A pesar de que el Barcelona del Tata todavía no perdió y lidera los torneos que disputa, los medios locales cuestionan al rosarino porque modificó el estilo de juego. Sus jugadores lo defienden.
Una de las primeras lecciones que aprendió el Tata Martino en España es que ser entrenador del Barcelona es más insalubre que agarrar un equipo argentino con problemas de promedio. Analizado desde acá, a diez mil kilómetros, parece un delirio, pero allá ocurre: el equipo catalán está invicto, pero algunos se animan a plantear una “crisis”, va primero en la liga y ya está clasificado en la Champion y la Supercopa, pero aparecen los que se quejan de que abandonó el tiki tiki, y otros hasta cuestionaron que redujo la posesión de la pelota aun después de haberle ganado 4-0 al Rayo Vallecano. Inconformistas hay en todos lados.
En ese contexto de crítica desmedida, las conferencias de prensa que ofrece Martino rozan lo surrealista. En lugar de preguntas escucha críticas, como si en realidad el Barça estuviera haciendo la campaña de Racing. ¿Puede explicar la falta de minutos de Iniesta? ¿Cuál es su análisis sobre la pérdida de la posesión de la pelota luego de cinco años? ¿A qué se debe tanta rotación de jugadores? Palo y palo. Y eso que la campaña es abrumadora: con el Tata en el banco, el Barcelona jugó 19 partidos, de los cuales ganó quince y empató cuatro. En la liga, además, tiene la delantera más goleadora, con 38 tantos, y el arco menos vencido, con ocho. ¡Ah!, y ganó 2-1 el clásico con el Real Madrid. Todo bien. Pero todo mal.
¿Qué es lo que ocurre, entonces, con Martino en Barcelona? ¿Será, acaso, víctima de una campaña más tendenciosa que la de Clarín contra cualquier objeto que lleve una K? Porque en realidad las críticas arrancan en los medios. El ciclo es conocido: un periodista le pregunta al Tata sobre la “crisis” en el club, el técnico la desmiente, dice que tal crisis no existe, los diarios titulan con el tema y lo instalan. Aún a través de la negación de Martino se habla de la “crisis” del Barça.
A pesar de que apenas hace menos de cuatro meses que pisa suelo barcelonés, el rosarino ya les tomó el tiempo a los periodistas. Cuando se enfrenta a los preguntadores disconformes contesta tranquilo, da explicaciones, intenta dejar en claro que el estilo de juego puede ser otro, pero la intención no cambió y a veces se anima con alguna ironía. Hace diez días, por ejemplo, lanzó: “Estoy mirando películas de guerra para defenderme cuando perdamos”.
Una periodista catalana que prefiere mantener el anonimato expuso ante PERFIL algunos de los motivos que impulsan a los medios españoles a ensañarse con Martino. Conocedora del backstage del Barcelona, explica que por la enorme dimensión del club es muy complicado que un técnico conforme al ciento por ciento de la gente, pero en el caso puntual de Martino hay factores a tener en cuenta: algunos periodistas cuestionan al Tata porque lo que buscan en realidad es criticar al presidente Sandro Rosell; otros están fastidiados porque el entrenador no entró en el juego de los lobbies mediáticos; están los que reprueban que siempre tenga una respuesta coherente a los ataques que recibe, y alguno hasta expone reproches instigado por algún jugador que no está conforme con ser rotado. En ese juego de intereses cruzados, el que recibe los cachetazos es Martino.
La periodista señala también que en su país nadie elogia que Martino haya mantenido en el club a su antecesor Jordi Roura, o que supo tratar a Neymar con buena mano para que el brasileño se pueda adaptar al plantel, o que se preocupa de manera personal por todos los jugadores. Sin embargo, confía en que el Barça necesitaba un entrenador como el Tata, un hombre con paciencia y convicción capaz de tranquilizar un ambiente demasiado suceptible.
Defensores del Tata. Así como Martino recibe pelotazos de los medios españoles, también tiene una línea de fondo que lo cubre: sus jugadores. Desde que llegó, y a pesar de que hizo algunos cambios en el manual de estilo, ninguno se atreve a cuestionar nada. Al contrario, cada vez que hablan del DT es para elogiarlo. Es cierto que ahora el porcentaje de posesión de la pelota es algo menor, que por estricta necesidad los jugadores tienen permiso para sacarla fuerte y lejos, y que el arquero Víctor Valdés ya no tiene la obligación de salir jugando siempre con sus defensores. Sin embargo, le efectividad es la misma. Por eso, los jugadores apoyan el nuevo modelo.
Gerard Piqué, por ejemplo, tuvo que explicar esta semana en una nota al diario Mundo Deportivo: “La cultura del Barça y la catalana son demasiado exigentes, siempre queremos más. Y eso a veces no juega a nuestro favor. Es bueno ser crítico, pero a veces lo somos en exceso”. Por eso, el defensor le baja los decibeles a las críticas: “No traicionamos el estilo, porque no hay tanta diferencia con lo que hacíamos. Jugamos como antes, pero si tenemos espacio jugamos más rápido. El pase largo al espacio no es un sacrilegio, es una solución”. Cesc Fábregas, dos días después, también tuvo que salir a defender el modelo Martino: “Tocamos menos la pelota, es cierto, pero llegamos antes al área contraria”.
La vara muy alta. A Martino lo persigue la sombra de Guardiola. Es que Pep formó el mejor equipo de la historia, ganó todo y dio exhibición con un fútbol de lujo. La sucesión, era de esperar, iba a provocar resistencia. Y Martino, ahora, es el centro de aquellos que no aceptan los cambios. Y como el Barcelona sigue ganando nadie debate los resultados, sino la forma en que los consiguen.
La campaña de los periodistas disconformes fue tan efectiva que en los medios sociales empezó a circular la versión de que Martino dejaría de ser el técnico del Barcelona a fin de año. El rumor nació y se extendió con la misma velocidad que circula el video erótico de una famosa. Sin embargo, el Tata ya mantuvo reuniones con los máximos dirigentes del club para planificar el próximo año y discutir los nombres de los refuerzos.
El propio Martino, paciente, sencillo, explicó esta semana: “No soy yo el que habla de crisis. Somos los primeros en decir que tenemos mucho margen de mejora. Nunca me colgué de los resultados, pero estamos bastante lejos de tener un problema grave. Sigo pensando que el debate futbolístico es bueno, nos ayuda a crecer. Barcelona hace cinco o seis años que juega de la misma forma y los rivales van viendo cómo le pueden hacer daño. De ahí que tenemos que encontrar las alternativas. Cuando hay que hacer 18 toques, hacemos 18. Y cuando hay que hacer dos toques se hacen dos. También hay belleza en dos toques”.