«Doy tres pasitos y me pierdo…», decía la genial María Elena Walsh en aquella canción, paradójicamente, inolvidable. Una frase que pinta de cuerpo entero las idas y vueltas de un tema que, a dos años de inicio de gestión, Carlos Schepens no ha podido aún sacarse de encima. La gestión de Marcelo Bisogni había armado un proyecto turístico a medida de Miguel Marizza, titular de
Entretenimientos de la Costa, para entregarle el Mercado y la Terminal, asegurando además un lugar para la instalación de máquinas tragamonedas a los fondos de dos de los establecimientos educativos secundarios con mayor matrícula de la ciudad.
Un poco por la lectura desacertada de un 58 por ciento, considerado caudal eterno por Bisogni y otro tanto por el catálogo de desprolijidad derivado del antiguo grupo de asesores de la comuna, hoy premiados en la justicia ordinaria, la cuestión terminó con un contrato resuelto por el actual Intendente el 24 de enero del 2013 y resucitado esta semana por un nuevo decreto. El dictamen, por el cual declarara resuelto el contrato de concesión suscripto el 9 de noviembre de 2010, fue dejado sin efecto ahora por el Ejecutivo, asegurando que «la terminal se entrega para remodelación y explotación por 30 años y el mercado será reconstruido pero sólo será utilizado por la Municipalidad como centro cultural.
Las maquinitas tragamonedas no se moverán del casino». Esta particular referencia a las tragamonedas constituye una exageración orientada sólo a asegurar lo que no asegura. Primero, porque nada le impide en el futuro a Marizza trasladar las maquinitas que esquilman monedas a los pobres, toda vez que cumpla las exigencias del IAFAS. Segundo, porque lo concreto hubiera sido asegurar expresamente que no serán instaladas en el Mercado, cosa que no se consigna en el nuevo instrumento, ya firmado por el Ejecutivo.
El Concejo, convidado de piedra
En todo este novedoso entuerto, el Concejo Deliberante fue llamado a confirmar su rol de convidado de piedra pues, en el apuro del Ejecutivo por comunicar buenas nuevas, fue conminado a ocupar un sitial de confirmador de acciones, que comprometen seriamente el patrimonio público municipal hasta una fecha que pocos de nosotros podremos alcanzar, sin posibilidad siquiera de incorporar alguna opinión. El texto del acuerdo rubricado por Schepens y el presidente de la empresa, Jorge Enrique Cura, está lleno de meta mensajes.
Se realiza antes de elevarse para su ratificación por el Concejo Deliberante, con lo cual se envía una clara señal política a los concejales, obviando además la mecánica establecida por la Ley 3001, que exige una mayoría especial para estos casos. Por otro lado y como complemento del contrato modificatorio, «el Municipio dictará dentro de las próximas setenta y dos horas hábiles un decreto municipal dejando sin efecto jurídico el Decreto Nº 23322, sancionado el 24/01/2013 que declaró rescindido el contrato de concesión del 09/11/10 celebrado entre las partes del presente», con lo cual se firma un compromiso mientras se mantiene la vigencia de otro que, casualmente, dice todo lo contrario.
Una prueba de la confianza que Marizza tiene en la resolución final del asunto, salvo que conozca aspectos que el común de los mortales desconocemos. Entre los argumentos del Ejecutivo se señala que «este acuerdo cuenta con el dictamen favorable de la Fiscalía de Estado de la Provincia respecto de la legalidad, licitud y admisibilidad jurídica a la pretensión de las partes de modificar el contrato de concesión del 9 de noviembre de 2010» cuando ello constituye poco más que una opinión y se refiere a un hecho fuera discusión.
La limosna es grande
Entre las modificaciones hay algunas que no conservan correlato, al menos desde al punto de la lógica. Marizza acepta no transferir a su propiedad el edificio de la Terminal y se compromete a construir un hotel 4 estrellas, que explotará por el término de 30 años, concesión mediante y sin canon establecido aún. A cambio, «deberá entregar en propiedad al Municipio una nueva Terminal de Ómnibus, con ampliaciones edilicias, mayor número de andenes, sistemas de seguridad y control de accesos, nuevas comodidades para los usuarios y mayores espacios para el estacionamiento y circulación de los vehículos».
No se especifica ninguno de ellos, con lo cual nadie sabrá y esto incluye a los concejales, cuántos andenes, cuánta mayor comodidad o cuántos espacios para estacionamiento serán agregados, es decir, se entiende que habrá muy buena voluntad de Marizza, que hará gala de su responsabilidad social empresaria. Pero lo que resulta llamativo es que, después de haberle asegurado a Entretenimientos de la Costa la entrega del Mercado para sus tragamonedas, quitada esa posibilidad, Marizza igualmente haga allí «las obras de remodelación y modernización en este edificio en el cual el Municipio montará un nuevo Centro Cultural».
La incógnita es determinar en razón de qué el empresario justicialista efectuará esa inversión, si le fue negada su utilización. Lo mismo ocurre con «la actualización de los montos que la empresa deberá destinar al plan de marketing para promoción turística de la ciudad», estipulada ahora en «12 millones de pesos».