El IFAB ratificó la sabia medida de no innovar el uso del video para ‘ayudar’ a los árbitros y la chance de un cuarto cambio.
Edgardo Martolio
El International Football Association Board, órgano que cuida mundialmente de los reglamentos futboleros, ratificó en la reunión del pasado fin de semana en Belfast la sabia medida de ‘no innovar’ en puntos cruciales; especialmente en dos: 1) vetó el uso de imágenes filmadas para ‘ayudar’ a los árbitros a tomar decisiones y 2) inhibió, por ahora, la chance de un cuarto cambio por equipo en caso de prorrogaciones.
El IFAB, nacido en Manchester en 1883/86 para proteger las reglas del juego que empezaba a ser furor en Gran Bretaña, pese a estar cada vez más alineado a la FIFA, contradijo en la capital de Irlanda del Norte a Joseph Blatter. El presidente de la entidad rectora del fútbol mundial, en vísperas de presentar su repetida candidatura y antes del Mundial que ganó por cuarta vez Alemania, en mayo de 2014, expresó su deseo de escuchar a los técnicos en su pedido de usar el replay en los estadios frente a cada jugada dudosa y potencialmente decisiva.
Jérôme Valcke, secretario general de la FIFA, nunca apoyó estas ideas y se dio el gusto de ratificar, en la 129ª reunión anual del IFAB, que el fútbol continúe siendo el que conocemos. Posiblemente Blatter también piense igual y aquello no haya sido más que una acción de marketing personal para conseguir votos. La demagogia, ya se sabe, es una de las más eficaces herramientas que los políticos poseen para seducir pichones encandilados. Funcionó cuatro veces con este hábil suizo. Blatter, ahora, espera ser reelecto para un quinto mandato.
El propio ex crack portugués Luis Figo (pobre incauto) que recientemente lanzó su candidatura en Londres para suceder a Blatter, lo hizo con las mismas y oxidadas armas que todos los últimos presidentes electos dispararon en su momento: prometiendo un aumento de países en la fase final de los Mundiales; el número del antiguo delantero de Barcelona y Real Madrid es de 48 participantes –en realidad habría que volver a 24, sin dudas los actuales 32 son demasiados si se busca calidad–.
Figo, que sería la renovación, al entrar con el pie izquierdo demuestra que no se salva nadie. Lo que no es grave mientras se salve el fútbol… Figo competirá en Zurich, el 29 de mayo, con el mismísimo Joseph Blatter, el príncipe de Jordania Ali Bin Al Hussein (actual vice-presidente de FIFA) y Michael Van Praag (titular vigente de la Federación Holandesa de Futbol). Nuestro Grondona hubiese sido mejor candidato que cualquiera de ellos. Lejos.
De perfil más bajo, el IFAB recurre menos a estos trucos y por ello merece respeto. Como lo merece su recurrente identidad conservadora, la que por más de 130 años bien cuidó de la salud del reglamento frente a la voracidad de corruptos y oportunistas. En Belfast dejó claro que continúa celando con el espíritu de siempre. Aclárese aquí que Valcke no decide solo: la International Board tiene ocho miembros. Está compuesta por las cuatro federaciones británicas (Inglaterra, Escocia, Irlanda del Norte y Gales –ya no la integra la República de Irlanda–) y por cuatro miembros FIFA, todos con un voto válido, para equipararse a los sobrevivientes del Reino Unido. Y para implementarse cualquier modificación se necesita del 75% de aprobación, es decir de seis votos. Dicho de otro modo ‘los británicos mandan’, siempre se precisa que por lo menos dos de ellos se sumen a los cuatro representantes FIFA.
La propuesta del cuarto cambio, en caso de empates que precisan definirse con prórrogas, creció en Brasil 2014 cuando varios jugadores y casi todos los entrenadores reclamaron por el desgaste sufrido en esas circunstancias. Los médicos de la propia FIFA constataron que la pérdida de calidad exhibida en los ‘tiempos extra’ se debió a la exigencia que resulta de estirar 90 minutos a 120 en condiciones climáticas desfavorables (calor y humedad principalmente). Por ello, tal vez antes de Catar 2022 haya novedades.
El International Board, pese a entender que tres cambios es lo correcto, no cerró las puertas a esta posibilidad: “Queremos estudiar más el asunto, tener más información científica para decidir con propiedad”, según el irlandés Jim Shaw, titular del IFAB. Michel Platini, actual mandatario en la UEFA, quiere más que cuatro, propone cinco cambios. Hay para todo y para todos. Los gustos y los disgustos. Para este articulista tres cambios ya son muchos: con dos y el arquero estaría de buen tamaño. Por ahora se decidió continuar estudiando la moción de que un jugador substituido pueda volver a ingresar al partido, como sucede en el básquet. No me parece serio. Aunque alguien especuló con la posibilidad de que esto se pruebe en la próxima Copa América a realizarse en julio en Chile, no hay chances para que así suceda: sí se convalida sólo tendrá efecto en partidos de divisiones inferiores.
De todos modos, el punto que el orden del día destacaba es más complejo aún: el uso del replay cuando el referí tiene dudas o los protagonistas lo solicitan. La inclusión de tecnología en el fútbol, mejor dicho en las decisiones arbitrales, puede quitarle emoción y polémica a un deporte que respira el aire de la primera y se alimenta de las calorías que provee la segunda. Sin embargo, la mayoría de las Asociaciones pide esta ‘evolución’ desde la Copa de Sudáfrica 2010, aunque es un reclamo que nació con los pésimos arbitrajes del Mundial de Japón/Corea 2002. Lo que se propuso en Belfast, no obstante, limita el uso de la televisión a un máximo de cuatro veces por partido. Práctica que ya sucede con el ‘ojo de halcón’ en tenis y ahora el ‘video ref’ en el básquet que se usa en el rugby (TMO: Television Match Official) desde 2001.
La propuesta fue muy empujada por Holanda que en algunos encuentros de sus ligas menores y con autorización de la FIFA, funcionó como laboratorio de esta experiencia en los últimos años. Un quinto árbitro –supervisor–, ubicado en una cabina del estadio, asistiendo el match por televisión vería el replay y le diría por circuito interno al juez si fue penal o no, si la falta existió o no y por allí iría la cosa. El público no tendría acceso al replay. Holanda solicitó probar este método en su Liga Nacional. El IFAB le dijo no, para aflicción de ingleses y escoceses que, en caso de ser autorizada Holanda, también habrían exigido ese test en sus campeonatos, según dejó saber el titular escocés Steward Regan.
Hasta el gobierno FIFA del brasileño João Havelange la tecnología no existía (sus antecesores no tuvieron que legislar al respecto). Ya en los últimos años de su longevo mandato –finalizado en 1998– había aparecido la primera idea: usar los avances de la modernidad para definir una única situación, la que más controversias genera, si la pelota entera cruzó o no la línea de gol. Havelange siempre estuvo en contra. Cuando se lo pregunté en Rio de Janeiro, algunos años atrás, me respondió: “No se puede permitir, es como parar un avión en pleno vuelo”. Bien, Blatter y la International Board lo pararon. En Brasil 2014 por primera vez se usó en un Mundial un sistema que supera los ojos del árbitro y sus colaboradores, aún cuando ya se habían instituidos dos jueces más, los que se ubican atrás de los arcos para ayudar al árbitro principal en esa decisión.
Gracias a Dios, el IFAB tiene sabia conciencia de que si en cada Copa se implementa alguna novedad tecnológica, en un par de décadas el fútbol puede dejar de ser fútbol y parecerse a deportes monótonos, sin ritmo, como el rugby, que se juega más sin pelota y detenido que con ella y en movimiento. Por eso el replay quedó ‘para la próxima…’. “Esta sería la decisión más importante jamás adoptada en la historia del fútbol y tendría un gran impacto en el futuro del juego”, dijo Valcke, a modo de disculpas, a quienes prefieren la modernidad a lo clásico y tradicional.
“Precisamos entender qué es y qué significará decirle sí a los videos, como también si eso no le quita autoridad y respeto al árbitro principal”, expresó el secretario general de la FIFA cuya prudencia se agradece. No olvidemos, además, que en Suiza la corrupción está de moda (o el destape de ella, ya que siempre la albergó legal y silenciosamente) y que la implementación de estos sistemas envolvería licitaciones, sobornos, premios y castigos a funcionarios, dirigentes y multinacionales que instalarían y manejarían esos videos además de agregar salarios de más referís, comisionados, supervisores, inspectores y otras yerbas.
En cuanto al llamado ‘fútbol científico’, la reunión de Belfast dijo que los dispositivos electrónicos de rendimiento y seguimiento de jugadores, está aprobado “con la condición de que los datos no se faciliten a nadie que esté dentro del área técnica durante un partido”. El texto agrega que “el siguiente paso será la introducción de un programa de calidad para categorizar estos dispositivos, con el fin de regular su uso y garantizar la validez y la fiabilidad de los datos recabados antes de que el IFAB considere efectuar algún cambio en las Reglas del Juego”.
El International Football Asociation Board no dejó a los reformistas con las manos vacías: aprobó ‘en principio’ relajar la regla 12, la del ‘triple castigo’ en la que un jugador que comete una falta que derive en penal por interrumpir una clara situación de gol, recibe tarjeta roja y suspensión automática de un partido. Ahora, la FIFA contempla la posibilidad de eliminar la tercera sanción, la suspensión automática por un match. Parece coherente y más que una innovación es una corrección de un cambio efectuado algunos años atrás donde la severidad se impuso a la lógica… Por suerte tampoco se dio lugar a la propuesta estadounidense de ‘detener el reloj cuando la pelota sale de la cancha’, ni a la figura de ‘sin bins’ (lugar de castigo como ocurre en el hockey sobre hielo o el rugby) para cumplir sanciones temporales, que inicialmente se experimentaría en divisiones inferiores.
Probablemente antes que cambiar las reglas habría que reglamentar los cambios, su política. Por ejemplo, firmar que se autorizará un solo cambio cada 50 años, para que la trascendencia de esa modificación sea muy pensada y coloque foco en el ítem fundamental. Hoy todo el mundo, cualquier dirigente de pacotilla, los advenedizos de siempre, los adoradores del flash –hoy del selfie– proponen mudanzas cada semana y de cualquier tipo. El fútbol tiene que ser como es y no como le conviene a unos pocos. Digámosle ‘no’ al cuarto cambio y al replay-muleta de los jueces. Quien no entiende que el error del referí es igual al error del arquero o del delantero que pierde un ‘gol hecho’, no entiende el fútbol. Convivir con los errores, a favor o en contra, es la esencia misma del fútbol.
Por principio no debiese autorizarse nada en los Mundiales o grandes Ligas que no pudiese articularse en partidos de barrio contra barrio o casados contra solteros. El fútbol precisa ser uno solo, amateur o profesional, juvenil o veterano. La innovación puede ser también degradación. Desvirtuar aquello que hoy es la máxima atracción en todo el planeta no puede decidirse de una hora para otra. El tiro puede salir por la culata. Puede ser suicida. Por eso, el ‘no’ a la pauta de Belfast es un ‘sí’ a la salud del fútbol. ¡Enhorabuena!
IN TEMPORE: El otra vez presidente de Vélez y otrora barra brava del club de Liniers, Raúl Gámez, volvió por estos días a usar los micrófonos de su prensa amiga para demostrar que el poder lo obnubila. Nuevamente cargó contra el hombre que lo postergó, ignoró y le mostró su pequeñez, Julio H. Grondona. Sólo que ahora también denostó a los actuales directivos afistas y al mejor proyecto del gobierno K: el fútbol gratis para todos. Gámez sueña ser presidente de la AFA pero el camino que eligió para intentar concretar su ambición es el del ataque a los demás. Y punto. Nunca dice cómo cambiaría al fútbol argentino, qué cosas él eliminaría y cuáles sumaría. No puntualiza sus correcciones. Nadie conoce su proyecto. Sólo conocemos su veneno. Ojalá nunca se siente en el principal sillón de la calle Viamonte.