Dos nenas uruguayenses recibieron las manos ortopédicas

La alegría de Silvina es desbordante, no le alcanzan las emociones para intentar describir la forma en que Rosario, su hija de 10 años, logró tener finalmente la mano mecánica que le abrió nuevas posibilidades para su brazo izquierdo.

“No lo puedo creer, hace más de dos años que intento contactarme con Gino y con Atomic Lab, y las cosas finalmente se dan de esta forma, es cosa de Dios”, dice con una risa que se mezcla con la emoción incontrolable del momento. Jorge, el papá de Rosario, no puede contener las lágrimas, es que la sonrisa de Rosario a través de un corazón formado con sus dos manos es algo que conmueve. El Gino al que se refiere Silvina no es otro que Gino Tubaro, aquel joven inventor que comenzó hace cuatro años a fabricar manos ortopédicas con una impresora 3D y que se transformara en un símbolo de esperanza para todos aquellos que sueñan y no disponen del dinero para costear una prótesis. Es que Gino las fabrica y las entrega gratis a quien la necesite. “Somos el testimonio de su amor, de su entrega y de su compromiso, no estábamos en su lista, hacía apenas horas que nos habíamos inscripto on line para que nos fabricaran una porque queríamos que Rochi tuviera la experiencia, que probara, era algo maravilloso que podría abrirle nuevas posibilidades en su vida diaria, pero nunca terminaba de completar la inscripción”, relata Silvina. El miércoles finalmente se pudo terminar la ficha de inscripción. El número que le había tocado en suerte es el 441, y en la respuesta del sistema se aclaraba que había que tener paciencia porque Atomic Lab, la organización montada alrededor de la cruzada de Gino, tenía una larga lista de entregas que se están concretando todos los días en diferentes lugares del país. “Jorge había logrado obtener el número vía Internet y eso ya era un logro tremendo, pero a las pocas horas me entero por María Pinget, encargada del área de Discapacidad de la ciudad, que la gente de Atomic Lab iba a estar en la ciudad para entregar una mano a una niña de Concepción del Uruguay, yo no sabía qué hacer, pero lo único que se me ocurrió fue tratar de encontrarlos y salimos a rastrearlos hasta que finalmente los encontramos”, relata Silvina. Gino Tuvaro estuvo el jueves en Concepción del Uruguay como parte de un largo itinerario que vienen realizando por todo el país. En cada ciudad tienen a alguien esperando por su sorpresa anhelada, en cada caso es un momento de alegría, de aprendizaje y de nuevas esperanzas. Así fue que Silvina, Jorge y Rosario encontraron al equipo de Atomic Lab y le plantearon lo que pasaba con la nena. No dudaron, la vieron, tomaron algunas medidas y se pusieron manos a la obra. Reunieron piezas dispersas de los cientos de prótesis que han ido fabricando y que siguen confeccionando mientras viajan, pues la camioneta en la que se desplazan está equipada con impresoras 3D que se mantienen trabajando todo el tiempo que pueden. Se fueron para la casa de Silvina y en menos de dos horas habían armado una prótesis para Rosario. La alegría de todos era incontenible, y la nena, por primera vez en su vida, podía agarrar cosas con las dos manos, tomar un vaso o sostener elementos con la izquierda.

 

Cosas nuevas

El brazo izquierdo de Rosario no alcanzó a desarrollar su mano y llega algo más allá de la muñeca. Esto no le impidió jamás hacer nada de lo que implica una vida normal para una nena de su edad. Cursa el 5º grado en la Escuela Normal y ahora está compenetrada con el atletismo a pleno. Encontrarse de pronto con Gino Tubaro en su casa, armando una mano para que ella pueda hacer cosas nuevas, y todo lo que implica esta situación demandará un tiempo de adaptación al que parece estar totalmente dispuesta. Así lo demuestra su sonrisa constante. “No te puedo explicar lo que se siente, esto apenas comienza, ella tiene que adaptarse, comenzó con objetos pequeños y sin hacer demasiada fuerza, pero su alegría va en aumento, es que el comienzo fue todo muy de golpe, pero ahora prueba constantemente hacer cosas nuevas, desde acariciar su perro hasta tomar cosas y pasarla de una mano a la otra, es maravilloso”, explica la mamá .El agradecimiento infinito de Silvina y Jorge por las nuevas posibilidades que se abren para Rochi es también el testimonio que corrobora lo desinteresado de esta cruzada de Gino y sus colaboradores. “Hay mucha gente que no cree que las entreguen gratis, nosotros damos fe de que es así, damos fe de la predisposición de los chicos para solucionar problemas y de encontrar caminos para hacer las cosas, nosotros fuimos una casualidad en una ruta que ellos tienen organizada y planificada, pero igualmente no tuvieron ningún problema en ayudarnos, son unos ángeles”, dice Silvina. La entrega gratuita de estas prótesis es algo pocas veces visto en este país, y en cualquier otro lugar. Esto le ha valido una infinidad de reconocimientos a Gino Tubaro y la organización Atomic Lab que lleva adelante esta cruzada. Que el mismo Barak Obama le haya mostrado su respeto de forma personal es solo parte del anecdotario. El objetivo es claro: ayudar. Y lo hacen sin más pretensión que la de ver la sonrisa de quien recibe su mano. Ese momento queda grabado en cada entrega, en cada sorpresa que regalan y en cada sueño que se vuelve realidad. No hay propaganda previa, no hay funcionarios cerca, ni nada que pueda empañar el verdadero fin de este trabajo. Un símbolo para los tiempos que soñamos todos.

El sueño de una niña

Atomic Lab y Gino Tubaro llegaron a Concepción del Uruguay el jueves como parte de una ruta trazada previamente y que tiene en su camino a cientos de chicos que esperan por una prótesis. Algunos, como el caso de Gianella D’Angelo, lo hacen desde hace cuatro años. “Giane se anotó ella misma cuando tenía 8 años supo de Gino y lo siguió a través de las redes sociales, llenó los formularios y nosotros la acompañamos cuando ella no podía con datos más complicados, pero todo lo hizo ella solita desde el primer momento”. Así relata Viviana, la mamá de Gianella, como se gestó la sorpresa que Gino y su gente preparó al regreso de la nena cuando volvía de la Escuela Don Bosco donde cursa el 6º grado. Celso, el papá, se quedó en la casa preparando la llegada del equipo de Atomic Lab.