Este espacio estaba dedicado a la relación afectuosa que tenemos con nuestros animales pero no podemos escapar de nuestra realidad la cual muchas veces al pasar un breve tiempo es tapada por otras que urgen. Frente a estas realidades, el operar de nuestra memoria muchas veces es a corto plazo; de un lunes a otro quizá ya nos hemos olvidado de sucesos que han pasado ayer nomás. Es hasta lógico – para algunas personas – hacerlo hablando de ese caballo viejo que cayó desplomado, agotado en el pavimento traccionando – llevando – un vetusto carro donde ese ser solo encontró compasión en las personas que en tan poco tiempo lo asistieron, lo respetaron, no así la actitud de sus dueños que lo exigieron hasta literalmente, su muerte pues hacia allí fue llevado al día siguiente. Quizá en unos días nos olvidaremos de ese conductor de una motocicleta que en la madrugada de este último lunes sufrió un accidente con otro carro – vehículo que iba circulando “a todo trapo” por una avenida del ejido urbano. Éstos son pocos ejemplos de sucesos casi olvidados, parte de esa memoria olvidadiza. Lo triste y lamentable de ella es que muchas veces esa “desmemoria” también actúa como estrategia para simplemente dejar pasar algo y en ese sucederse se obvian acciones que TIENEN que ser ejecutadas. Y así transcurrimos, esperando algún otro accidente para que quizá nuestras autoridades municipales sean del Ejecutivo o Legislativo, hagan algo respecto a esta problemática.
El colectivo de gente no peca en olvidar, es que no sabe que existe un Decreto – escrito con poder de ley municipal, elaborado por un Intendente- que prohíbe el andar de carros en nuestro casco urbano ( el Nº 6935 / 1980). Posiblemente mucha gente, como ese motociclista, no sabe que en la Ordenanza Nº 2727 / 1977, la cual regula las normas de tránsito, en su Artículo Nº 5 establece que “el obrar culposo es suficiente para que se considere punible – que merece castigo – la falta o infracción. ¿ Y no es hacerlo con un vehículo –artefacto – carro que no lleva ni siquiera una faja refractaria, que es manejado por niños, algunas veces, que no tiene sistema de frenos, para enumerar algunas intolerables – para el común del automovilista – faltas?
No “quizá”, ni “posiblemente”, es seguro que nuestras autoridades ejecutivas y legislativas municipales o sea, nuestro Intendente y sus Secretarios, como así también la mayoría de los concejales sepan del poder que tiene esta “desmemoria”. Seguro que es por eso que no se tratan las cosas en serio, pero EN SERIO. Parece que están pensando más en los momentos de junio – elecciones que en el presente. “Falta decisión política”, lo afirma el común de la gente, “… es un cambio cultural” dice nuestro intendente pero en el mientras tanto… seguiremos siendo víctimas de este mirar para otro lado y del seguir haciéndose los distraídos. Si existe un Decreto de Prohibición, si la Ordenanza que regula nuestro tránsito, lo prohíbe ¿Por qué la vara no es pareja para todos?
No queremos que nuestros concejales oficialistas, en lo particular, también miren hacia otro lado a la hora de tratar nuestro Proyecto de Ordenanza de Erradicación de la Tracción a Sangre, tal como ocurrió este jueves último cuando muchas personas se acercaron hasta la sesión del Consejo Deliberante para sugerir su tratamiento. Muchos de estos concejales que fueron votados por la decisión popular miran de soslayo esta realidad. Quizá será pues nunca estarán arriba de ese carro. Desde octubre del año pasado, que presentamos un proyecto de Ordenanza, nos tienen con “peros” para no ser tratada. “Si sacamos los carros, incendian la Municipalidad” dijo en ese entonces, hace dos años atrás el concejal Cucurulo desde la Comisión de Zoonosis del H.C.D. ¿Puede ser que sea tan simple como, tener miedo? ¿Puede ser que esta inacción por parte de estos concejales como del Ejecutivo signifique ésto? ¿Miedo, amainar, evadir, activar la desmemoria? ¿De eso se trata?
Animales – seres no humanos -, familias, esas buenas “familias carreras” que respetan a su caballo, proteccionistas, transeúntes, automovilistas y el colectivo de ciudadanos somos víctimas involuntarias de ese “desmemorizar”. Y paradójicamente a nuestra causa, en este devenir, con estas no – acciones seguiremos traccionando en carro empujados por las promesas de los próximos vientos de junio.