River hizo terapia exprés

River hizo terapia exprés Su estado de ánimo era una incógnita tras el 0-5 contra Boca. Sin embargo, ayer fue sólido y venció 1-0 a San Lorenzo, luego de rematar tres veces en los palos. el miércoles, la revancha. River hizo terapia exprés

Teo. Palo. Teo. Palo. Maidana. Palo. En un tiempo San Lorenzo prescindió de su arquero para salvarse tres veces de manera providencial. Torrico había sido su Dios ante otro cabezazo de Teo, que era gol, como las que pegaron en los palos. La pelota impulsada por la cabeza de Teo pegó en un pie de Torrico, que en ese jugada fue un palo en el medio del arco. Parecía que no era la noche de River. Que la suerte lo iba a dejar rengo. Hasta que Sánchez enderezó el destino.  

Posturas. River jugó como el campeón de la Sudamericana. Incluso arrancaba con lastre: tuvo que cargar con la mochila de un 0-5 ante Boca, un resultado indeleble aún en amistosos. San Lorenzo no arrastraba angustias recientes. Ni siquiera pasó papelones ante Real Madrid, a fines del año pasado. Limpio de traumas, no estuvo a la altura de un campeón de Copa Libertadores. Otra vez, como en la final del Mundial de Clubes, eligió cerrar su puerta y guardar las llaves. Su único cerrajero para abrir el tesoro rival fue Cauteruccio, un llanero solitario que desde que volvió de su lesión perdió una marcha, la confianza y la lucidez para definir. Sin esos atributos se entiende el déficit: el uruguayo es un espía de la otra área, sin gol. Tuvo dos chances en el mismo minuto, pero en distintos tiempos. No controló bien en el arranque del partido y dudó cuando comenzó el segundo; ni siquiera obtuvo el benefecio de Delfino, que debió cobrar penal por falta de Barovero.
Después el arquero le achicó el arco en otra jugada, cuando Cauteruccio pensó mil horas lo que tendría que haber resuelto en milésimas de segundos.

Estilo. River ya no es el flipper que sorprendió en 2014. Sin embargo todavía camina por algunas de las huellas impregnadas por Gallardo. Cuando triangula, el equipo sorprende. Mora definió mal una sucesión de toques con la que el equipo local había desarmado el entretejido del medio campo de San Lorenzo, que eligió esa zona para juntar jugadores. También está el pie de Pisculichi, un arma precisa para ejecutar pelotas paradas y filtrar pases.

Más allá de las formas, hay que rescatar el fondo. La postura de River es la de un equipo que arriesga. Cuando la rutina lo pegotea, el técnico echa mano a los cambios para desempantanarlo. Pity Martínez ayer fue la opción para el cambio de ritmo y un acierto en el gol de Sánchez. Con ese grito, River ganó mucho más que el primer partido de la final. Ahora se sabe superior a su rival.