La bajante del río Paraná es la «más prolongada desde 1905», aseguró el biólogo Jorge Liotta, director del Museo de Ciencias Naturales de San Nicolás, antes de explicar el fenómeno, sus consecuencias y advertir cómo los estados podrían haber morigerado los efectos.
El pronóstico no es nada alentador. El especialista en ictiología adelantó que la bajante seguirá al menos hasta el 31 de diciembre, también habrá temperaturas más elevadas que el promedio y, el fenómeno climático de La Niña aportará más sequía.
Luego de haber alcanzado en mayo pasado un mínimo histórico de 14 centímetros, durante el mes pasado, en la capital entrerriana el río llegó a 1,49 metros, muy lejos de los valores normales para la época, y luego volvió a bajar.
Los efectos
«La bajante en sí misma no es negativa, ella y la subida son el pulso del río, como los ciclos de sístole y la diástole para el corazón, son necesarias para que el sistema se mantenga. Hubo alturas mínimas intensas, pero lo preocupante es cuánto duran porque si se prolongan en el tiempo resienten la resilencia del ambiente y ésta ya lleva varios meses y continuará», explicó Liotta al diario La Capital.
«No sólo hay que observar el cauce principal sino la llanura de inundación del río», dijo al referirse a todo lo que se inunda cuando el río sube. «Esos ambientes de lagunas y bañados son los que usan, por ejemplo, los pequeños peces para protegerse de los depredadores hasta que se animan a ir al cauces. En una bajante tan prolongada se secan esas lagunas, se mueren los peces, se estresan las plantas sin aguas en sus raíces, les falta humedad y refugio a los mamíferos: se desconecta todo el sistema».
Sequía
La cuenca del Plata que no sólo contiene al Paraná sino a los ríos Uruguay, Paraguay, Pilcomayo y Bermejo tiene 3 millones de kilómetros cuadrados, y muchas variables naturales y antrópicas o humanas para analizar (entre ellos la desforestación indiscriminada).
Pero hay una común a todo el territorio y trayecto: la sequía, un déficit de hace varios años, que no sólo afecta a la fauna y flora sino a la navegación y actividades productivas.
Islas
Aunque Liotta explica que los inconvenientes para la naturaleza no lo son siempre, para los hombres que ven en la bajante una oportunidad.
«Se construyen terraplenes, se instalan máquinas viales y comienzan las ideas de sembrar», dijo y en ese sentido apuntó a las quemas: «Hacienda hay en las islas desde hace tiempo, quemas también, pero estas condiciones ambientales no pudieron pararlas como en otros momentos y el fuego se expandió a gran escala. Cuando hay cierta humedad los fuegos se apagan solos, con esta sequía y esta bajante el panorama es distinto y se agrava».
Liotta prefirió no hablar de ecocidio, le parece que el término se popularizó y se lo utiliza con liviandad. Dice que prefiere retratar el panorama ambiental en base a datos científicos y en ese sentido adelanta que «de prolongarse en el tiempo esta bajante será grave, sólo más lluvias podrían mejorar el panorama». Sin embargo, dijo, que por lo que indica el Instituto Nacional del Agua (INA), los días secos continuarán al menos hasta fin de año y el fenómeno de la Niña jugará en contra.
Interrogado acerca de si «podrían los estados haber aplicado alguna política de prevención a esta bajante», contestó: «»Sí. Se podría haber mantenido en condiciones los humedales y las altas cuencas, no drenando, conservando la cobertura vegetal, no desforestando. El humedal es como una esponja, si el sistema está conservado se retiene el agua por más tiempo pero si se drena muy rápido se seca y la falta de lluvias no acompañan, es todo peor».
ElOnce