El flamante presidente de la FIFA hizo carrera en la UEFA, fue el propulsor del Fair Play financiero y quiere 40 países en los mundiales. Su perfil.
Para muchos, el rostro de Gianni Infantino es familiar por su papel de conductor de los sorteos de la Champions League y de las grandes competiciones de la UEFA: este suizo-italiano políglota, número dos del fútbol europeo, es desde este viernes el presidente de la FIFA.
La UEFA iba a apostar todas sus cartas a Michel Platini, su presidente, pero esa vía se vio cortada con la suspensión de ocho años del exfutbolista francés, tras conocerse el cobro sospechoso de 1,8 millones de euros en 2011 de parte de Joseph Blatter, presidente de la FIFA y también suspendido ocho años por el mismo motivo.
Infantino fue incluido por sorpresa en octubre en la lista de aspirantes, en el último momento, como teórico Plan B en caso de que Platini no pudiera presentarse a las elecciones, como finalmente ocurrió.
El escudero de Platini, número 2 del francés como secretario general de la UEFA, se convierte ahora en el protagonista, ante su gran oportunidad de ser el hombre más poderoso de los despachos del fútbol, no sin antes desear públicamente que el exjugador de la Juventus pueda “limpiar su nombre” lo antes posible.
Antes de saber qué ocurría con el ‘caso Platini’, Infantino se lanzó de lleno en su precampaña electoral, multiplicando los viajes y los contactos para garantizarse el máximo de apoyos posible, algo que no sentó bien en el entorno del presidente de la UEFA, que vio en sus maniobras un exceso de ambición.
Casado y padre de cuatro hijos, Infantino es hincha del Inter de Milán.
Hasta ahora, este hombre calvo con la cabeza afeitada era conocido sobre todo como el hombre simpático y de buen humor que dirige los sorteos de la Champions haciendo gala de su conocimiento de lenguas: habla con fluidez el inglés, el francés, el alemán, el italiano y el español, idiomas en los que se dirigió a los miembros de las 209 federaciones presentes en el Congreso de la FIFA para saludarles en sus primeras palabras tras conocerse su victoria en la elección presidencial.
Una virtud que a sus 45 años ha llevado de nuevo a un suizo al sillón presidencial, después de la etapa de Blatter, de casi 80 años. Infantino nació en Brigue, curiosamente a unos 10 kilómetros de Viège, la localidad natal de Blatter.
Un experto en los escritorios. Los primeros contactos deportivos de Infantino fueron como secretario general del Centro Internacional de Estudio del Deporte (CIES) de la Universidad de Neuchâtel, antes de ser asesor de diversas entidades, entre ellas las ligas de fútbol de España, Italia y Suiza.
Infantino entró en la UEFA en el año 2000, como encargado de cuestiones jurídicas y comerciales. En enero de 2004 fue nombrado ya director de la división jurídica de la organización.
Durante esa etapa, subraya su currículum oficial de la UEFA, “estableció estrechos contactos con la Unión Europea, el Consejo de Europa y las autoridades gubernamentales”.
Fue nombrado secretario general adjunto de la UEFA y alcanzó por fin la secretaría general en 2009. Desde ese cargo ha tenido un papel muy importante en el fútbol europeo y ha impulsado proyectos como el del ‘fair play financiero’ de los clubes (no gastar más de lo que se ingresa), uno de los buques insignia de la UEFA en los últimos años.
“Amigo” de la Conmebol. El triunfo de Infantino parece caerle bien a la entidad que nuclea a las federaciones de Sudamérica, ante la incertidumbre que generaba la posibilidad de una victoria del jeque bahreiní Al Khalifa.
Apoyado por reconocidos ex futbolistas como el portugués Figo y los brasileños Roberto Carlos y Cafú, Infantino sostuvo como una de sus propuestas aumentar a 40 la cantidad de seleccionados que participarán en los mundiales.
Ahí también podría recibir una buena noticia la Conmebol, ya que existiría la posibilidad de que esta parte del continente reciba una plaza más y pase de 4,5 a 5,5.
Fuente: AFP