Arruabarrena, el cerebro del vamos por todo

Arruabarrena, el cerebro del vamos por todo Como hizo el DT para que el equipo pasara de una larga crisis a ser candidato en la copa y el campeonato. Arruabarrena, el cerebro del vamos por todo

Del caos y las derrotas a la tranquilidad de un arranque de año perfecto con un equipo que, a pesar de estar lejos de sus objetivos, ya tiene el sello que él pretende. Rodolfo Arruabarrena es el secreto de un Boca que empezó a paso firme y que gracias a su método de trabajo dejó los escándalos de lado para volver a encontrarse con esa costumbre que había perdido: la de ganar.

El reloj marca las 5.30. A esa hora arranca el día del Vasco. Un rato después ya sale rumbo a Casa Amarilla con la compañía del socio que lo conoce más que nadie en su cuerpo técnico: Diego Markic. Junto a él va desde Nordelta, en un viaje que el propio Markic revela: “Mayormente hablamos de fútbol. Vamos preparando el entrenamiento, hablamos del rival, si hay algún partido para ver después o algún detalle a corregir. En el 90% de las charlas hablamos de fútbol”. Arruabarrena tiene una metodología clara para los entrenamientos. Su preparador físico, Gustavo Roberti, la repasa: “La semana está armada. En función de las vicisitudes que puedan suceder vamos modificando. Por ejemplo: un día trabajamos resistencia, otro velocidad inicial, otro movimientos de volantes. Ahora, lo que sí charlamos constantemente son los ejercicios que vamos a hacer para cada trabajo”.

En ese “método Vasco” hay un denominador común: la apertura que el entrenador les da en sus decisiones a los que lo rodean. “Es un tipo que escucha; si bien toma la decisión él, consulta todo. El me puede hablar de preparación física y yo de técnica”, asegura Roberti, quien lo acompaña desde su primera experiencia en Tigre. El cuerpo técnico lo completan Pablo Gayoso (entrenador de arqueros) y Mauro Navas (ayudante que se sumó en su etapa en Boca). Markic es su mano derecha, casi un DT a la par de él. El profe es el que arma el clima en el plantel y el Vasco es el más serio delante del grupo.

Rodolfo Arruabarrena es el secreto de un Boca que empezó a paso firme.

Para el entrenador, el grupo es lo fundamental para lograr el éxito, por eso no extraña verlo hablar con los jugadores todo el tiempo. “Le baja el tono a todo. Evita el puertas para afuera y, si se filtra algo, trata de desactivar. Pone siempre la cara y los jugadores lo valoran mucho”, cuenta uno de esos que saben todos los secretos del vestuario.

Nueve de la mañana. El Vasco sale con las estacas y los conos para organizar el trabajo. “Es un obsesivo del laburo porque es un apasionado del fútbol”, lo describe Roberti. El ex lateral se encarga mayormente de lo defensivo y Markic de lo ofensivo. Arman análisis pormenorizados y se los dan a cada jugador para saber lo que tienen que esperar del rival, que es el que define el armado del equipo. Se trata de un plantel que armó a placer y del que se encargó de hablar con todos los refuerzos menos con Osvaldo, que fue el único que no pidió. Entre esas charlas, por ejemplo, le preguntó a Lodeiro si quería jugar de enganche.

El líder del plantel es Gago. Con el volante es con quien el DT más comparte porque lo considera el referente a pesar de ser el subcapitán del Cata Díaz. El otro referente es Orion. Justamente el tema arquero fue algo de lo que se habló mucho en el verano, porque él quería la llegada de Sara para que se generara competencia, y los dirigentes se oponían.

En la pretemporada le agradeció a los juveniles que participaron y usó a Cubas como un ejemplo de motivación para los que están en las puertas del primer equipo. Mira siempre la Reserva e hizo reincorporar a varios jugadores que habían quedado libres (con ayuda de Navas) porque piensa que hay puestos que tienen que ser cubiertos por las inferiores, como los laterales.

Termina la práctica. Es el mediodía. Se reúne con su cuerpo técnico y planea los pasos a seguir. Vuelve a su casa y sigue pensando en fútbol y mira fútbol y más fútbol. Su forma de ser ha encajado en un plantel plagado de estrellas. Cuentan que no se cree eso de ser el más aplaudido cada vez que la voz del estadio lo nombra, porque se crió en el mundo Boca. Un mundo que con su serenidad y transparencia está empezando a reencontrarse con sus horas más felices.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.