Durante la anteúltima audiencia del juicio, el sargento Mauricio Gómez, acusado de haber asesinado a Iván Pérez subió al estrado y dio su versión de los hechos. No contestó preguntas y sostuvo que todo fue producto de un accidente.
El martes por la tarde, en el Centro de Convenciones, tuvo lugar la anteúltima audiencia del primer juicio por jurado en Gualeguaychú, donde se intenta determinar la responsabilidad del sargento Mauricio Gómez en la muerte del joven Iván Pérez, asesinado de un disparo en la cabeza en octubre de 2019 en un baldío del barrio Molinari.
Durante esta audiencia subió al estrado el único acusado del disparo, el policía Gómez, quien dio su versión de los hechos en un monólogo el cual no estuvo interrumpido por pregunta de las partes, ni la de la fiscalía, la querella o la defensa.
“Cuando estábamos yendo a la Comisaría 8ava, nos avisan que en la Casa 25 del barrio Molinari se estaría produciendo un ilícito, a lo que acudimos el sargento ayudante Zapata y yo. Una vez que llegamos al lugar los vecinos nos informan que los actores del ilícito serían los ciudadanos Pérez y Folmer”, comenzó Gómez su relato.
“Ahí decidimos con mi compañero salir a buscarlos en la jurisdicción, y vemos a Folmer a la altura de la plaza y lo aprehendemos, y sabiendo que Pérez se encontraba en su domicilio”, prosiguió el acusado antes de declarar que un vecino del lugar les avisó que el joven que les faltaba encontrar se estaba escapando: “’Muchachos, Pérez se les está yendo por los fondos’, nos alerta alguien y lo interceptamos en la esquina antes del descampado”.
En esta parte del relato, Gómez sostiene que le dice a su compañero que lo corra, pero el otro policía le advierte que no puede hacerlo por un problema en su pierna, algo que, según el policía acusado, no estaba anoticiado hasta ese momento.
“Hago tres metros por el descampado y veo que el terreno no da para meter el patrullero. Entonces lo pierdo de vista a Pérez, y al no verlo tomo las medidas de precaución al bajar del vehículo, porque yo tenía conocimiento de que Pérez era una persona adicta y que en una aprehensión anterior había lesionado al oficial Espinoza, causándole traumatismo en la zona nasal”, explicó y añadió: “Por eso tomo la precaución de bajar con el arma desenfundada y cuando me asomo al descampado veo que él no era un riesgo, es entonces cuando tomo la precaución de desmartillar el arma es ahí es cuando se me ocasiona un disparo involuntario”.
Según Gómez, el hecho de desmartillar el arma fue porque “el objetivo era perseguir a la persona, pero se me ocasiona el disparo involuntario”.
“Y entonces guardo el arma, levanto la vista y no lo veo. Corro porque pienso que Pérez puede estar detrás del templo evangélico, pero lo veo tirado en el piso, por lo que llamo al servicio de emergencias”, concluyó con respecto a lo que pasó ese fatídico día.
“Para mí, desde ese momento cambió todo, porque habiendo tomado todas las medidas de precaución que tomé, no me explico cómo se me ocasionó ese disparo involuntario, y no pudo vivir pensando que le quité la vida a una persona”, dijo a modo de conclusión.