El hombre de 58 años no integra el grupo de riesgo, pero igual le dieron el beneficio por otros padecimientos. Cuando fueron a ver si estaba en la casa, no lo hallaron. Diez días después, la Policía logró recapturarlo y lo derivó al penal.
Me voy, fue lo único que dijo Juan Alberto Ríos el 16 de mayo, antes de atravesar la puerta de la vivienda de calle Ramírez, en la ciudad de Gualeguaychú, lo cual tenía terminantemente prohibido. El hombre de 58 años está procesado por narcotráfico hace más de un año y en el marco de la emergencia sanitaria por el coronavirus, el Tribunal Oral Federal de Concepción del Uruguay le concedió el beneficio de la prisión domiciliaria. Cuando el Patronato de Liberados fue a chequear si se encontraba en la casa, no lo encontró. Le dictaron el pedido de captura nacional e internacional, y ayer la Policía lo encontró en la zona del barrio Munilla.
Ríos, también conocido con los apodos Dogo y Zurdo, es oriundo de la ciudad Santa Fe, pero hace tiempo que vive en Gualeguaychú, donde se dedica al comercio minorista, es profesor de boxeo y también hace changas. Está imputado en una causa por Comercio y Transporte de estupefacientes agravado. La decisión de otorgarle la domiciliaria fue discutida y hubo oposición. La defensa de Ríos había pedido en abril que le den el beneficio, argumentando el peligro de contagio y muerte, y también se presentó la Procuración Penitenciaria de la Nación pidiendo morigerar la situación de encierro de presos federales en riesgo.
Sin conciencia social
La fiscal general María de los Milagros Squivo aseguró que no estaban dadas las condiciones para hacer lugar a la prisión domiciliaria de Ríos. Señaló que la emergencia sanitaria está reclamando sobre todo «conciencia social» para prevenir, para enfrentarla. Entonces, sostuvo que Ríos, además del desprecio por las normas, demuestra una escasa o nula conciencia social por las víctimas de las drogas, y no hay respuesta a qué indicativos dan cuenta que ahora Ríos tendría la mentada conciencia.
A su vez, Squivo sostuvo que la gravedad del delito imputado a Ríos, y el hecho de que podría recibir una pena de prisión efectiva, hacen presumir que podría eludir a la Justicia si le daban la domiciliaria. Además, la fiscal señaló que su comportamiento no se encuentra actualmente en condiciones de ser controlado eficazmente por las fuerzas de seguridad ni por el Servicio Penitenciario ni por otros medios, como la dificultosa obtención de la pulsera electrónica o el control del Patronato de Liberados.
Traslados riesgosos
La vocal del tribunal, Mariela Emilce Rojas, no coincidió con la fiscal. Según la resolución del 27 de abril, mencionó que el médico que auscultó al procesado indicó que padece hipertensión arterial, y luego sostuvo: «Si bien (Ríos) no es un paciente de riesgo en sí, pues se encuentra sometido a un tratamiento por sus padecimientos, la necesidad de que el mismo deba ser controlado y medicado, frente a posibles trasladados al hospital, potencia el peligro de contagio a los demás internos».
Sin tobillera
La magistrada explicó: «el nombrado reviste la calidad de procesado y hace un año que viene cumpliendo su prisión preventiva. Se hace aplicable el criterio sostenido por la Cámara Federal de Casación Penal en orden a tener en cuenta ciertos parámetros para adoptar medidas alternativas al encierro en el marco de la grave situación generada por la pandemia de Covid-19″.
Por eso, resolvió al Servicio Penitenciario el traslado de Ríos al domicilio de la zona noroeste de la localidad del sur entrerriano, donde una persona que vive allí se debía hacer responsable del cumplimiento de la medida cautelar», sostuvo la jueza Rojas. Igualmente, se advirtió a Ríos que si se constataba su ausencia, le revocarían el beneficio. Al parecer, no le importó demasiado, consignó Uno.
Fuga y captura
El Patronato de Liberados de la Provincia de Entre Ríos presentó en el TOF de Concepción del Uruguay un informe de supervisión donde se informó que el 18 de mayo a las 13.25, personal del organismo se presentó en el domicilio de calle Ramírez al 500 para un control del cumplimiento. Quien abrió la puerta fue un joven de 20 años. Le preguntaron si estaba allí Juan Alberto Ríos, y contestó: «Se fue antes de ayer». Ante la sorpresa, le consultaron si sabía dónde o por qué se había ido. La respuesta no esclareció nada: «Ni idea dónde se fue, dijo ‘me voy’», contó el muchacho.
Ríos no presentó ningún cambio de domicilio, ni tampoco informó a su abogada lo que pensaba hacer ni dónde ir. Por esto, al enterarse de lo sucedido, el tribunal lo declaró en rebeldía y dispuso su captura nacional e internacional.
Vuelta a la cárcel
La Jefatura Departamental Gualeguaychú recibió el oficio judicial el mismo martes, y tras algunas averiguaciones recibieron la información de dónde podría encontrarse el prófugo. Así fue que allanaron una casa de calle José Ingenieros al 900 y localizaron a Ríos, quien se entregó sin oponer resistencia. Lo trasladaron a la Unidad Penal N° 2, donde seguramente quedará alojado a la espera del juicio junto a sus presuntos cómplices en una banda narco.