Con la cabeza en la Libertadores, un Racing lleno de suplentes igualó 1-1 en una cancha difícil. Goles de Nicolás Sánchez y Bastía.
Rafaela arrastra un pésimo comienzo de campeonato. Condena de equipo humilde, debe lidiar en cada arranque con la ausencia de su última figura. Antes fue Vera, ahora Albertengo, el próximo quién sabe. Y ese precio se paga en efectivo. Anoche, en su estadio, se le fue encima de entrada a Racing, a tal punto que le hizo un gol antes del minuto, después de un slalom de Pussetto que definió Depetris; pero el árbitro anuló el tanto por una supuesta posición adelantada, que no quedó clara ni por televisión. Esa jugada fue el prólogo del dominio del equipo de Sensini, más asociativo y picante que la formación suplente de Racing.
Pero ya no están Vera ni Albertengo, entonces a Rafaela conseguir un gol le cuesta más que hacer un asado en el agua. Tanto que su nueva apuesta es el chico Sergio Sosa, un proyecto interesante que hasta diciembre jugaba en la B Metropolitana. Le falta cocción, cómo no. Así, pasan cosas raras: que Polaco Bastía haya sido quien encontró el empate –Racing ganaba por un gran cabezazo de Nicolás Sánchez, la consumación de una injusticia– es una de ellas.
La Academia fue al oeste santafesino a ver qué pasaba. Y pasó que se puso arriba en el marcador cuando más dudaba, y que falló dos situaciones nítidas de gol en un mismo movimiento cuando estaban 1-1. Rafaela, que había perdido los cuatro partidos previos, mostró desparpajo en Pussetto, la perla de su cantera. El juvenil gambetea y hacia adelante, dos virtudes en una. Un remate suyo fue parado por la mano de Voboril, pero Baliño no cobró el penal. Rafaela es blandito arriba, le falta oficio para recaudar lo que genera.
Lo de Racing es otro asunto. Emperifollado para las galas de la Copa, el torneo local le resulta un accesorio un tanto incómodo. Anda con ganas de sacárselo de encima.