enfatizó en el escrito.
«¿No les mueve sus conciencias para actuar? ¿Qué más debería haber hecho? Reclamo actuar sobre hechos escandalosos, porque la falta de celeridad, definiciones y aplicaciones indigna, teniendo incluso la confesión del mismo autor», le preguntó al Papa.
En otro tramo de la carta, Rausch recordó que Ilarraz ocupó varios cargos dentro del Seminario de Paraná, algunos «incompatibles y con los que acumuló poder que le brindó impunidad, para así ganarse confianza» no solo de los menores, «sino también hacia sus padres, madres y familias».
En ese marco, enfatizó que los curas abusadores buscan «sacar tajada por la fe de las familias, siendo ellas fieles y nobles a la religión, pero estafados en nombre de la misma»
Ilarraz «fue un perverso estratega con mi familia, supuesto mejor amigo, e incluso también los que estuvieron y están implicados», manifestó Rausch.
«Su Santidad, no me mueve la venganza sino la fe, de eso se trata. Sentencien y castiguen a esos pocos, porque hay más de un responsable, y eviten que se alejen más personas y fieles de nuestra Iglesia», finalizó la carta.
Por otro lado, el martes pasado el papa Francisco expresó su «vergüenza» por los abusos sexuales a cerca de 216.000 niños revelados en un informe, y pidió rezar porque «este es el momento de la vergüenza».
Al respecto, Rausch consideró que «expulsar no significa condenar al infierno, tal vez hay que dejar de orar tanto, y escuchar y actuar más».
Asimismo, dijo que no es «agitador ni desestabilizador» sino que el propio Pontífice «dijo que quiere lío, que salgamos afuera», por lo que él salió «del silencio», y desea «un lío que ordene». Fuente: Télam