Por monseñor Jorge Eduardo Lozano
… para hacer el bien. En estos días de vacaciones estuvimos conversando con algunos amigos acerca de lo que ha logrado Francisco en este tiempo en la Iglesia y en el mundo. Sus búsquedas de paz en Oriente Medio, alentar la reanudación de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, estar cerca de los pobres y enfermos, el encuentro con los jóvenes en Brasil, las audiencias de los miércoles, las predicaciones sencillas y profundas que conmueven a santos y pecadores… Sin duda, y tal cual el mismo Papa lo dice, es por una asistencia especial del Espíritu Santo que lo ilumina y sostiene en la misión de ser sucesor del Apóstol Pedro, y alentarnos a los cristianos a vivir de acuerdo con el Evangelio. Pero ese mismo Espíritu que obra en Francisco también está en todos los que hemos recibido el bautismo. Cada cosa que hacemos bien cotidianamente es fruto de la gracia de Dios. Un gran teólogo, Santo Tomás de Aquino, escribió que el hombre no solamente los cristianos sin la gracia de Dios casi nada puede hacer bien, tal vez plantar un árbol.
Y pienso en estos ejemplos concretos. Cuando una mamá o papá educan bien a su hijo, un docente organiza las clases para sus alumnos, un sacerdote prepara la predicación o visita un enfermo, cuando ayudamos a algún pobre, compartimos un rato con alguien que está solo, cuando decimos la verdad aunque no sea fácil… y podemos mencionar muchísimos ejemplos más de catequistas, misioneros, enfermeras, médicos, comerciantes, mecánicos… Cada cosa que hacemos bien, podemos decir que la realizamos con la ayuda de la gracia de Dios. En una de las primeras predicaciones de San Pedro recogida en el libro de los Hechos de los Apóstoles nos dice: «Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. Él pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él». (Hc 10, 37-38) De Jesús, Pedro destacaba que «pasó haciendo el bien».
Muchas veces me pregunté qué destacaría de mi paso por este mundo. ¿Vos te lo preguntaste? Mi deseo sincero también está en pasar haciendo el bien. Volviendo al Papa Francisco. Sin duda que tiene un carisma particular y una asistencia especial del Espíritu Santo. Pero no menos cierto es que los que fuimos bautizados recibimos ese mismo Espíritu Santo. San Pablo en una de las cartas escritas a los cristianos de Corinto, les dice que «nadie puede decir `Jesús es el Señor’, si no es bajo la acción del Espíritu Santo» (1 Cor 12, 3). Y también enseña que «todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo judíos y griegos, esclavos y hombres libres y todos hemos bebido de un mismo Espíritu». (1 Cor 12, 13) Cuando lo bautizaron al Papa, el sacerdote derramó agua bendita en su cabeza y dijo «Jorge Mario, yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo», salvo el nombre, a todos nosotros nos hicieron lo mismo. No hay un bautismo para Papas o curas, y alguno con menos fuerza para otros. No está en nuestras manos que algunos países enemistados reinicien relaciones diplomáticas.
Pero sí está en nosotros la fuerza de la oración para que el Papa u otros líderes mundiales tengan luces y se dediquen a jugarse por la Paz. También podemos promover la «cultura del encuentro» entre quienes están distanciados en la familia, el barrio, la parroquia… La Iglesia será más evangélica si los que la formamos aceptamos el llamado a la conversión. Hemos de mirar más a Jesús y fortalecer la amistad con Él, y dejarnos guiar por su presencia Viva en nuestras comunidades. Aprovechemos estos días del verano en que no hay clases, tenemos menos actividades, a disfrutar de momentos de diálogo y juego con la familia y los amigos. Visitemos gente. Hagamos el bien y el mundo será más bueno. En estas semanas el miedo a atentados terroristas volvió a recorrer el mundo, y a enlutar familias, amigos, países. Una fuerte reacción global mostró un decidido sí a la paz varias iniciativas en distintos lugares del mundo invitaron a reflexionar, rezar por la paz y el diálogo entre las naciones. Lo cual no significa que se pueda pretender hacer humor burlándose de las creencias y signos religiosos de otros. Estemos atentos a no ceder ante comentarios hirientes hacia ninguna persona o grupo por sus creencias religiosas.