Hace un mes una beba moría a poco de nacer en un departamento de calle Urdinarrain de Paraná. No hubo golpes ni abandono en otro lugar: la causa de la muerte fue la falta de atadura del cordón umbilical, por no darle una asistencia adecuada al recién nacido. La cuestión parece ser a quién endilgarle esa desatención mortal: si a la madre, al padre o a ambos.
En este sentido, las versiones de los dos se enfrentan en la causa judicial: el imputado afirma que no sabía lo que ocurría en el baño, y la joven, sospechosa pero aún no acusada, que fue obligada por el novio a parir en esas circunstancias.
Pero en el andar de la investigación durante estos 30 días aparecieron evidencias sobre un presunto plan de ambos para ocultar el embarazo y el parto. No obstante, la madrugada del alumbramiento la joven se descompensó, terminó internada en grave estado, y la beba falleció, oculta en un lavarropas.
Desde el 9 de noviembre Florencia Yedro, de 25 años, pelea por su vida en el hospital San Martín. Javier Weisheim, de la misma edad, la había llevado al centro de salud Corrales por una hemorragia y luego la trasladaron al nosocomio. Si bien ha presentado una mejoría en los últimos días, su estado sigue siendo delicado, aunque le permitió dar su versión al fiscal de la causa, Franco Bongiovanni.
Lo hizo el miércoles, por escrito y asistida por sus defensores María Fernanda Vázquez Pinasco y Humberto Franchi, en una declaración informativa, lo cual no es un testimonio ni una declaración de imputada. Es decir, no está obligada a decir la verdad, pero puede aportarle al fiscal datos que le sirvan para la investigación.
La joven manifestó que fue víctima de violencia por parte de su pareja y que ocultó el embarazo y parió a la beba en esas condiciones, obligada por Weisheim.
Como ha trascendido extraoficialmente, la versión del acusado es que desconocía totalmente la situación del parto esa madrugada. Señalaría que la joven ingresó al baño y cuando él se despertó fue a preguntarle qué le sucedía. Ella le pidió que fuera a comprar algodón, primero preguntó en un kiosco, donde no había, y luego fue a una farmacia. Volvió, se lo dio y se acostó a dormir. Tras escuchar unos ruidos se despertó y vio a la chica ensangrentada, por lo que decidió llevarla al centro de salud.