“¿Y si te matan por imitar a un político?”

“¿Y si te matan por imitar a un político?” Volvió con Bossi Big Bang Show al Astral, y habla del juicio que enfrenta por $ 350 mil. Dice que los políticos son responsables de lo que pasa en un 99%, y por la inseguridad se levanta pensando en que Dios lo ayude a terminar el día. No sería el humorista fijo de Tinelli y Susana. “¿Y si te matan por imitar a un político?”

Mientras vuelve de Mar del Plata a Buenos Aires, Martín Bossi sale de la Autopista Nº 2 para cargar nafta. “Sos un genio, Martín”, se escucha a lo lejos, del otro lado del teléfono, una voz masculina que lo reconoce y le otorga una catarata de alabanzas. “Gracias, querido”, responde el hombre nacido en Lomas de Zamora hace cuarenta años. De regreso en la ruta con el tanque lleno, Bossi agradece la espera y dice que ya está cómodo en la butaca y preparado para la entrevista con PERFIL. “Me encanta manejar –cuenta–. Voy a un promedio de 140 km/h. Cuando piloteo me siento un superhéroe. Me siento el camionero de la serie B.J.”. Bossi musicaliza cada viaje semanal a La Feliz con Bob Marley and The Wailers, A-Ha, el CD La lengua popular de Calamaro, Física y química de Sabina, Los enanitos verdes, y “un pendrive que va desde el DJ Guetta al cuartetero Jean Carlos”.

—¿Hacés la típica parada en Atalaya?
—No. Paré muchas veces cuando era chico porque era la única parada de camino a la Costa. Mi viejo tenía una camioneta Toyota azul de las primeras con aire acondicionado y pasacasete. La ponía a 120 y tapaba el tablero con una toalla porque mi vieja se ponía loca por la velocidad. Ahora hay estaciones de servicio a cada rato. Donde me pinta el hambre, paro y me compro unas galletitas Rumba, un agüita y un chocolatito.
El actor, imitador y humorista va regresando de La Feliz, donde realizó doble función el martes de Bossi Big Bang Show en el Teatro Radio City, music-hall que reestrenó la segunda temporada en el Teatro Astral con funciones de jueves a domingo. En 2014, Bossi fue visto por 194 mil personas, estuvo en la apertura de ShowMatch e hizo el sketch de Olmedo en lo de Susana, protagonizó el film Un amor en tiempos de selfies (ver recuadro), y el productor Lino Patalano lo llevó a Madrid en diciembre. “El éxito lo encuentro en el amor al trabajo, rodeado de un equipo de sesenta personas todos los días, y el afecto del público. Hoy me siento querido, me importa que me quieran. Soy pretencioso, quería que el país me quiera. Hoy voy a cualquier lado y me dicen “Hola, Martín”. Quizá esa persona nunca vio un espectáculo mío, pero sabe quién soy”.

—Y resguardás muy bien tu vida privada. ¿Por qué?
—Una vez me lo dijo Sandro: “Pichón: si querés hacer una carrera, tratá de que no se sepa de vos”.

—¿Dónde lo conociste a Sandro?
—Lo conocí en 2002. Fuimos a hacer un show en el cumpleaños de María Elena (Fresta), su ex mujer, y arranqué imitando a Sandro. Después del show, tuve el honor de sentarme en la mesa con él y charlamos dos horas. Un par de veces me invitó a su casa y él mismo me enseñó a imitarlo. Me dio muchos consejos, y uno fue: “Para la gente sos una hoja en blanco. Te tienen que ver en el escenario. Si no, no creás deseos”.

—¿Cómo ves el mano a mano por la taquilla contra Antonio Gasalla (“Más respeto que soy tu madre 2”)?
—A Antonio lo admiro, y es un honor compartir la cartelera de calle Corrientes, competir por la taquilla, pero también poder compartir una mesa. Me siento su colega, con todo respeto lo digo. Tuve que trabajar mucho para hoy poder estar en un teatro en la misma calle y sentirlo colega. Sé que le está yendo muy bien… Ojalá que nosotros repitamos las cifras del año pasado o metamos 500 mil. Si nos eligen, mejor, y si no lo eligen es porque lo que estoy contando ya no interesa.

—Tato Bores tuvo dos grandes libretistas: Aldo Cammarota y Santiago Varela. ¿Quién te escribe los textos?
—Es Emilio Tamer, director del espectáculo y de la película Un amor en tiempos de selfies. Tiene 49 años, es muy joven, talentoso y trabaja con nosotros desde hace cuatro años.

—El 2015 arrancó con una mancha imborrable para la historia del periodismo y el humor: el atentado terrorista a “Charlie Hebdo”. Como humorista, ¿cómo viviste tan cruel episodio?
—Es un hecho aberrante de terrorismo, y que muestra el borde al que estamos llegando los seres humanos; si en algún momento no paramos la bocha y seguimos haciéndonos los boludos, esto se extingue en cien o 200 años. Estamos camino al abismo. Hay una locura galopante.

—Imitaste a muchos políticos. ¿Sentiste miedo alguna vez?
—No. Lo hice hace seis años en un programa (el reality Gran Cuñado de ShowMatch) que así lo requería. En agosto de 2009 dejé de hacer televisión, cambié de rumbo. Tengo un recuerdo hermoso a nivel popular. Además, era otro momento del país.

—En ese momento, antes de debutar en “Gran Cuñado”, dijiste “haré a Cristina cueste lo que cueste”…
—¡Sí. Era un inconsciente! No tenía idea de política. Pero cero miedo, era artístico.

—Lo de “Charlie Hebdo” traspasó un límite. A partir de ahora, ¿creés que un humorista debe pensar tres veces antes de imitar a un político?
—Sí. Si vas a la cancha y te matan por hinchar por el equipo contrario, ¿por qué no puede pasar que imites un personaje político que moleste y te maten? Es lo mismo. La muerte es una posibilidad latente. Hoy me levanto y digo “ojalá que pueda terminar el día”. Antes te robaban y listo. Ahora te roban y te matan. Lo de Charlie Hebdo pasó en Francia y acá pasó lo de Nisman. El mundo está así. Somos la peor raza que dio la Tierra.

—Tu imitación de Cristina te sirvió para ser popular y mostrar tu talento, ¿no?
—Sí. Aclaro, yo venía haciendo y pegándola en televisión hace rato, pero ahí se alinearon los planetas: el programa más visto, Marcelo (Tinelli) el tipo más conocido de la Argentina, y haciendo al personaje más popular del país como es un presidente. En realidad, yo venía trabajando las máscaras, y lo que hice con Cristina me hizo mucho más popular. Me sirvió. Luego, violín en bolsa y hacer lo que uno quiere. Lo más interesante no fue hacer a Cristina y Macri, sino correrme en ese momento, decir “hasta acá llegué” y tomé mi propio camino.

—¿Cómo ves que la está pasando la gente en Argentina?
—Hablar de que sólo en este momento estamos mal sería injusto. Sacando la última dictadura militar, que fue la peor y más nefasta etapa que nos pasó a los argentinos, creo que con la vuelta de la democracia del ’83 fuimos de mal en peor, y eso que hubo gobiernos radicales y peronistas, de izquierda o derecha. Hago responsable a un 99% de los políticos, y como pueblo no supimos torcer la historia. Dentro de 15 años me lo preguntás y te voy a decir en qué hoy estamos bárbaro.

 

Un juicio por 350 mil pesos

Durante una etapa exitosa no siempre todo es color de rosa. Y Martín Bossi lo sabe. Previo al reestreno de la temporada 2015 de Bossi Big Bang Show, se hizo pública una denuncia por maltrato en su contra que realizó una ex empleada de la obra. “Si yo estuviera en el Velma Café, esto no me habría pasado. Llegué con un nivel de inocencia muy grande”, afirma. Y continúa: “Me abrió los ojos. Me dio un sopapo como diciendo ‘flaco, bienvenido al mundo. Cuidado. Esto dejó de ser un jueguito de actor. Podés ser víctima de una maldad’”.

—¿Qué pasó?
—Fue un accidente laboral en el trajín de una obra, donde me trabo con una compañera corriendo y ahora lo quieren transformar en un incidente intencional pidiéndonos una suma de plata desmedida por cuatro meses de indemnización.

—¿Cuánto?
—350 mil pesos. Nos extorsionaron: “O nos dan la plata o vamos a los medios”. Mi abogado sigue adelante con la carátula de extorsión y esto se tiene que dirimir en la Justicia. Son cosas de la vida del trabajo y uno aprende. Confío en Dios que se resuelva pronto.
Tras no prosperar la película de Olmedo, Bossi tuvo revancha en cine con Un amor en tiempos de selfies, su primer protagónico. “Fue un aprendizaje como actor. Un desafío en el cine independiente. No nos ayudó ningún canal, sí tuvimos el apoyo del Incaa, pero con mi socio Diego Djeredjian nos hicimos cargo de la mayor parte”.

—¿Ganaste o perdiste plata?
—La vieron 85 mil personas y con eso salimos hechos. No fue un éxito, obvio, pero compartir la cartelera con Relatos salvajes fue muy duro, la veían 150 mil personas por semana. Ahora se está viendo mucho en On Demand. Tiene más repercusión ahora que cuando estaba en cine.

—¿Vas a hacer TV?
—No. No es un medio para mí, para trabajar todo el tiempo ni desarrollarme como actor. Una cosa es que Marcelo (Tinelli), que es mi amigo, me invite a su programa, o lo mismo Susana, pero otra cosa es estar todos los días.

—¿No serías el humorista fijo de Tinelli o Susana?
—No.