La situación en la zona oeste de Gualeguaychú viene muy
complicada desde hace varios meses. Desde el homicidio de Lucas Bentancourt,
fueron los vecinos los que decidieron exteriorizar lo que ocurre con la
delincuencia y la droga en los barrios 338, 140 y 348. Muchas veces no se pueden
disociar estos dos problemas, que tiene a la juventud como víctima, que para
conseguir la droga recurre al delito.
En esto coinciden los comerciantes consultados,
que se muestran «cansados» de lo que se vive a diario. Carla, una
joven madre de 30 años que tiene su negocio de regalería sobre Nágera al 200,
confió que vive pendiente de su comercio, por el temor a la delincuencia. El
sábado por la madrugada rompieron un vidrio y por entre la reja le llevaron
unos 20 juegos de mesa. «Al otro día me enteré que los estaban vendiendo
en el Quijano por 100 pesos, y qué voy a hacer, voy a ir a buscarlos para que
me maten», se preguntaba sabiendo que no había respuesta para ese
interrogante.
Su vecino comercial es Dante, un hombre
propietario de una verdulería, que según manifestó Carla «le han robado
como siete veces ya», dijo la mujer mientras señalaba el local que
abarrotado de rejas. «La última vez le hicieron un hueco en la pared por
la parte de atrás y le entraron», agregó.
El último en sufrir un robo fue Alfredo, que en
la mañana de este miércoles llegó a su carnicería situada a la vuelta, sobre
Gervasio Méndez, y encontró que le habían reventado el candado de la reja y le
habían llevado la caja registradora, todos los desodorantes que tenía en
exhibición y tres garrafas llenas de 10 kilos que tenía a la venta.
Con una barreta, que dejaron tirada en la vereda
para despejarle las dudas a la
Policía sobre la herramienta que habían utilizado, forzaron
el candado y lograron abrir la reja. Luego hicieron lo mismo con la puerta de
chapa hasta que cedió la cerradura.
Más tarde, durante la mañana, la Policía encontró la caja
registradora totalmente desarmada en uno de los pasillos del barrio 338, sin
nada de valor. «Por favor, hagan algo, muestren lo que está sucediendo»,
comentó Carla para que se exponga la situación que se vive.
Alfredo es de pocas palabras y lo único que se
animó a decir fue: «qué tenemos que hacer nosotros. Imaginate que llego al
local y me encuentro al ladrón adentro, me pega un fierrazo y por ahí me mata,
porque están desesperados por la droga». «Parecen zombies»,
agregó Carla, mientras señala cómo tiene que atender en su negocio a plena luz
del día, «totalmente encerrada, con la luz prendida, esto parece una
cárcel».
Todos están muy al tanto de todo lo que acontece
en el barrio, de las últimas noticias policiales y conectados unos con otros
para saber quién es la nueva víctima de un robo. «Estamos pensando en ir a
la comisaría y reclamar porque ya no sabemos qué hacer», confió la mujer
que busca replicar su voz en el barrio para que la situación se modifique.
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