Se realizó un acto frente al consulado de Uruguay para gritar a favor de la salud y el ambiente. Luego realizaron un balance sobre todo lo perdido y ganado en todos estos años, y pidieron que la sociedad los siga acompañando: “Súmense, necesitamos sangre joven”.
Fue un 9 de noviembre de 2007 ese día marcó un antes y un después en toda la comunidad de Gualeguaychú. La enorme chimenea emplazada del lado uruguayo, frente al balneario Ñandubaysal, comenzaba a echar humo y de esta manera se daba comienzo al ciclo productivo de la papelera finlandesa conocida por ese entonces simplemente como Botnia, y no UPM como ahora se llama. Los cinco años anteriores, desde 2003, la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú junto a toda la comunidad comenzaba una lucha a destajo y en desventaja para impedir lo que finalmente sucedió hace una década atrás. Pero la puesta en marcha de la contaminante planta de pasta celulosa no aniquiló el movimiento, y a diez años de ese golpe duro, los asambleístas volvieron a insistir con el eterno reclamo: ¡No a las papeleras! .Ayer al mediodía, frente al consulado de Uruguay en Gualeguaychú, una treintena de personas cortaron la calle y con pancartas y banderas realizaron un acto de repudio por el funcionamiento de la papelera construida en la ciudad uruguaya de Fray Bentos.
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