Los africanos vencieron 2-0 a los nórdicos con doblete de Musa y así la Albiceleste tiene chances: debe ganarle a los nigerianos y esperar que los vikingos no superen a Croacia; o que si lo hacen que sea por menor diferencia de gol.
Nadie lo hubiese pensado el 1º de diciembre del año pasado, cuando se sortearon los grupos del Mundial. Pero la realidad le dio un cachetazo a la ilusión y el optimismo de la Selección argentina. Un equipo que no encuentra respuestas y que depositó sus chances de seguir en el Mundial en manos de otros, como ocurrió este viernes con el partido que Nigeria le gano 2-0 a Islandia y nos mantiene vivos. El encuentro entre las Águilas Verdes y los Vikingos definía qué tiene que hacer el equipo de Jorge Sampaoli en la última fecha (el martes 26), cuando choque ante los africanos. A eso llegó la celeste y blanca como consecuencia del pobre desempeño en sus dos juegos. A hinchar por otros colores para buscar el pase a los octavos de final de manera casi milagrosa. Los islandeses llegaban con la moral en alto luego del buen empate que le sacaron a la Selección argentina, y comenzaron el encuentro dominando la pelota y atacando a los africanos, que habían perdido ante Croacia en su debut. Los Vikingos tuvieron dos chances muy claras de abrir el marcador antes de los quince minutos y le pusieron los pelos de punta a todos los argentinos. Pero lentamente el trámite se emparejó y las Águilas Verdes se amigaron con la pelota, aunque sin lastimar demasiado, dándonos pocas esperanzas de obtener un resultado que nos favorezca. Para alegría de los más de 40 millones de argentinos -en especial de Jorge Sampaoli, Lionel Messi y compañía-, en el complemento se dio lo que necesitábamos: el triunfo africano. Ahmed Musa fue el héroe que buscábamos, pero vestido de verde y no de celeste y blanco. El que nos hizo gritar bien fuerte dos goles, esos que nos quedaron atragantados el jueves. Los que nos dejan con vida todavía, con la esperanza de ganarle el martes a Nigeria -justo por los que hoy hicimos fuerza- y parar la oreja en el juego entre Croacia (ya clasificado) e Islandia.