El nuevo director del primer coliseo porteño promete dialogar y apegarse a los reglamentos. Mientras, seguirá como director del FIBA. El peso de las disputas internas en el corazón del PRO.
Darío Lopérfido, el nuevo director del Teatro Colón, reconoce que está “muy contento, sorprendido y estresado, porque no era algo pensado”. Su sorpresa se debe a que, según dice, nunca había hablado de esto con su amigo, el director saliente, Pedro Pablo García Caffi: “Tenemos muy buena relación de toda la vida. Incluso, cuando yo asumí como secretario de Cultura de la Ciudad en la década del 90 y la Filarmónica de Buenos Aires era un organismo dependiente, Pedro era el director de la Filarmónica de la gestión anterior y me presentó su renuncia. Yo no se la acepté, porque la Filarmónica funcionaba bien con él. Lo dejé, y desde entonces tuvimos una relación muy buena. En los últimos años nos veíamos en las funciones. Yo iba a su palco en el Colón con él, su mujer, Silvana, y con otra gente. Hablábamos de temas artísticos. Hubo momentos de dificultades, pero siempre lo vi bien”.
—¿Te dio indicios de que quería renunciar?
—No, no, para nada. Además, no lo veía desde mi casamiento [con Esmeralda Mitre, el 6 de diciembre de 2014] y ese día por supuesto no hablamos del Colón. Antes nos habíamos visto en la función del ballet estable de Cascanueces y dijimos “Nos vemos en el casamiento”. Después me fui de vacaciones. Hacía dos meses que no lo veía… Si él decidió algo en ese tiempo, yo no lo sabía.
—¿Con qué actitud pensás posicionarte como nuevo director?
—Mi idea es preguntarle a toda la gente cómo se siente. No voy a hacer un desembarco en Lombardía, no voy a sacar a todo el mundo. Yo soy una persona que se apega a los reglamentos, y la Ley de Autarquía del Teatro Colón dice que el director del teatro hace la programación en consulta con los directores del área. Eso haré.
—Trabajadores vinculados a ATE reclaman que García Caffi no los recibía para dialogar. ¿Qué harás al respecto?
—En las instancias normales, por supuesto que dialogaré. Lo que no se tiene que confundir es la oposición con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires desde algún sector sindical, no porque yo no lo acepte sino porque eso no está bien. En el ’96, ’97, ’98 yo tuve el Colón a mi cargo. Los que estaban en ese momento hoy te pueden decir que conmigo se peleaban mucho pero se solucionaban las cosas.
—¿Qué opinás sobre incluir actividades de tipo privado en el Colón?
—Eso está previsto en la ley del teatro; está bien que el teatro agregue ingresos. Después está la cuestión de qué cosas está bien hacer en un teatro de ópera y qué cosas no, por una cuestión de cuidado y prestigio… No podés hacer un espectáculo de bailanta en el Colón.
—Planeás seguir paralelamente como director del FIBA, y ahora en el Colón. ¿Cómo manejarás tiempos y sueldos?
—Del FIBA soy director artístico, pero una gran parte del trabajo de la edición 2015 ya la hice. Además, son trabajos que pertenecen al mismo mundo. Sobre los sueldos, todavía no sé. Seguro tengo uno como director del Colón. Y con lo del FIBA hay que hacer una ecuación. Evidentemente, tengo que hacer un arreglo.