Atilio Borón, Sociólogo y Politólogo de renombre, estuvo en comunicación con LT11 Radio Nacional de nuestra ciudad e hizo un análisis de cómo ha repercutido la pandemia en el mundo y en el mundo político y cómo quedarán los grandes referentes mundiales una vez que el Covid-19 pase: “No digo nada nuevo, estamos viviendo una situación absolutamente inédita que va a tener una influencia profunda sobre nuestra sociedad y nuestra época. Esto no es un fenómeno pasajero ni algo que se vaya a diluir en un par de semanas”.
En una extensa nota de análisis socio-político, Borón habló de la pandemia y los costos políticos en el mundo: “En una nota editorial del New York Times donde ellos ya hablan de que el mundo esperaba un liderazgo norteamericano para enfrentar la pandemia y ese liderazgo ya no existe, dando a entender que Estados Unidos ya no es lo que era antes. Hay una falta de confianza y de referencia que es muy notable y que se hizo muy notable en el tratamiento de esta situación”.
Borón fue muy crítico al rol de la derecha en esta crisis: “El papel de Trump y Bolsonaro, en lo que podría llamarse el eje del mal, es el ejemplo de los negacionistas de la pandemia. Un punto de vista irracional y hasta criminal, que tiene que ver con ignorar la gravedad de esta pandemia, privilegiando la economía de algunos grupos concentrados por sobre la salud de la población”.
Acerca de su visión sobre el “después” del Coronavirus, Borón asegura que “La salida después de la pandemia creo que va a ser el de un Estado mucho más presente, con la gravitación de los mercados mucho más controlada. Básicamente porque todos coinciden en el gran fracaso del Libre Mercado para garantizar la salud de la población, el acceso a los insumos farmacéuticos e incluso hasta de elementos tan básicos como batas, guantes o barbijos. Ha sido tan contundente este fracaso que lo que se viene es un rápido de retorno del péndulo a una posición donde el papel del Estado va a ser fuertemente valorizado. Con esferas de intervención, que en otro tiempo hubieran sido impensadas, pero que después de esta paliza que está sufriendo el mercado, lo que antes parecía una locura, ahora va a ser entendible”.
Borón analiza la posibilidad de una salida hacia una especie de “protosocialismo”. “Tal vez fue una palabra algo exagerada. Pero lo que trataba de decir es que esos países donde el capitalismo es más fuerte, han sido golpeados fuertemente. Y podemos ver el caso de Alemania. En Alemania, a pesar de tener un gobierno como el de Merkel, en ningún momento desmontó un sistema de salud montado por los socialistas desde fines de la segunda guerra mundial, y lejos de disminuir los recursos al Estado en materia de salud (como sí ocurrió en EEUU, España o Italia) allá se hizo todo lo contrario y la situación es totalmente distinta”.
El caso de Brasil
“Brasil está en una situación institucional muy grave”, cuenta el analista social y político: “Esto que pasa ahora con el Ministro de Justicia, la misma persona que en su rol anterior como juez accedió a maniobras escandalosas en la destitución de Dilma Ruseff y en la condena a Lula Da Silva, van a terminar derivando en que esta persona termine en prisión. Hay una corrupción explícita allí. Pero después está la situación de un Bolsonaro que no se sabe bien qué rol tiene, porque ya está cumpliendo un papel irracional todos los que lo llevaron a su lugar, le empiezan a dar la espalda por lo que seguramente termine en un golpe de estado o alguna maniobra similar donde el verdadero poder de Brasil vuelva a manejar las cosas según su parecer”.
Argentina, la prioridad no es la deuda
Al referirse al contexto nacional, Borón dijo: “Fernández actuó con rapidez y está resistiendo presiones muy fuertes, hay un grupo diciendo que ya abra la economía, lo que sería fatal, sobre todo en el aglomerado de Buenos Aires y Gran Buenos Aires, en donde milagrosamente hasta ahora el número de contagios es muy poco”.
Y con respecto a los problemas de la deuda, afirma: “Yo creo que no hay que preocuparse tanto por la deuda. Esta pandemia vino a llevarse puestas muchas cosas y seguramente las deudas y los capitales financieros serán uno de esos. Además, la deuda Argentina no es la más grande ni la única. Japón tiene una deuda pública de dos veces y medio su PBI. Estados Unidos tiene una deuda de poco más de su propio PBI. En igual situación están España, Italia y Francia, hasta Holanda por citar algunos países que nombran como “ejemplo de Europa”. Ahora bien, la deuda de la Argentina no llega a un PBI… creo que la urgencia hoy no es la deuda, y no lo va a ser en el corto plazo”.
Para pensar lo que viene
Dice Borón: “Simpatizo mucho con la obra y la persona de Slavoj Zizek pero esto no me alcanza para otorgarle la razón cuando sentencia que la pandemia le propinó “un golpe a lo Kill Bill al sistema capitalista” luego de lo cual, siguiendo la metáfora cinematográfica, éste debería caer muerto a los cinco segundos. No ha ocurrido y no ocurrirá porque, como lo recordara Lenin en más de una ocasión, “el capitalismo no caerá si no existen las fuerzas sociales y políticas que lo hagan caer.” El capitalismo sobrevivió a la mal llamada “gripe española”, que ahora sabemos vio la luz en Kansas, en marzo de 1918, en la base militar Fort Riley, y que luego las tropas estadounidenses que marcharon a combatir en la Primera Guerra Mundial diseminaron el virus de forma incontrolada. Los muy imprecisos cálculos de su letalidad oscilan entre 20, 50 y 100 millones de personas, por lo cual no es necesario ser un obsesivo de las estadísticas para desconfiar del rigor de esas estimaciones difundidas ampliamente por muchas organizaciones, entre ellas la National Geographical Magazine . El capitalismo sobrevivió también al tremendo derrumbe global producido por la Gran Depresión, demostrando una inusual resiliencia –ya advertida por los clásicos del marxismo- para procesar las crisis e inclusive y salir fortalecido de ellas. Pensar que en ausencia de aquellas fuerzas sociales y políticas señaladas por el revolucionario ruso (que de momento no se perciben ni en Estados Unidos ni en los países europeos) ahora se producirá el tan anhelado deceso de un sistema inmoral, injusto y predatorio, enemigo mortal de la humanidad y la naturaleza, es más una expresión de deseos que producto de un análisis concreto. Zizek confía en que a consecuencia de esta crisis para salvarse la humanidad tendrá la posibilidad de recurrir a “alguna forma de comunismo reinventado”. Es posible y deseable, sin dudas. Pero, como casi todo en la vida social, dependerá del resultado de la lucha de clases; más concretamente de si, volviendo a Lenin, “los de abajo no quieren y los de arriba no pueden seguir viviendo como antes”, cosa que hasta el momento no sabemos. Pero la bifurcación de la salida de esta coyuntura presenta otro posible desenlace, que Zizek identifica muy claramente: “la barbarie”. O sea, la reafirmación de la dominación del capital recurriendo a las formas más brutales de explotación económica, coerción político-estatal y manipulación de conciencias y corazones a través de su hasta ahora intacta dictadura mediática. “Barbarie”, István Mészarós solía decir con una dosis de amarga ironía, “si tenemos suerte.”
Pero, ¿por qué no pensar en alguna salida intermedia, ni la tan temida “barbarie” (de la cual hace tiempo se nos vienen administrando crecientes dosis en los capitalismos realmente existentes”) ni la igualmente tan anhelada opción de un “comunismo reinventado”? ¿Por qué no pensar que una transición hacia el postcapitalismo será inevitablemente “desigual y combinada”, con avances profundos en algunos terrenos: la desfinanciarización de la economía, la desmercantilización de la sanidad y la seguridad social, por ejemplo y otros más vacilantes, tropezando con mayores resistencias de la burguesía, en áreas tales como el riguroso control del casino financiero mundial, la estatización de la industria farmacéutica (para que los medicamentos dejen de ser una mercancía producida en función de su rentabilidad), las industrias estratégicas y los medios de comunicación, amén de la recuperación pública de los llamados “recursos naturales” (bienes comunes, en realidad)? ¿Por qué no pensar en “esos muchos socialismos” de los que premonitoriamente hablaba el gran marxista inglés Raymond Williams a mediados de los años ochenta del siglo pasado?”