Coronavirus en Concepción: “El virus te golpea física y psicológicamente”

La historia de Matías, el joven de 34 años que estuvo internado más de 20 días con Covid19 y a poco de recibir el alta, falleció su padre. En Basavilbaso, una pareja de médicos cuenta las secuelas que el virus ha dejado en ellos y en la comunidad vecina.

En estos días la ciudad sufre las horas más angustiantes desde el comienzo de la pandemia. En primer lugar por el aumento de casos de convecinos que han sufrido la enfermedad, de los cuales más de un centenar aún se encuentran con el virus activo. Pero también se comenzó a vivir de cerca la pérdida de personas en familias de nuestra ciudad.

“Todavía estoy devastado. Por lo que me hizo el virus a mí, con más de 20 días de internación, pero sobre todo por la muerte de mi padre, a quien ni siquiera pude despedir. Todavía me cuesta respirar, me agito fácilmente, y casi no puedo hablar, pero siento que tenemos que contar lo que pasa con esta enfermedad para que la gente tome conciencia”, todavía con la voz marcada por la enfermedad y la pérdida de su padre, Matías Ferreyra accedió a hablar con La Prensa Federal.

Luego de 22 días de internación en la sala especializada de COVID del Hospital Urquiza, Matías Ferreyra fue dado de alta, aunque con muchas recomendaciones y cuidados: aún le cuesta respirar, no puede hablar mucho, y debe cuidarse extremadamente. Pero el virus no sólo golpeó a su cuerpo con esa brutalidad: su padre, falleció en nuestra ciudad y no pudo despedirse.

“Mi viejo estaba bien, lo agarró el virus y lo mató. Yo no pude ni siquiera sostenerle la mano, ni despedirlo”, con esa crudeza, Matías intenta llevar conciencia a la comunidad. “Me cuesta hablar, me pidieron los médicos que no me agite, que no hable mucho, pero la verdad es que siento esta necesidad de contar lo que pasamos en este último mes”, afirma Matías.

El joven de 34 años también dejó un párrafo de agradecimiento a los médicos, personal de enfermería y “a todo el grupo humano del Hospital Urquiza. Nunca me soltaron la mano aunque tenía un cuadro gravísimo, hicieron todo lo posible para sacarme adelante y estaré eternamente agradecido”.

Dos médicos de Basavilbaso

No es el único testimonio de personas que sufrieron en primera persona al Covid19. En la tarde de este viernes, Silvia Glas, médica de la ciudad de Basavilbaso, dialogó con La Prensa Federal para brindar detalles de cómo superaron ella y su marido al coronavirus, luego de haberse contagiado hace casi dos meses. “Esta es una enfermedad nueva y tenemos mucho que aprender, por eso tenemos que respetarla”, dijo la doctora.

“En mi familia, mi marido y yo somos médicos, seguimos atendiendo consultorio como toda nuestra vida, el covid entró a nuestro círculo por el consultorio, primero por mi marido y yo me contagié por contacto estrecho por él”, comienza relatando Silvia.

Jorge empezó con fiebre, finalmente progresó toda la serie de síntomas y fue internado en el hospital Urquiza de Concepción del Uruguay. “Yo a los dos días di positivo pero asintomática, pero tenía preocupación porque en mi casa vivía también mi padre de 97 años que habitualmente vive en Buenos Aires, y para protegerlo lo traje a Basavilbaso. Durante toda esa primera semana fueron terribles los cuidados con él. No se contagió, y finalmente lo tuve que trasladar a una casa de ancianos porque el virus estaba presente”.

Silvia describe “un cansancio fuera de serie, no tenía ganas para hacer nada”. Y agrega: “A partir de que supe el positivo, diariamente mis colegas del hospital me llamaban por teléfono para ver cómo evolucionaba. Ellos fueron los que dieron la alerta de que tenía dificultades respiratorias. Tenía que estar en un hospital y terminé en el Urquiza a la semana”.

Jorge se internó por 10 días, yo 5. El cuadro de él fue más complicado porque requirió plasma de pacientes recuperados de Covid-19 y mejoró rápidamente, además de la corticoide, anticoagulantes, etc. Yo tuve que recibir oxígeno mediante la famosa bigotera, que se inserta en la nariz para asistir a la respiración”, recuerda Silvia.

Además señaló que “La pasamos muy mal. La soledad, el estar en la habitación del hospital sin que te pudieran palmar la espalda o agarrarte la mano, el comunicarte solo por teléfono es lo más duro, más allá de la enfermedad en sí”.

Falta de conciencia

“Me preocupa la falta de conciencia de gran parte de nuestra sociedad”, sentencia duramente Silvia. “Muchos hablan como si fuese una gripe y a lo que piensan eso, les cuento que no es así. Esto es una enfermedad que nos afecta a todos los mecanismos de nuestro cuerpo e incluso puede llevarnos a la muerte sin diferenciar la edad. Hay que alentar a que, si entre todos hacemos esfuerzo, lo vamos a pasar. Cada 100 años, en promedio, hay una pandemia. Y a esta la vamos a superar, pero necesitamos que la gente se concientice. Los negocios están llenos, los mates se comparten entre muchas personas. Me dan ganas de decirles que lo que yo pasé no es nada agradable y nos puede afectar a todos”.

“Esta es una enfermedad nueva y tenemos mucho que aprender, por eso tenemos que respetarla. La gente joven siempre ha tenido ese sentimiento de inmortalidad y de que nada les va a pasar, pero también tiene que haber una solidaridad con sus familiares mayores. Cuando uno supera el periodo critico del Covid-19, uno no vuelve al 100% de capacidad, todavía tenemos fatiga a pesar de que volvemos a la actividad, y ya pasaron dos meses. Jorge recién comenzó a sentir los gustos”.