River retuvo a teo, Boca trajo a Osvaldo; estrategias diferentes pero una misma busqueda: el gol. Veintiun de los treinta equipos incorporaron centrodelanteros.
En cada mercado de pases, especialmente antes de empezar la temporada, los clubes salen a comprar desaforadamente. En contados casos pueden mantener la base: River y Racing, por ejemplo. Otras veces, cuando la abstinencia de títulos manda, invierten fuerte: Independiente, Boca. En este principio de temporada, hubo un dato: de los treinta equipos que disputarán el insólito campeonato de Primera División, veinte de ellos incorporaron al menos un centrodelantero.
El gol fue la vedette del campeonato pasado. Sin la presión de los descensos, los partidos mostraron propuestas más audaces. Con el Mundial –que tuvo el promedio de gol más alto desde que se juega con 32 selecciones– como faro, el torneo anterior de Primera también desgarró gargantas: con 2,58 goles por encuentro, fue el campeonato con mejor media desde el Apertura 2006, aquel que ganó Estudiantes.
El 2015 también parece que inflará redes. Hay goleadores de raza. Diez delanteros fueron, alguna vez en sus carreras, máximos artilleros del campeonato argentino: Maxi Rodríguez, Scocco, Gigliotti, Luna, Ramírez, Teo Gutiérrez, Cavenaghi, Silva, Pavone y la gran apuesta de Aldosivi, José Sand. Hoy se reparten en ocho equipos: River y Newell’s tienen un par cada uno.
Y volvieron 9 de jerarquía. Daniel Osvaldo se incorporó a Boca con 29 años. En los últimos nueve años, desde que dejó Huracán, pasó por nueve clubes europeos. El total de sus transferencias acumula 45 millones de euros. Brilló en la Roma. Ahora se pondrá la camiseta de sus amores. Mariano Pavone es otro de los que regresó. Salvo por su experiencia millonaria, es garantía de gol: Vélez lo eligió para reemplazar a Lucas Pratto, su as ofensivo. Lucas Viatri terminó con su periplo asiático y se sumó al Banfield de Matías Almeyda.
Además, continúan figuras determinantes del 2014: Bou, Milito, Cauteruccio, Scocco, Carrillo. Y aparecen interrogantes, como el regreso de Marco Ruben a Rosario Central, la adaptación de Lucas Albertengo a Independiente; y cómo suplirá Lanús la ausencia de Silvio Romero, goleador del último torneo.
A la sombra de las estrellas. Entre las luces de los mencionados, emergen –silenciosos– delanteros de menor nivel. En ciertos casos, son jugadores que supieron llevarse bien con el gol. Y sus técnicos intentarán hacerles recuperar la sintonía goleadora: Castillejos en Argentinos Juniors, Sand en el Tiburón marplatense, Carlos Bueno en San Martín de San Juan, Leandro Caruso en Godoy Cruz, Rubén Ramírez y Claudio Bieler en Quilmes, y Mauro Obolo en Belgrano.
Otros, desconocidos, querrán que sus apellidos se instalen en el sentido común de los futboleros: Nicolás Mazzola, recién arribado a Gimnasia La Plata luego de ser uno de los goleadores de la B Nacional en Instituto; Lucas Alario, una interesante aparición de Colón; Claudio Guerra, punta de Unión, figura en el Defensa y Justicia de Diego Cocca.
El contraste entre algunos jugadores es impactante. El nuevo formato del torneo así lo dispuso. Mañana a la noche, en el coqueto Eva Perón de Junín, Teófilo Gutiérrez y Héctor Cuevas se darán la mano. El colombiano, ocho meses atrás, jugó el Mundial de Brasil. Y en enero fue premiado como el mejor jugador de América tras el resultado de una encuesta anual del diario uruguayo El País. Teo es la pieza clave, la distinción de calidad del plantel que dirige Marcelo Gallardo, campeón de la Recopa.
Cuevas tiene un puñado de partidos en Primera: los jugó en 2008, en Belgrano de Córdoba. Salió campeón de la B Metropolitana con el Verde, y el año pasado protagonizó la campaña del ascenso a Primera. Ahora será la carta de gol de Sergio Lippi. En el último año anotó siete tantos.
Wanchope, el goleador a seguir. De los menos conocidos, Ramón Abila es el que más expectativas despierta. Lo apodaron Wanchope por su parecido físico con el goleador costarricense. Debutó en Instituto de Córdoba. Pasó por Sarmiento de Junín y Deportivo Morón. Ahora es la figura de Huracán. El cordobés usa distintas remeras debajo de su camiseta por cábala: algunas son de la Mona Jiménez. En Primera, todavía, no las mostró: este será su primer torneo en la máxima categoría. Pero ya festejó goles en la Copa Libertadores: hizo dos en la goleada ante Alianza Lima en la capital peruana.
Dotado técnicamente, fue el goleador de la B Nacional con diez gritos. Boca preguntó por él. Alejandro Nadur, presidente del Globo, lo declaró intransferible.
El fútbol argentino no salió debilitado de este mercado de pases. Quizás, como en Europa están en plena temporada, no pusieron los ojos en América para reforzar a sus planteles. Probablemente lo hagan en julio, después de la Copa América. Mientras, descansemos las gargantas: los equipos tienen goleadores que prometen muchos festejos.