La actriz hace temporada en Mar del Plata dirigida por Norma Aleandro y junto a Ricardo Darín, el gran protagonista del film que compite por el Oscar, del cual relativiza su importancia.
Es la primera vez que Erica Rivas va a hacer temporada en Mar del Plata y se la nota entusiasmada. A partir de este fin de semana protagonizará, con Ricardo Darín, Escenas de la vida conyugal, del sueco Ingmar Bergman, en el teatro Radio City, que se puso a tono de la apuesta con una sala completamente renovada (pintura, alfombras, butacas) y que además contará con un friso sobre el escenario realizado por Renata Schussheim, también vestuarista de la obra, dirigida por Norma Aleandro. Hay buenos antecedentes: la versión “porteña” con Valeria Bertuccelli, la actriz a la que reemplazará Rivas, convocó a 140 mil espectadores a lo largo de nueve meses, un muy buen rendimiento de taquilla. “Yo estoy contenta trabajando acá en esta época –cuenta Erica–. Las fiestas tenían un peso para mí cuando mi hija Miranda era muy chica, pero ya no. Hay una tensión que no me gusta durante estos días, no me siento muy identificada con eso. Prefiero enfocarme en observar de muy cerca cómo Mar del Plata se va preparando para la llegada de los veraneantes. Me atrae mucho más eso que las fiestas propiamente dichas”.
—¿Es un desafío especial reemplazar a otra actriz en una obra que funcionó bien?
—Es la primera vez que hago un reemplazo. Primero, Valeria es una actriz a la que admiro mucho. Pero dicho eso, las dos tenemos maneras distintas de encarar el trabajo. Estoy tratando de meterme un poco en una dinámica que está armada, pero que por suerte tiene labilidad para que yo pueda incorporar lo que propongo. Es imposible que lo que hagamos sea exactamente igual a la versión anterior. Yo tengo otro estilo que Valeria, otras maneras y, seguramente, otro pensamiento sobre el personaje. Trabajamos mucho para que esa otra mirada quede plasmada. A mí me interesó entrar a una obra que ya fue tan transitada, en ese sentido es un desafío.
—¿Te puede intimidar un poco trabajar con una actriz de la reputación de Norma Aleandro?
—Sí, más que un poco, un montón. Admiro mucho a Norma. Pero no quiero pensar mucho en eso mientras me dirige porque me abatato, me pongo muy tímida. Trato de dejar eso a un lado. Cuando me aparece ese fantasma, me da un poco de miedo. Pero ella es muy hermosa, muy cálida, muy amorosa con el trabajo del actor. Nunca dice algo que incomode porque sabe lo que es estar en un escenario, sabe la sensibilidad y la tremenda vulnerabilidad que uno tiene ahí arriba, entonces es muy respetuosa. Es alguien muy sensible, que está muy pendiente de lo que los actores proponen, que no trata de forzar nada. Tenemos un clima de trabajo muy gentil.
—¿Qué expectativas tenés con una obra de este tipo en la temporada veraniega?
—No sé bien cómo es el público de Mar del Plata, la verdad. Pero no me gusta pensar que en las vacaciones la gente quiere ver sólo cosas superficiales. La obra propone, en clave de comedia, una reflexión sobre la naturaleza del matrimonio, es un tema universal. Y la protagonizamos dos actores populares, no de culto. Bergman era un intelectual pero convocaba mucho público. ¿Y por qué la gente que va a veranear no va a tener ganas de ver algo que la movilice, que la haga pensar, que la haga discutir en la comida después de la función?
—¿Cómo recibiste la noticia de la candidatura de “Relatos salvajes” al Oscar? ¿Te interesan los premios?
—Me parece algo extraño votar algo artístico, eso tiene que ver más con el deporte, con meter un gol y ganar. Lo competitivo no tiene que ver con el arte, que es algo muy subjetivo. Algo puede ser bello, interesante, tener trascendencia en el tiempo, pero eso no se evalúa con un premio. Imaginate si hubiera que premiar en una terna compuesta por Picasso, Van Gogh y Rembrandt. ¿A quién le damos el premio? No tiene sentido… La película ya ha llegado a muchísima gente, independientemente de los premios. Es alucinante y conmovedor ver lo que pasa con Relatos salvajes en todos los lugares del mundo donde fuimos a acompañarla, y eso que es una película argentinísima. Eso es más importante, enorme y conmovedor que cualquier Oscar.
—Si te invitan a la ceremonia, ¿vas?
—Al principio me ponían mal este tipo de eventos, y por lo general no iba. Lo mismo me pasaba con los contactos con la prensa. Pero ahora me pongo el vestido, voy y trato de estar lo más sonriente que pueda. Es por respeto a todos los que trabajaron en ese proyecto.
Hoy y mañana. Con Ricardo Darín fueron parte del éxito argentino del año, la película Relatos salvajes. Damián Szifrón los pensó en capítulos distintos de esa película, pero no cuesta tanto imaginárselos sacándose chispas juntos en un escenario. Erica Rivas asegura que esa química ya apareció en los ensayos de esta nueva etapa de Escenas de la vida conyugal. “Es que Ricardo tiene un oficio intrauterino: tuvo padres actores, se crió en un camarín. Tiene muy claro lo que es la actuación, eso es una fuente de aprendizaje enorme. Como actor, está todo el tiempo presente en el escenario, es alguien en quien podés confiar plenamente. Y eso no pasa tantas veces. Le tires lo que le tires, él te va a respaldar, no te va a dejar sola. Eso es algo fundamental en una obra donde somos sólo dos. Te pase lo que te pase, él recibe lo que vos mandás. Eso da confianza, y tener confianza te permite más libertad para actuar. Es genial tener un compañero así. Creo que nos vamos a divertir mucho haciendo este trabajo”, remarca la actriz, que anticipa novedades para 2015: “En marzo se estrena la película Pistas para volver a casa, de Jazmín Stuart, una comedia que protagonizo con Juan Minujín. Más adelante, La luz incidente, de Ariel Rotter, con actores maravillosos del teatro independiente como Susana Pampín y Marcelo Subiotto. Y veremos si seguimos con Escenas de la vida conyugal en Buenos Aires y otros lugares del país; no se sabe aún, pero es una posibilidad. De tele, nada –concluye–. Sólo me tentaría que saliera algo como 23 pares, de temporada corta y producido por personas cuyo trabajo me interesa y me moviliza, como Albertina Carri y Marta Dillon, la directora y la autora de esa miniserie”.
Sueña con la película de ‘Casados con hijos’
Nacida en 1974 en Ramos Mejía, Erica Rivas estudió cuatro años de Psicología antes de dedicarse de lleno a la actuación. Debutó en cine en 1996, año en que formó parte del elenco de Besos en la frente, de Carlos Galettini, y El dedo en la llaga, de Alberto Lecchi. También fue parte del grupo de actores argentinos convocados por Francis Ford Coppola en la fallida Tetro (2009). Pero su primera actuación impactante llegó un año más tarde, cuando protagonizó Por tu culpa, una muy buena película de Anahí Berneri, donde encarnó a una madre divorciada que es acusada de maltrato familiar. Por ese trabajo ganó el Premio Sur, un galardón que también obtuvo por su labor en otra película de la misma directora, Aire libre (2014), y por su celebrada novia en crisis de Relatos salvajes (2014), de Damián Szifrón. En televisión, participó en programas como Gasoleros (1998), Campeones (1999), Calientes (2000), Por ese palpitar (2000), El sodero de mi vida (2001) y Sol negro (2003), pero su papel más popular es sin dudas el de la serie Casados con hijos, donde creó a la desopilante María Elena Fuseneco. “Para mí, habría que hacer una película con los personajes de esa serie, se lo dije a Axel Kuschevatzky en su momento
. Fue un rol muy importante para mí porque me hizo sentir muy reconocida por el público”, dice ella. Rivas demostró allí su pasta de comediante, pero también es una actriz dramática de peso, como quedó claro con muchos de sus trabajos teatrales: fue la altanera y desequilibrada Blanche DuBois de la versión de Un tranvía llamado deseo dirigida por Daniel Veronese en 2011, y se lució hace unos meses en Ojo x ojo, obra dirigida por el experimentado Augusto Fernandes, que protagonizó con Federico Luppi y Darío Dukah. Casada con Rodrigo de la Serna, con quien tuvo una hija, Miranda, se divorció del actor en 2010 y hoy está en pareja con Daniel, un vecino de su casa en Ingeniero Maschwitz.