La edición 3616, o la del décimo año ininterrumpido, cumple su designio como un ritual. Todos sabíamos que a esta jornada deberíamos enfrentarnos un día, como siempre, entre la urgencia del suceso periodístico y la nostalgia inexorable de la celebración. Una rara mixtura que, como la vida misma, se acerca y se aleja según caiga el destino. Éramos otros, para la realidad y la estadística, parecidos pero diferentes a lo que somos diez años después. El rumbo, que apretamos en el puño de la convicción es, sin embargo, el mismo: comprometer voluntad para zafar de la construcción oportuna del verosímil. Queremos, más bien, acercarnos a la verdad aunque duela verla, descarnadamente.
Nota completa en edición papel