Pasó el 13 de abril, el vencimiento «extendido» de la tarjeta de crédito dispuesto por el Gobierno en vista de las penurias que hoy impone a tantos la cuarentena. Y con el vencimiento llegó también la novedad de este plan de refinanciación de saldos impagos para ayudar a los que ya están con el agua al cuello. Un esquema que permite diferir en varias cuotas la deuda acumulada.
El sistema no es, obviamente, compulsivo. Quien no quería refinanciar no tenía por qué hacerlo. Pero debía encargarse de abonar la totalidad del saldo pendiente para que no se «dispare» esta cuotificación automática.
Otra alternativa era elegir el monto que se iba a abonar y por ende, el saldo impago que se iba a «patear para adelante». Ese importe podía coincidir con el pago mínimo o no. Y así optar por una refinanciación automática pero parcial de una deuda que ya aparecerá cuotificada en el siguiente resumen.
Ahora, entrar en la refinanciación no impide que eventualmente uno pueda dar de baja la deuda si su circunstancia financiera cambia y los flujos vuelven. Existe la posibilidad de precancelar las cuotas de forma total o parcial (pagar todas o varias cuotas juntas) sin costo excepto el interés compensatorio devengado hasta la precancelación.