El 8 de enero de 1995, a los 52 años, fallecía en un trágico accidente automovilístico el boxeador más grande de nuestro país. Imágenes.
La tarde del domingo 8 de enero de 1995, a la edad de 52 años, encontró la muerte en un trágico accidente automovilístico el boxeador más grande de nuestro país y uno de los mejores de la historia: Carlos Monzón.
Escopeta o el Macho, como lo llamaba el jet set europeo, encontró la gloria el 7 de noviembre de 1970 en el Palazzo dello Sport de Roma. Una derecha larga, letal, al mentón, noqueó en el décimosegundo round al local Nino Benvenutti. Esa noche nacía uno de los medianos más grande del planeta.
En mayo del año siguiente, Nino trató de reconquistar en Montecarlo la corona, pero no contó con la más mínima chance. Para Monzón, resultó un simple trámite que terminó por nocaut técnico en la tercera vuelta.
Después vendrían Emile Griffith (en dos oportunidades), Denny Moyer, Jean Claude Bouttier (dos veces), Tom Boggs, Bennie Briscoe (el que lo hizo mirar el reloj), José “Mantequilla” Nápoles, Tony Mundine, Tony Licata, Gratien Tonna y Rodrigo Valdez (dos veces).
Se puede decir que su vida tuvo perfiles novelescos. Conoció la miseria y la gloria, del barro de su humilde barrio “La Flecha” hasta los hoteles más sofisticados de Europa. Sus ex rivales lo continúan reverenciando. Vivió resonantes romances con hermosas mujeres, locales e internacionales.
Había nacido en Santa Fe el 7 de agosto del ’42. Cómo amateur obtuvo 73 victorias, ocho derrotas y seis empates. En su debut profesional (6/2/63) le ganó por nocaut técnico en dos asaltos a Ramón Montenegro. Se retiró como campeón invicto en 14 defensas realizadas.
Su campaña profesional marca 88 peleas ganadas (61 antes del límite), tres perdidas (ante Antonio Aguilar, Alberto Massi y el brasileño Felipe Cambeiro) y nueve empatadas.
El 3 de julio del ’89 fue condenado a 11 años de prisión por ser considerado el autor penalmente responsable del homicidio, durante el verano del ’88, de Alicia Muñiz, con quien tuvo un hijo, Maximiliano. Su conducta en la cárcel fue ejemplar y consiguió un estado de semilibertad en Santa Fe.
Le faltaba menos de un año para recuperar definitivamente la libertad y poder cumplir con su viejo anhelo: buscar a Maximiliano.
Esto no pudo ser posible, ya que durante la tarde del domingo 8 de enero del ’95, aproximadamente a las 17.30 sobre la ruta provincial número 1 a la altura del paraje Los Cerrillos en la localidad de Santa Rosa de Calchines, encontró la muerte en un trágico accidente automovilístico a 35 kilómetros de la capital santafesina.
Dos monumentos, uno en el lugar del accidente y otro sobre la costanera de la ciudad de Santa Fe, hablan de la idolatría de un pueblo y del reconocimiento de los organismos internacionales a quien en la actualidad continúa siendo el boxeador argentino más reconocido y respetado en cualquier parte del mundo.
Fuente: DyN