La leucemia linfoblástica aguda (LLA), el tipo de cáncer infantil más común, se genera en dos fases, dentro y fuera del útero, y podría ser prevenible, afirma un estudio publicado en la revista Nature Reviews Cancer.
Para prevenir
Mel Greaves, director del Centro de Evolución y Cáncer del Instituto de Investigación del Cáncer de Londres, ha llegado a estas conclusiones tras examinar numerosos trabajos sobre la enfermedad, en una investigación que culmina cuatro décadas de carrera, se indica en la publicación. Su estudio revela que la dolencia tiene como causa «un proceso de dos pasos», que incluye una mutación genética inicial, presente en el útero, y la exposición posterior del niño a una infección que activa las mutaciones. Greaves opina que la vulnerabilidad de algunos niños a esas infecciones, provocadas por virus o bacterias, se debería a la baja exposición a microbios en sus primeros días y meses de vida, lo que ocurre sobre todo en las sociedades ricas, donde la LLA es más prevalente. En su opinión, esto indica que la leucemia linfoblástica aguda podría ser prevenible «con tratamientos para estimular y potenciar el sistema inmunológico en la primera infancia», lo que también se conseguiría evitando un exceso de higiene y amamantando al bebé. Según su investigación, el primer paso en la causalidad de la dolencia «implica una mutación genética que ocurre en el feto antes del nacimiento y que predispone a los niños a la leucemia», si bien solo un 1 % de los que nacen con esta predisposición desarrollan después la enfermedad. El segundo paso también es «crucial», señala, pues la dolencia «se activaría después, durante la infancia, por la exposición a una o más infecciones comunes», principalmente «en niños que tuvieron infancias ‘limpias’ en su primer año de vida, sin demasiada interacción con otros niños o niños de más edad». Según de Greaves, la LLA «es una paradoja del progreso en las sociedades modernas», pues «la falta de exposición a los microbios en la primera infancia desemboca en una disfunción del sistema inmunológico». El experto descarta otras posibles causas ambientales para este tipo de leucemia, planteadas en otros estudios, como pueden ser los cables eléctricos, radiaciones ionizantes, ondas electromagnéticas o ciertos productos químicos. Greaves investiga ahora si una exposición temprana a microbios benignos puede prevenir la leucemia en ratones, lo que, de ser así, podría ayudar a diseñar estrategias de salud preventivas para niños. El científico advierte, sin embargo que, aunque la LLA podría ser en muchos casos prevenible, hay factores que hacen que unas personas tengan más riesgo que otras, como pueden ser los genéticos, la dieta o simplemente la probabilidad. También matiza que la teoría de las infecciones como factor desencadenante se aplica a la leucemia linfoblástica aguda pero no a otros tipos de cánceres infantiles menos comunes, como la leucemia mieloide aguda, que, dice, «probablemente tienen otros mecanismos causales». Greaves explica que, en sus años investigando el cáncer infantil, «ha habido grandes progresos en la comprensión de su biología», pero él siempre pensó que «faltaba una pieza en el conocimiento», descubrir «por qué niños en general sanos desarrollan leucemia» y «si es prevenible». «Esta investigación es la culminación de décadas de trabajo y por fin proporciona una explicación creíble sobre cómo se desarrolla el principal tipo de leucemia infantil», afirma. «La consecuencia más importante es que la mayoría de los casos de leucemia infantil podrían ser prevenibles», añade el científico, que en un vídeo en la web del Instituto sugiere que podría hallarse un tratamiento preventivo en los próximos «cinco o diez años». Alasdair Rankin, director de investigación de la entidad Bloodwise, que financió el trabajo de Greaves, ha declarado que, «si este tipo de leucemia se pudiera prevenir, sería muy emocionante», pero subraya que «todavía hay que responder muchas preguntas en el laboratorio para saber seguro si eso va a ser una realidad».