Mientras los usuarios de todas las latitudes tienden a pagar lo mismo para acceder a sus servicios, ambas empresas ofrecen mejores opciones en los Estados Unidos que en el resto del mundo. Para estas multinacionales, parece haber espectadores de primera y de segunda.
El acceso a series o cine vía streaming o a paquetes de cable premium ha diezmado de audiencia y dinero la televisión abierta en el mundo entero. Pero esta tendencia también permite observar cómo para las empresas que distribuyen estos contenidos hay televidentes “de primera” y “de segunda”. Ambos pagan lo mismo pero, por ejemplo, un consumidor de Netflix en Argentina tendrá a su disposición cerca de 3.400 títulos, mientras que un norteamericano podrá optar entre más de 8.700. A no pensar que es un desprecio particular hacia nosotros: con la misma desventaja corre un inglés, un brasileño o un mexicano. Otro tanto sucede con HBO, que a igual pago le brinda al televidente latino la mitad de señales que al estadounidense. Si bien en ese país empresas como Comcast ofrecen el paquete premium en alrededor de US$ 20, otra proveedora líder como Time Warner Cable lo vende en US$ 9,99, unos centavos menos de lo que paga un cliente de Cablevisión o DirecTV.
El secreto de Netflix. “El contenido que se ofrece en Estados Unidos no siempre está disponible fuera de allí. Al mismo tiempo, algunos de los que están en el servicio de América Latina no necesariamente están disponibles en los EE.UU. Por ejemplo, Better Call Saul estará disponible primero en América Latina, incluyendo Argentina”, anuncian desde el Netflix latino. Sin embargo, evitan informarles a sus clientes la cantidad exacta de títulos que tienen a su alcance o comentarles que aquí un seguidor de The Walking Dead va una temporada atrasado en relación con un abonado estadounidense –lo mismo que al que le guste ver Arrow o American Horror Story–. Ni hablar de quien quiera mirar vía streaming Person of Interest, serie que la empresa coproduce, pero a la que aquí sólo se accede a través de Warner Channel, en el paquete básico de cable.
También Netflix adquirió en exclusiva (para Estados Unidos, claro) Peaky Blinders, la serie de gangsters británicos de la BBC con Cillian Murphy y Sam Neill. Acá, sólo va al cable básico. Lo mismo ocurriría si la intención fuera ver filmes como Django sin cadenas, de Quentin Tarantino, o Nebraska, la candidata a seis Oscar el año pasado. Todos contenidos bloqueados para la versión local. Europa y América Latina representan poco más del 30% de los clientes de Netflix, y tal vez ésa sea la explicación de la diferencia de trato y de por qué en nuestro continente la compañía sólo posee una oficina en San Pablo y el resto lo maneja sólo con contactos tercerizados de prensa. A la consulta de por qué las diferencias de títulos y por qué en todo el mundo los usuarios pagan el mínimo de U$S 8 mensuales, aunque algunos accedan a menos de la mitad del catálogo, la empresa decide callar.
“No es ningún secreto que queremos que Netflix sea un producto global”, dijo Ted Sarandos, su director de contenidos, al New York Times, cuando informaba que gastarían más de US$ 600 millones en 2014 para atraer nuevos clientes. Casualmente, o no, el mismo ejecutivo manifestó el miércoles pasado su rotunda negativa a recibir mediciones de rating. O sea, todo lo que se relacione con divulgar datos al público es rechazado. Sólo relevamientos paralelos dieron a conocer cuánto del tráfico en la web lo ocupa Netflix en Estados Unidos (casi el 35%), algo que llevó a las empresas prestadoras a reclamar por el uso de la red.
Los acuerdos de interconexión con AT&T, Time Warner Cable y Verizon generaron incrementos significativos en las velocidades de internet en Norteamérica. Aquí, mientras la empresa publica informes críticos en cuanto a velocidad de conexión, aprovecha el crecimiento que tuvo la banda ancha (el 11,6% en el último año) y puede llegar potencialmente a casi 13 millones de hogares sin pagar un peso.
El caso HBO. Mientras, en el cable premium de Warner, explican que en sus múltiples pantallas “la cantidad de títulos varía pero generalmente se programan más de 300 estrenos al mes, entre series y películas”. Lo cierto es que si usted viviera en Estados Unidos, en enero podría ver la casi segura candidata al Oscar, Grand Hotel Budapest o, mientras espera la tercera parte de la saga, las dos primeras de El hobbit o la última 300: Rise of an empire, o los más chicos tendrían la chance de sentarse a mirar Río 2. Pero lo más curioso es que una persona que resida en, digamos, Nueva York, tendría acceso al interesante film paraguayo 7 cajas, mientras que en Buenos Aires quien quiera encontrar ese título deberá buscarlo en alguna sala que aún no haya renovado la cartelera, revolver en mantas de venta ilegal callejera o buscar alguna descarga pirata en la red. Eso sí: pagar, va a tener que pagar lo mismo que si estuviera recibiendo un servicio mucho mejor.