Por Javier Lanza | Su descontento con el club, su falta de estímulos, la presión del fisco y Adidas, un cóctel que puede alejarlo del Barcelona.
En este fútbol en el que se manejan cifras inimaginables que todo lo pueden, sigue habiendo casos en los que no son los euros los que definen el destino de una estrella. Lionel Messi es uno de los que se pueden dar el lujo de decidir. Por eso, lo que parecía una utopía dejó de serlo. Nadie imagina al mejor del planeta vestido con otros colores que los del Barcelona. Pero los rumores crecen y el descontento del rosarino en el club catalán hace que desde el entorno del jugador no sean tan tajantes con la posibilidad de que busque otros rumbos.
Esta historia de amor entre Messi y los catalanes es como la de una pareja que sobrevive a desencuentros pero que se mantiene junta gracias al aprecio. Pero el desgaste, y sobre todo los fracasos de las últimas temporadas, han empezado a resquebrajar algo que parecía confeccionado para toda la vida. En Cataluña ya dejó de ser un secreto el malestar de la Pulga con el Barcelona. Nada fue igual desde la partida de Pep Guardiola, y para este animal de la competencia no ser parte de un equipo de elite es muy duro. Sabe que le quedan pocos años en el primer nivel para volver a ser el número 1 en su pelea con Cristiano Ronaldo y que su club está haciendo todo mal. La inhabilitación para fichar impuesta por FIFA fue otro traspié en la relación de Leo y el club catalán.
Algo se rompió. Día histórico. Messi acaba de convertirse en el máximo goleador de la historia de la Liga española. El notero de Barça TV lo espera al borde del campo de juego para preguntarle sus sensaciones. El argentino no para. No quiere tener nada con la prensa española, ni siquiera con la de su club. Otra prueba de eso es que hace un año que no va a una rueda de prensa. Desde el entorno del argentino, están convencidos de que están sufriendo una operación mediática desde Madrid. Si a eso se le suma un mal año deportivo, la marcha de muchos amigos suyos del club, el alejamiento de otros tantos de su vestuario y, fundamentalmente, el acoso sistemático a nivel fiscal por sus problemas administrativos con Hacienda que ya estaban liquidados, el futuro del 10 no se ve tan blaugrana. La familia Messi está muy disgustada con el Barcelona porque considera que el club no los ha defendido bien en el caso con el fisco. Tras pagar más de 50 millones de euros, no entienden cómo todavía hay una causa penal abierta y se lo cita en el juzgado.
¿La nueva casa? Ninguno de los rumores que corrió sobre el futuro del cuatro veces ganador del Balón de Oro fue tan fuerte como el de los últimos días: su marcha al Chelsea. Desde Londres y el entorno de Leo, la opción, todavía remota, nunca estuvo tan cerca de concretarse como ahora. El club, con el magnate ruso Roman Abramovich a la cabeza, está dispuesto a todo para conseguir su sueño personal: ver a Messi con la 10 de los blues. El optimismo inglés se basa en que el entorno del jugador no ha rechazado de entrada el ofrecimiento, como sí había ocurrido anteriormente, cuando el propio Chelsea, el PSG o el Madrid se acercaron con propuestas. Abramovich cree que Leo no aguantará un año más en el Barcelona sin ganar títulos y Mourinho no se cansa de decir que “Messi es el mejor del mundo”. El DT portugués dejó en claro que lo quiere, pero que “el Chelsea no puede plantearse su fichaje a causa del fair play financiero”. Todo se puede con un Messi disgustado en Barcelona y seducido por su amigo Cesc Fábregas, quien le asegura que su juego en la Premier sería un gran salto en su carrera. Y como si fuera poco, está Adidas en el medio, la marca de Messi que no ve la hora de que se vaya del Barcelona, un equipo Nike, y llegue a uno con las tres tiras.
Si bien la cláusula de rescisión es altísima, tanto el Barça como sus pretendientes saben que el argentino se siente cómodo siendo competitivo. Y en este momento, no está en un equipo competitivo, con Luis Enrique la química del plantel y los resultados no han sido satisfactorios y no está en un club que le demuestre el afecto que él necesita para volver a guiarlo a ser el mejor del mundo. Y otro año sin ganar nada sería la gota que rebasaría el vaso de la paciencia de Messi. Y encima del otro lado está un Mourinho que quiere explotar el fuego sagrado de Leo y ofrecerle un proyecto ganador.
La alternativa más fuerte es el PSG, que dejaría ir a Edinson Cavani, su jugador franquicia, y necesita un golpe fuerte. El dueño del equipo es el emir qatarí Tamin Bin Hamad Al Thani, quien si bien le delegó su poder a Nasser Al-Khelaifi, tiene una fortuna incalculable hasta para la revista Forbes y sigue cerca del club para cualquier necesidad.
Para tentarlo, tanto el Chelsea como el PSG deberían formar un equipo ganador y esperar a que el Barcelona de Luis Enrique termine la temporada en blanco. Algo que no parece descabellado. Por eso no es utópico pensar que en breve Lionel Messi pase a ser Sir Messi. O Monsieur.
Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil