El actor se refirió al "escarnio" de los últimos días, y lo definió como "una obra de arte".
Alfredo Casero publicó un extenso editorial en el diario La Razón, en el que se refiere a la polémica luego de sus dichos sobre Juan Cabandié y el escarnio al que se vio sometido en 678, que jamás le dio su derecho a réplica.
Con el título “Crónica de mi correctivo”, Casero explica que “jamás le mentiría a la gente”, porque “a mí no me sirve mentirle, porque si le miento no se ríen, y yo lo único que hago es entretenerlos, es un gran don que Dios me dio”, y concluye con ironía, afirmando que “este hermoso escarnio público es mi gran obra de arte. La firmaré y le pondré el siguiente nombre: ‘Dolores de ciudadano por haber osado’”.
El texto completo, a continuación:
Es un dolor tan grande en el alma mía, que tengo la intuición que va a llevarme a algún lado, bueno y para el bien.
Lo más feo de todo esto es sentir cómo las mismas personas que te apoyan para un proyecto te odian y defenestran porque dice la TV.
Dice la TV que estoy de acuerdo con todos los malos, que lo que digo es una estupidez.
Se filtran mentiras, pende una amenaza: “ya va a venir lo que va a hacer más daño aun”.
Ni hablar por Twitter, ni hablar por Facebook, y por la tele, porque dice la tele que soy el enemigo de las causas justas y buenas, un oligarca que se merece el ojo escrutador de la AFIP, al decir de un actor, que prácticamente me está cantando el poder que tiene.
No tengo miedo a nada, no tengo demasiadas posibilidades.
Ya no me sirve seguir peleando para que me den mi derecho a réplica, ya me están diciendo que debo retirarme con mi escarnio a descansar, a repensar si me conviene hablar.
La mayoría de la gente que en este tiempo me ha dicho que no hable, me ha dicho que recule, me ha dicho que no me meta. Ellos me hacen acordar a la época de la dictadura, porque temerle a un derecho por miedo a las represalias es dolorosísimo. Y es peor, o igual, que el destierro.
Al decir las cosas que dijeron y ponerme en el lugar de un asesino, ya no me queda más que callarme, porque me ha sido en vano (eso creen ellos). La gente que lo ha entendido y piensa como yo, que todo se hubiera solucionado invitándome a hablar en vez de defenestrarme ante mis hijos, todo mi público, mis nietos, mis amigos, mi familia en general, a esa gente no tengo nada más que explicarle, lo comprenden per se, porque es totalmente entendible, si uno tiene el corazón puro y tiene confianza en un artista que durante veinte años le dio todo lo que pudo.
Yo no le mentiría a la gente.
A mí no me sirve mentirle, porque si le miento no se ríen, y yo lo único que hago es entretenerlos, es un gran don que Dios me dio.
Pero también me dio la visión fina de algunas cosas, porque el tiempo que viví fue muy intenso y me llenó de sabidurías, si se quiere, por observación, como aprenden los perros viejos. Y me duele en el alma la falta de libertad para decir lo que quiero, porque fue una sensación que yo nunca pensé que la iba a volver a sentir.
En 6-7-8, el programa representativo del apoyo incondicional al partido que está en el Gobierno, un politólogo, el seño Mocca, me dice que haber hecho un programa de humor, por bueno que fuere, no me autoriza ni habilita a tener una opinión política. ¿Puede ser que un politólogo pagado por todos diga semejante burrada, y me lo esté diciendo a mí, que estoy siendo juzgado por usar mal un verbo? ¿Es posible que sin tener una idea clara de lo que dije la señora Estela de Carlotto me trate como un pobre desgraciado y un delirante? Todo esto empezó por un tweet, que habrá molestado a algún alcahuete, que fue llorando a que me apliquen un correctivo, y se les fue de las manos.
Expliqué cada cosa en videos que subí a Youtube. Y los vieron casi tres millones de personas.
No puede ser, pero están mostrando el aparato que está diseñado para hacerle -lo que me están haciendo a mí- a cualquiera que habla. Y seguir luchando contra ellos es seguir mostrando este castigo ejemplificador para cualquiera que vaya a hacer o vaya a decir, SIN ESTAR HABILITADO, una opinión política.
Lo que se siente profundamente es amargura. Porque yo ya sé que para mí no va a ser igual la vida. Y volverán algunos amigos que se han ido de mi lado en este momento por miedo, por impresión o por asco, por no querer ver lo que nadie quiere ver.
Este hermoso escarnio público es mi gran obra de arte. La firmaré y le pondré el siguiente nombre: “Dolores de ciudadano por haber osado”. Vuestro amigo Casero