El segundo día del juicio por el crimen de Micaela García tuvo en el centro de la escena a Gabriel Otero, uno de los tres imputados, ya que declaró el único testigo que lo ha complicado y llevado al banquillo. Afirmó que el joven es «muy parecido» a quien vio la mañana del 1° de abril a bordo del auto conducido por Sebastián Wagner. Este y Néstor Pavón observaron atentos: por un lado el violador serial necesita que se confirme su versión de que había estado esa madrugada con el dueño del lavadero. Por otro, Pavón precisa que Otero sea incriminado para poder desvincularse del hecho. Las valoraciones del testimonio son disímiles, y cada parte sacó conclusiones para llevar agua para su molino, sea mostrando la contundencia del testimonio como marcando sus contradicciones. Todavía faltan más de 40 testigos y el caso sigue totalmente abierto.
La hipótesis de la Fiscalía es que Wagner, Pavón y Otero participaron del rapto, la violación y el asesinato de la estudiante de 21 años en Gualeguay. Cada uno tiene su coartada: Wagner dice que abusó sexualmente de la víctima, pero que la mató Pavón. Éste y Otero sostienen que son inocentes, indica Uno.
Es decir, según el criterio de la acusación, a Pavón lo incrimina Wagner y sus contradicciones en las declaraciones que brindó. A Otero lo inculpa sólo el testigo que declaró y sus movimientos en la mañana del crimen. El mencionado testigo fue el último en prestar testimonio el viernes, declaró lo que ya había dicho ante el fiscal Ignacio Telenta: que estaba en su casa y vio a Sebastián Wagner en el Renault 18 Break, acompañado por un hombre, a las 8.30 de la mañana del 1° de abril.
La ventanilla del conductor estaba semiabierta, reconoció a Wagner y observó que el acompañante era morocho, cara chupada, llevaba puesto un jockey (gorro) entre gris y marrón, medio arratonado (gastado). En la rueda de reconocimiento lo señaló a Otero. Y ayer en el juicio lo ratificó. Dijo que la persona que vio en el auto «es muy parecida a Otero» y luego afirmó: «Para mí era Otero».