Ambas vienen de familias vinculadas al transporte y son las pioneras en la ciudad de un oficio históricamente realizado por hombres. Las barreras que tuvieron que romper, su amor por la profesión y el pedido por más oportunidades.
Ambas vienen de familias vinculadas al transporte y son las pioneras en la ciudad de un oficio históricamente realizado por hombres. Las barreras machistas que tuvieron que romper, su amor por la profesión y el pedido por más oportunidades para futuras generaciones.
Contra esta estigmatización todavía existente, tan sólo Virginia hace unos años y Sofía hace un puñado de días pudieron vencerlo y ser las únicas colectiveras de Gualeguaychú.
Virginia Rodríguez tiene 43 años y arrancó a manejar desde chica, ya que su padre colectivero no tuvo tales prejuicios y le ensenó. “Siempre me iba con él de viaje, y años después me casé y mi marido tenía camiones, así que también lo ayudaba a manejar, siempre anduve en la ruta”, contó a ElDía.
La primera colectivera de la ciudad comenzó a serlo hace 5 años, ya que antes deambuló por distintas empresas transportistas pidiendo un lugar pero siempre se lo negaron.
“En el 2014 mi marido se enfermó, así que empecé a buscar trabajo y fue difícil porque había muchos prejuicios con la mujer al volante, decían que ya tenían sus choferes o ponían excusas, y entre un hombre y una mujer siempre elegían a ellos; hasta que en el 2016 hubo un lugar en la empresa de transporte escolar de los Paredes en la que trabajaba mi padre y me llamaron”, detalló Virginia.
Pero claro, no sólo tener una oportunidad fue complejo, sino que también tuvo que revalidarlo. “Cuando empecé tuve compañeros que no estaban muy de acuerdo en tener una mujer en la empresa, fue difícil, hubo gente a la que no le gustaba y por ahí no te decían nada pero después te enterabas, te miraban mal y todas esas cosas”, reveló, a la vez que valoró que “por suerte mis patrones siempre estuvieron muy seguros, siempre tuve su apoyo y el de mi familia, así que feliz”.
Con respecto a la reacción de los pasajeros, destacó que “siempre estuvo todo bien, si bien te sentís más observada cuando vas en la calle y algunos se quedan de ojos grandes, pero yo amo estar en el colectivo y andar”, y agregó que le gustaría también trabajar en larga distancia, “pero por mis hijos no me hoy, aunque ya están grandes, ja”.
La mayor tiene 20, y el menor 16 y ambos “se criaron entre los fierros, nunca una pelota de futbol, siempre el volante”, recordó Virgina, que agradeció que ”ellos estaban felices cuándo, me apoyaron mucho. Y mi marido también, él siempre está pendiente de ayudarme, nunca me negó nada, también me daba el camión para manejar”.
De lunes a viernes, la primera colectivera hace el recorrido de Gualeguaychú hasta Irazusta, pasando por Palavecino o por Larroque. “Junto chicos en el campo y en la ruta hasta la escuela Nº6 de Irazusta. También hice el transporte de la colonia municipal en 2019, pero luego por la pandemia no se hizo más”, detalló, y rememoró que durante la cuarentena “la situación fue muy dura, al no haber clases estuvimos parados y tuve que ponerme a vender milanesas en el barrio”.
Finalmente, Virginia reflexionó que “podemos hacer las cosas bien y hasta mejor que los hombres, cuando te gusta algo y lo haces de corazón no importa nada, te levantas salís y trabajás feliz”, y le aconsejó a las generaciones venideras “que hagan el esfuerzo, que la luchen como hice yo, quizás podemos ayudar a que otras trabajen en empresas, sería buenísimo”.
Sofía, la colectivera más joven y la primera de línea
La gualeguaychuense de 24 años continúa el legado de Virginia y marca su propio hito, siendo la más joven en manejar profesionalmente un colectivo y la primera en hacerlo en un colectivo de línea en la ciudad.
“Hace un tiempo que estoy practicando, y hace dos semanas comencé a hacer los recorridos acompañado con otro chofer, y a partir de la semana que viene ya arranco sola”, contó a ElDía Sofía Dalcol, quien estaba estudiando Bellas Artes en Rosario, pero hace unos meses optó por dejar en stand by la carrera y dedicarse de lleno a manejar. “Quizás en algún momento pienso terminar la carrera, pero tomo esto como algo fijo y pensando a futuro”, afirmó.
“Desde los 7 años más o menos que quería aprender a manejar colectivos, y bueno ahora cuando volví a Gualeguaychú hablé con mi viejo (Alfredo Dalcol, dueño de El Verde) y me dio la oportunidad de entrar a manejar”, valoró Sofía, que se sube a las 6 de la mañana para poner en marcha el colectivo en el galpón de 2 de Abril y Bv. Daneri y se baja a las 12 y media. Hace el recorrido hacia el parque industrial temprano por la mañana, y luego va desde la rural, recorre Urquiza al oeste y luego conduce por el centro de la ciudad para retornar hacia el punto de partida.
“La primera vez que me subí sentí un poco de miedo de enganchar algún auto, pero enseguida sentí confianza”, expresó, y graficó que “son como tres autos juntos, son otras técnicas para doblar y hay que prestar más atención, pero una vez que le agarrás la mano es lo mismo”.
¿Cómo es trabajar rodeada de hombres? “Por suerte son todos re macanudos y buena onda, al toque se prendieron a querer ayudarme y a enseñarme el recorrido. Dentro de la empresa nunca escuché nada, ninguno hizo comentarios por suerte”, destacó la joven, y agregó que entre los pasajeros “tenés de todo”, aunque la mayoría “contentos de que haya una mujer al volante”.
Además, contó el apoyo incondicional de sus amigos. “Me felicitaron todos, cada vez que pasaba por 2 de abril unas amigas estaban esperándome y me saludaban a los gritos, todos re contentos y apoyándome”, agradeció.
Por último, al igual que Virginia, instó a sus pares a que “se animen, es cuestión de acostumbrarse al colectivo” y que “se puede, por suerte tengo a mi viejo y a mi hermano y a Víctor que me enseñaron, pero siempre hay alguien que puede darte una oportunidad”, concluyó. (El Día)