En ocasiones, resulta difícil decidir el momento adecuado para llevar a un niño al oftalmólogo para revisar su visión. Padres y pediatras deberán valorar la salud ocular de los pequeños y determinar si requiere una visita al médico. Señales de alerta para programar una consulta y cuáles son los controles de rutina El bajo rendimiento escolar de uno de cada tres chicos puede estar relacionado a un problema de visión no descubierto a tiempo. Y lo cierto es que la mayoría de los padres consulta al especialista cuando su hijo aduce dolores de cabeza, no llega a copiar la tarea en clase o la maestra refiere que se distrae mucho. En realidad, ese niño, por lo general, no ve bien. El 80% de la información que recibe el cerebro le llega a través del sentido de la vista; esto es lo que lleva a creer que un chico tiene problemas de aprendizaje cuando en realidad la dificultad quizá radica en un problema de visión pasado por alto.
Un 25% de la población estudiantil puede tener problemas visuales no detectados
«Las estadísticas muestran que un 25% de la población estudiantil puede tener problemas visuales no detectados como, miopía, hipermetropía astigmatismo o la ambliopía, comúnmente llamado ‘ojo vago, débil o perezoso’ explicó la médica oftalmóloga Betty G. Arteaga, del servicio de Oftalmología del Hospital Italiano. Es importante detectar estos defectos a tiempo ya que al no ser corregidos generan una estimulación visual deficiente durante el crítico período de desarrollo y plasticidad cerebral que ocurre durante los primeros ocho años de vida, ésta falta de estímulo resulta en un ojo que no desarrolla su visión normal durante la infancia». En tanto la médica oftalmóloga, Carolina Colutta, directora médica del Instituto Oftalmológico de Buenos Aires precisó que «los primeros años de vida representan el período crítico de desarrollo visual, cuando las áreas visuales del cerebro se están desarrollando rápidamente, estimuladas por la impresión de imágenes claras sobre la retina, de tal forma que una imagen deficiente unilateral o bilateral -incidiendo sobre la retina durante este período crítico- producirá una ambliopía irreversible». «La ambliopía ocurre en el 2% de la población general y representa la causa más común de discapacidad visual en los niños; existe tratamiento si es diagnosticada a tiempo», insistió Arteaga, para quien «la mejor forma de prevenir inconvenientes en los ojos de los niños es que los adultos se mantengan atentos a ciertos indicios típicos de posibles problemas visuales y, de detectar algo que llame la atención, consultar inmediatamente con el médico oftalmólogo». En ese sentido, la especialista enumeró: «Si el niño se acerca demasiado a la televisión o a un texto al leer o escribir; si entrecierra los ojos para mirar o enfocar; si se sale de los espacios al colorear un dibujo; si tiene bajo rendimiento escolar; sufre de mareos, náuseas, dolor de cabeza o de los ojos; tiene cansancio visual; enrojecimiento; lectura lenta o déficit de atención; también hay que observar si parpadea o se frota los ojos en exceso; o si desvía alguno de los ojos». A lo que Colutta agregó: «Se debe observar si presenta ojos rojos, secreciones o lagrimeo, reflejo pupilar blanquecino, movimientos erráticos de los ojos, anomalías palpebrales (caída de los párpados), diferente visión entre un ojo y otro, o bien si existen antecedentes familiares de miopía, hipermetropía, astigmatismo u otras enfermedades oculares». Además de consultar con el oftalmólogo en las situaciones anteriormente citadas, y aunque no exista ningún problema visual aparente, Colutta aconsejó efectuar revisiones oftalmológicas rutinarias «en recién nacidos, para descartar afecciones graves como cataratas, malformaciones de retina y retinopatía del prematuro; a los 6 meses de vida, para determinar la agudeza visual; a los 2 años y medio, para pesquisar estrabismos intermitentes y valorar la agudeza visual y a los 6 años, para descartar defectos refractivos que alteren el aprendizaje». «La visita al médico oftalmólogo, y obtener el correspondiente certificado, son requisito para el comienzo de sala de 4 y 5 años en el jardín de infantes y en primer grado y primer año del nivel medio. Pero aunque no sea obligatorio, es altamente recomendable hacerlo todos los años en la educación primaria al inicio de cada año escolar. Así evitamos problemas en la visión que pueden afectar directamente al niño en su proceso de aprendizaje e incluso en su vida social», finalizó Arteaga.
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