Durante un allanamiento en busca de armas de fuego, la Policía de Feliciano encontró droga en una vivienda. Allí surgió que la familia estaba siendo investigada por narcomenudeo, para lo cual la pareja utilizaba a sus hijos menores de edad para la actividad delictiva. Esto agravó el delito, por lo cual, tras un juicio abreviado, la mujer aceptó cumplir seis años de prisión y su concubino, por tener un rol secundario en el negocio, tres años y ocho meses de cárcel.
El 20 de octubre de 2016 en horas de la siesta, los uniformados irrumpieron en el domicilio de calle Santa Fe, entre Mitre y Urquiza de San José de Feliciano, por orden del Juzgado de Garantías local. En la cocina comedor, dentro del cesto de basura, se halló un envoltorio de nailon con cinta de embalar marrón que contenía poco más de medio kilo de marihuana. En la habitación matrimonial se encontró un arma de fuego y, dentro de una mochila ubicada en un mueble detrás de un televisor, cuatro envoltorios pequeños con más de la misma droga.
De inmediato quedaron detenidos Liliana Ester Vallejos, empleada en la recolección de fruta, y Hernán Alejandro Ayala. El Juzgado Federal de Concepción del Uruguay los procesó por Tenencia de estupefacientes con fines de comercialización, agravada por la participación de menores de edad. Se tuvieron en cuenta las pruebas que se habían colectado en una causa que se llevaba adelante, en la cual los investigadores constataron no solo la actividad de narcomenudeo sino que, cuando Ayala se ausentaba de la vivienda, dejaba a los chicos para que atendieran a los clientes.
La pareja llegó a juicio asistida por el defensor oficial Mario Franchi, donde tras el diálogo mantenido con el fiscal general José Ignacio Candioti, acordaron admitir el delito cometido y purgar distintas penas de prisión.
El Tribunal Oral Federal de Paraná homologó el acuerdo y dictó la sentencia condenatoria. Conocidos los pormenores del caso, la vocal Lilia Carnero sostuvo, entre otros puntos: «La cantidad de estupefaciente encontrada, si bien no es altamente significativa, y podría abastecer, en parte, el consumo personal de Ayala, realidad que no pugna con el tráfico de estupefacientes, ni lo desplaza, siendo en muchos casos actividades convergentes. Es sabido, que aquellos que tienen relación con las drogas, como consumidores muchas veces son captados para facilitar el negocio espurio».