El rojo fue muy superior en el primer tiempo, cuando se puso 2 a 0. Newell’s mejoró y llego al empate, pero un penal resolvió la noche.
Jorge Almirón es el técnico de todos los libretos. No compra ni desecha ninguno. Puede armar un equipo con un enganche y tres delanteros o salir con dos de punta. Puede plantar tres centrales en el fondo o una línea de cuatro más otro defensor en el medio. Puede exigirle al arquero que siempre salga con la pelota por abajo o que tire pelotazos rápidos para los delanteros. El técnico de Independiente, en definitiva, no es un fundamentalista. Y en ese pragmatismo futbolístico, anoche en Rosario le sacó más provecho a los contagolpes veloces que a la tenencia de la pelota.
Con esa fórmula se llevó puesto a Newell’s durante el primer tiempo. Eligió el carril derecho y desde ahí lastimó al equipo del Tolo Gallego. En diez minutos ya había facturado. Unos chiches de Matías Pisano terminaron en un centro al pie de Lucas Albertengo. Y el nueve debutante cumplió: definió de primera, adentro del área, con oficio. Cinco minutos después, el Rojo repitió el acto pero con otros actores: centro de Mancuello y definición frustrada de Lucero.
La defensa de Newell’s sufrió cada uno de los intentos de Independiente. Una pelota que recuperó Lucero le quedó a Mancuello, y de primera habilitó a Albertengo. El delantero, otra vez, definió ante la salida de Ustari. El primer tiempo se fue a pedir de Almirón: dos a cero y sin sobresaltos. Pero empezó el segundo.
A los siete minutos Fernando Rapallini cobró un penal dudoso. Maxi Rodríguez fusiló a Diego Rodríguez. Newell’s tomó coraje. Y con un contragolpe de manual empató un partido que parecía imposible. En apenas 13 minutos, el equipo del Tolo Gallego pasó a cobrar una recompensa excesivo. Pero el 2-2 hizo que el partido recupere una cuota de adrenalina. El resultado estaba abierto. Y los dos lo fueron a buscar.
El que lo encontró fue el Rojo. Pisano, otra vez Pisano, habilitó a Mancuello. Ustari lo volteó adentro del área. Penal. El Ruso Rodríguez se hizo cargo y puso el tres a dos. A pesar de que los minutos pasaban y del cansancio, el ritmo se mantuvo. Lo desperdició otra vez Albertengo. Lo tuvo Newell’s. Pudo aumentar el Rojo. Al equipo rosarino no lo afectó ni la expulsión de Hernán Bernardello. Al de Avellaneda, ni la salida de Mancuello tras el golpe que recibió cuando le cometieron el penal.
En este arranque de torneo, los dos equipos evitaron la mezquindad. Eligieron la búsqueda. El premio se lo quedó Independiente. Pero dejaron un partido intenso, emotivo. Lo que no es poco.